
Muchos ciudadanos ya no temen llamarse "de Derecha" :
- algunos lo utilizan para oponerse a la partidocracia inútil y corrupta que nos gobierna, quienes viven holgadamente con nuestros esfuerzos y asegurando su permanencia en el poder esclavizando por un voto a muchos hermanos necesitados
- otros lo utilizan para apartarse de los enfermos de ideología que todo lo ven a través de la oscura lente que les oprime las sienes y solo les permite ver una realidad sesgada, que todo lo tiñe del pestilente "verde-moco", que dicen amar, proteger y hasta libertar (¿?) a quienes por sus desvaríos necesitan atención médica, que reemplazaron a Dios por el falso ídolo del medio ambiente y que nos nivelaron con los animales, y que odian, o al menos desprecian, a todos los que piensan distinto
- pero muchos también lo utilizan para defenderse de los pseudointelectuales postmodernos que nos quieren imponer la dictadura del relativismo y vender las huecas "promesas del socialismo del siglo XXI y del Nuevo Orden Mundial"
- todos ellos, como si fueran capaces de causar algo diferente a los terrorismos, guerras genocidas y masacres, miserias y hambrunas, caos, dictaduras, violaciones y persecuciones, inmoralidades y perversiones, en fin, algo diferente a todo el daño causado a la humanidad durante los dos últimos siglos.
Muchos hispanoamericanos ya no dudan en defender "la Hispanidad".
- algunos por cultura y tradición identificados inequívocamente con el sentir criollo
- otros porque no aceptan "la comodidad del discurso freudiano" de siempre encontrar a un tercero culpable de nuestros males, no aceptan la simplificación de que los conquistadores fueron genocidas y ladrones, y porque se tomaron la molestia "de mirar alrededor" y ver las obras de colegios, universidades, bibliotecas, iglesias, poblados, caminos, etc. y ver las instituciones como educación, peritos, profesionales, cabildos, misiones, libros escritos en lenguas aborígenes, alimentación, cultura, música y arte, etc., que nos dejaron los españoles
- otros porque estudiando historia aprendieron a rechazar "la leyenda negra" panfletaria que imprimió la Casa de Orange-Nassau y que sirvió para disimular y esconder las salvajadas sajonas utilizando el relato de un no muy sano oportunista como Bartolomé de las Casas, y descubrieron los documentos de la corona española, verdaderos basales de los modernos derechos humanos, que defienden y protegen a los hermanos indios, a sus tierras y todas sus pertenencias, y que los hacen miembros del Reino de Castilla sin ninguna diferencia con los nacidos en la península
- pero muchos también porque recibieron la gracia de la fe y abrazaron en el alma la religión católica
Todos los ciudadanos que nos sentimos identificados por alguno o algunos de los motivos mencionados nos preguntamos ¿hasta cuándo soportaremos a esta laya perversa que nos gobierna?
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Los invito a revisar el libro "La nueva derecha - Reflexiones sobre la revolución conservadora en Argentina", publicado por el profesor Fernando Romero Moreno.
El mismo está siendo criticado y, por supuesto, elogiado en ámbitos intelectuales. Y muchos sitios web están reproduciendo las críticas y/o alguna de las entrevistas concedidas. La siguiente, por ejemplo, fue concedida a Agustín De Beitia para La Prensa el 13-Febrero-2022
Del material presentado, solo destacaré una respuesta dada en dicha entrevista y luego un extracto de la conclusión de su ensayo:
"Es imposible cualquier tipo de alianza sin un marco axiológico común. De allí mi insistencia en que el marco axiológico común de la Nueva Derecha debe ser la Doctrina Social de la Iglesia, cuyos principios y medios de carácter moral son compartidos por muchos no católicos.
Aclarado lo anterior, hay que recordar que para un católico ortodoxo sigue vigente que el ideal de máxima es el Estado Católico (no confundir con Estado clerical, integrista, fundamentalista, etc.), respetando la libertad civil en materia religiosa que la prudencia indique en cada caso respecto de los cultos no católicos.
Hoy parece poco probable la restauración en plenitud de este ideal, aunque haya que seguir estudiando el tema, defendiéndolo y dando razones de su necesidad. Lo que sigue siendo posible en cambio (y en esto coinciden tradicionalistas y liberal-conservadores) es en defender lo que tenemos y usarlo en un sentido realmente operativo, no meramente retórico. No es lo mismo laicismo (separación hostil entre lo religioso y lo político) que laicidad o sana laicidad (distinción sin separación entre lo religioso y lo político).
Aunque hay matices, los liberal-conservadores en la Argentina suelen defender que se mencione a Dios como fuente de toda razón y justicia, que exista una unión moral entre la Iglesia y el Estado, que la ley positiva se subordine a la Ley Natural, que la Fe no quede reducida al ámbito privado, etc. Los tradicionalistas pretendemos más y somos especialmente críticos con posturas como las de Maritain o John C. Murray.
Pero dadas las circunstancias actuales, donde lo que se fomenta es un laicismo radicalizado y una clara cristianofobia, podemos y debemos promover ese mínimo común denominador que compartimos con los liberal-conservadores, sin por eso renunciar al ideal de máxima que es la Cristiandad: la mención a Dios en el Preámbulo de la Constitución, la confesionalidad implícita del art. 2, el reconocimiento de derechos naturales de las personas y de los pueblos no sujetos a los cambios de mayorías circunstanciales, el carácter de persona jurídica de derecho público de la Iglesia Católica y la sana libertad religiosa.
Una acción conjunta en tal sentido permitiría recobrar espacios en los que la Fe católica es más necesaria que nunca (la sanción de las leyes, la educación, los medios de comunicación, etc.), impidiendo que siga avanzando el secularismo que usted bien denuncia y salvaguardando la Fe fundante de nuestra cultura, que no es otra que la católica heredada de España."
“…Luego de este recorrido por diversas corrientes políticas y por acontecimientos históricos de la Argentina, Europa y EE.UU, esperamos que haya quedada mejor fundamentada la convergencia en torno a ciertos valores, principios e instituciones por parte de lo que hemos llamado la Nueva Derecha en nuestra Nación: valores tradicionales como la religión, la patria, la familia, la propiedad privada, la vida humana inocente y los derechos naturales de la persona; principios como los de dignidad humana, subsidiariedad, solidaridad, bien común y justicia social; e instituciones como la república constitucional, el federalismo descentralizado, los cuerpos intermedios, la soberanía política y la economía social de mercado, teniendo como marco de referencia axiológica a la Doctrina Social de la Iglesia Católica.
Estamos convencidos que, aun con las diferencias que tenemos en varios asuntos, la labor conjunta en pro de esos objetivos nos permitirá enfrentar con más eficacia la dictadura del relativismo, la cultura de la muerte, la ideología de género, la desmalvinización, el setentismo como política de estado, el garantismo abolicionista, el populismo demagógico, la izquierda cultural, la concepción totalitaria de la democracia y las falsas salidas que representan el Socialismo del Siglo XXI y el Nuevo Orden Mundial (sea en su versión neoconservadora como en la socialdemócrata).
La civilización cristiana occidental y la Argentina están pasando tal vez por la crisis más importante de su historia. Es hora de reaccionar y librar con todas las armas que tengamos, la guerra cultural contra el progresismo, antes que un totalitarismo global termine por arrasar con lo que aún queda de nuestras tradiciones y libertades.
Dar el Buen Combate para lograr establecer, como decía el Padre de la Patria independiente Don José de San Martín, un gobierno que garantice “el orden y la prosperidad sobre principios diametralmente opuestos a las ideas exaltadas que desgraciadamente se han difundido en el mundo desde la célebre revolución del año 92”, esto es, desde la Revolución Francesa. Y enfrentar a los “desorganizadores partidos de terroristas, comunistas y socialistas, todos reunidos al solo objeto de despreciar, no sólo el orden y la civilización sino también la propiedad, religión y familia”. Hacer cumplir este mandato sanmartiniano es obligación de todos los patriotas”.
Su CV escrito en 1ra persona
Nací en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina) en 1968. Estoy casado y tengo cuatro hijos. Soy abogado por la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y Profesor Superior Universitario por la Universidad Católica Argentina (UCA). Además, realicé el Programa de Capacitación Directiva (PCD) co-organizado por APDES y la Universidad Austral y realicé estudios completos de Filosofía en el Studium Generale de la Prelatura del Opus Dei.
Me dedico a la educación desde los 25 años, habiendo trabajado, en cargos docentes y directivos, en el Colegio Los Arroyos (APDES- Rosario), el Colegio Sagrada Familia (Bella Vista, Pcia. de Bs. As) y la Escuela de Educación de la Universidad Austral.
Mis áreas de interés son la Filosofía Política, la Historia Argentina, la Pedagogía y la Doctrina Social de la Iglesia. He publicado artículos en el Diario de Filosofía del Derecho (DFD y en el Suplemento Constitucional) de "El Derecho" (UCA), en la Revista Jurídica de Mar del Plata y Actualidad Jurídica (de la Universidad FASTA) y en páginas web como Crítica Revisionista, el Blog de Cabildo, Carlismo Argentino, Debatime y Prensa Republicana.
y pueden Leer acá algunos de sus trabajos
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Entiendo que estamos siendo invitados por el profesor a hacer un frente contra los enemigos de Dios y de la Patria, hoy representados por engañosas utopías apátridas y globalistas y por aún más engañosas utopías ideológicas nacidas de un falso humanismo racionalista y existencialista, todas propuestas que abiertamente manifiestan su deseo de destruir a la Iglesia Católica.
"... hay que recordar con Don Juan Donoso Cortés que detrás de toda cuestión política hay siempre una cuestión religiosa."
Obligados como estamos a dar el Buen Combate por caridad y amor al prójimo, pensemos seriamente en postergar, sin abandonar, nuestras intenciones de máxima (como podrían ser otras formas de gobierno superiores, después de todo, todas son corruptibles y todas son perfectibles) y acordar algunas de mínima, que ya serían bastantes como para sacar a la Nación del caos en el que nos estamos hundiendo e iniciar un largo camino para restaurar La Cristiandad.
¡Qué Dios nos ayude a “pensar la patria”!
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