María al pie de la cruz (03/2024)

 



MARIA AL PIE DE LA CRUZ



Estaba la Madre Dolorosa

junto al árbol sagrado de la Cruz,

del que pendía ensangrentado,

el fruto de la Vida,

su Hijo Jesús.



De sus ojos silenciosos

brotaban mansamente

torrentes que regaban

y besaban reverentes

ese leño tan precioso.



Su alma gemía quedamente

clavada en las tinieblas,

paloma herida de palpitar doliente,

a quien negábase toda tregua.

¡Oh, cuán triste y afligida,

Ella, la bendecida,

la Madre del Unigénito!



Piadosa Madre agobiada de dolor,

por la visión de las penas

de quien un día,

ilustre de ella naciera.



Por las culpas de su pueblo ingrato,

vio al Señor como un esclavo,

bajo la injuria del látigo.

Acompañó el morir desolado

de su dulce Nacido,

hasta que entregó el espíritu.



¡Ea, Madre!, manantial de amor,

hazme sentir la fuerza de tu dolor,

dame el llorar contigo.

Haz que arda mi corazón

en amor de Cristo mi Señor,

para así darle gusto y honor.



Santa Madre

no me tengas repulsión,

toma en tus manos inmaculadas

mi sucio corazón,

apriétalo a tu pecho traspasado,

límpialo con tus lágrimas

e imprímele las llagas

del Señor crucificado.



Divide conmigo

las penas de tu Hijo herido;

tan digno como nació de Ti,

no desdeñó el penar por mí.



Haz que piadoso llore contigo,

que compadezca al Crucificado,

en tanto yo esté vivo.

Deseo estar junto a Ti

al pie de la Cruz,

asociarme a tu llanto,

ser consorte en el quebranto.



Virgen de las vírgenes,

dulce fuente de luz clara,

no sea tu rostro para mí

brocal sombrío de agua amarga,

no me guardes rencor,

no me excluyas de tu dolor,

déjame llorar contigo.



Haz que lleve la muerte de Cristo

en mi corazón,

despósame con su Pasión,

hazme recordar sus heridas con amor.


Haz que me hieran sus llagas,

que me embriaguen

su Cruz y su Sangre derramada.



Y en el día del Juicio,

cuando voces contra mí clamen venganza

y las llamas ya preparen el suplicio,

oh, Virgen piadosa,

pon tu mano en la balanza.



Señor, cuando esté yo por partir

concédeme, por tu Madre,

la gracia de recibir

la palma de la victoria.



Y cuando me llegue el morir,

y la unión con mi cuerpo se disuelva,

haz que al alma se conceda,

del Paraíso la Gloria,

y aquel eterno vivir,

por los siglos de los siglos

en la luz. Amén.



P. NESTOR SATO

(traducción del "Stabat Mater", secuencia atribuida a Jacopone da Todi).

Revista Mikael

Año 10 – Nro. 28

Primer cuatrimestre de 1982




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