Ni
los comunismos (fracasados), ni los Estados de Bienestar (quebrados), ni los Capitalismos
(uno más salvaje que otro); ni el fin de las guerras mundiales, ni el
pacifismo, ni las revoluciones; ni la ciencia, ni la modernidad con todas sus
promesas; ni las ideologías, ni la política, ni sus líderes (y los hubo muy
buenos); ni las grandes religiones, ni las sectas; nada pudo erradicar la
corrupción y terminar con las desigualdades; nada pudo instituir una democracia
realmente participativa, ni una justa distribución de la riqueza; … nada pudo
construir el Edén en la tierra.
Y
se empezó a cocinar una nueva revolución, o mejor dicho, más de la misma.
Siempre un único objetivo: destronar a “la Verdad” y siempre los mismos medios:
endiosar a “la razón” y (como sirve de amplio justificativo) reclamar mayor
“libertad” (de esa que mal-llaman “libertad”). Pero, como nos enseña la
historia, y esta vez no será diferente, solo veremos, durante algunas décadas
(paciencia!) a unos cuantos snobs corriendo tras alguna ideología
de moda.
(Chesterton lo decía mejor).
(Chesterton lo decía mejor).
Las
personas entonces, sumidas en la desazón, comenzaron a retraerse hacia un “individualismo
hedonista y egoísta” (se preocuparon en el propio progreso, desarrollaron el
culto al propio cuerpo y buscaron la propia satisfacción) auto-justificándose
con una “cosmovisión existencialista y seudo-pluralista” (sólo importa la
experiencia inmediata y el presente -no hay pasado, ni futuro, ni
trascendencia- y, en nombre de un “extraño” pluralismo, inventaron el todo vale
-no existe más ni blanco ni negro, ni mejor ni peor, ni hombre ni mujer-), en
definitiva, las personas inmersas en la sociedad de consumo (que hizo fortunas creando
placenteras “distracciones” y satisfaciendo individualismos) comenzaron a rendirse
a la desesperanza.
Y
este caldo de frustraciones, que bien podría haber sido el punto de partida de una
sana recuperación restaurando el amor por la Verdad, no pudo ser, no tuvimos
líderes a la altura. Y por el contrario, fue malsanamente usado por quienes se
adueñaron del postmodernismo y exacerbando sus dolores, sembraron el odio hacia
los supuestos culpables y dieron origen a la superchería del “Marxismo
Cultural”, y su hermanita menor, la
“Ideología de Género”.
Los
“intelectuales” europeos (bastante degeneraditos) del ’60, descubrieron los
escritos de Gramsci (que ya tenían 30 años y, que hasta entonces, nadie los había
leído) y vieron la oportunidad para hacer “la revolución cultural”. Casi de
inmediato se encontraron con las secuelas del post-modernismo y todo les encajó
perfecto. Construyeron una moral a medida, justificaron perversiones
injustificables y aturdieron la vida de unos cuantos inocentes desprevenidos.
Estos
ideólogos cual “vendedores de autos usados”, disfrazaron “viejos postulados comunistas”
con “nuevos enfoques científicos
sobre la cuestión social” y eludieron adrede el uso de sustantivos que pudieran
remitir a totalitarismos, algo así como el “Joya, nunca taxi” de la política.
No
quisieron (ni quieren) ser relacionados con los “totalitarismos” Stalinistas o
Maoístas, y aunque acepten “con cierta simpatía” a los “intelectualoides”
trotskistas o a los “románticos” guevaristas, prefieren parapetarse tras el
indudable eufemismo de “Una Nueva Moral”.
Que,
como bien puede deducirse, no es otra cosa que un auténtico cambalache:
Y
para sostener ese cambalache de delirantes perversiones y extravíos cayeron en
la peor bajeza en la que podemos caer las personas: “Argumentar para
Justificarnos”. Está claro que es penoso reconocer errores y asumir culpas, y
que es aún peor corregir, reparar y pedir perdón. Pero este aquelarre de “peligrosos
enfermos” en vez de buscar una sanación, hilvanaron argumentos psico-sociales, sin
lógica alguna, tejiendo una doctrina seudo-científica que justifica cualquier
miseria y responsabiliza siempre a un tercero.
Inventaron
el más adecuado combustible para una perfecta máquina de complacer a las masas desahuciadas, que les permitió juntar votos y llegar al poder en varios países
en Europa. Con empatía y complacencia (y sonrisa de azafata, diría Francisco), “vendieron”
una izquierda igualitaria y no totalitaria y sus discursos se basaron
estrictamente en “lo ético o lo moral” y/o “la cuestión social”.
Costaba
encasillar sus discursos, y en esto residió su éxito, cuánto más diversos y
confusos, laberínticos y discutibles, mejor; aturdieron a las víctimas (hasta
inventaron un lenguaje “inclusivo” que nadie entiende, ¿inclusivo de qué?),
aletargaron sus reacciones (de otra manera, “naturalmente” nadie se castraría) y cazaron inocentes desprevenidos a los cuales les destrozaron sus
vidas (a pesar de que las tasas de violencia de genero mejoraron, la tasa de feminicidios
empeoró y la de suicidios de
transgéneros no mejoró ni una décima con las cirugías, continúan al doble
que la población hetero, el problema es otro).
Pero, hace ya 10 años aproximadamente que el proceso de restauración ha comenzado y como veremos más adelante, la mayoría de estos
siniestros personajes han sido desenmascarados, denunciados y relegados a unas
pocas universidades europeas que les sirven de aguantaderos. Ojalá les sirviera
de reflexión, pero no, ellos nunca se equivocan …
A
mitad de camino, en 2014, mientras en Europa la “Izquierda Culta, Ética, No-Totalitaria”
hacía esfuerzos para escapar de su ineludible y lógico final, en Hispanoamérica, el
"caricaturesco criminal Dictador” Maduro organizaba en Caracas un
encuentro de “Intelectuales”, y Álvaro Garcia Linares (“intelectual” Vice-presidente
de Bolivia) marcaba el rumbo de esta “Nueva Ética” para nuestras latitudes https://youtu.be/Oagl4SN1TXA. (eran los garantes de
“la revolución” y descaradamente anunciaba la metodología a aplicar, una verdadera
confesión de parte que me exime de más evidencias para sustentar estas líneas).
Y tristemente, y corriendo aún de más atrás, los Argentos Progres recién ahora
los descubren y hasta los invitan a disertar en alguna corrupta cátedra, de
esas que comparten con los ladrones de la década robada y no les da vergüenza (¿será
porque siempre fueron lo mismo?, y sí, ya se quitaron la careta y Grabois, Solanas
y Donda <sólo falta Del Caño> ahora defienden a Cristina). Pareciera que,
padeciendo de un contradictorio “snobismo con atrasos”, gozaran con cierta veta
“masoca”, ya que se empecinan con el “mentime, mentime, que me gusta” y atraen
cuanto charlatán desempleado encuentran.
(ejemplos cercanos:
Ernesto Laclau con Cristina, aunque ese es nacido por estos lares, vivió desde
1969 en UK, muy lejos de los “populismos” que tanto promocionó o Judith Butler
en la UNTREF y la ex ESMA con Abuelas y el filósofo ”manotas" Jozami -no puede hablar sin mover las dos manos-).
No
hablan de Política porque carecen de un sustento filosófico distinto al
marxismo y esto es lo que quieren ocultar (por tener mala prensa), entonces se
disfrazan con la careta de “una nueva
ética” y suelen recitar una hueca moralina (falsa por donde se la mire) con
verdaderos efectos soporíferos.
Tampoco
hablan de Economía porque ignoran como funciona (tanto como lo ignoraba el
marxismo) y simplifican culpando de todo, aún de los errores propios, al Capitalismo.
Este es el único y gran culpable, ya que impide desarrollar el “bien de todos”
(ya han de-construido demasiados significados, digo el “bien de todos” y no el
“bien común”, porque eso es otra cosa).
“Los neo-marxistas,
que se identifican como <marxistas calificados>
no aceptan la totalidad de las teorías históricas de Marx”, … (pero mantienen) … “la
oposición entre el socialismo y el capitalismo como una postura moral”. (1)
De regalito nomas, según el
Aquinate: El bien Común ” … es lo que posibilita la vida digna o
virtuosa de los miembros de la sociedad” … por medio de la cual, los
hombres pueden alcanzar la felicidad. “Y
para que esa vida digna o virtuosa se concrete, son precisos otros muchos bienes,
tanto corporales como espirituales, debidamente ordenados y jerarquizados.”
Subrayo unas pocas palabras con significados muy profundos. Recomiendo (no es
muy extenso) http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/ponencias/bien-comun-politico-verdera.pdf
Pero
si, en cambio, hablan de una sociedad con justicia social (vaya a saber en qué
cosa “de-construyeron” su significado, yo ni me animo a preguntar), sin opresores
ni oprimidos, con las minorías elevadas hasta la idolatría como arquetipos a
imitar y con una nueva ética o moral pública. Y es aquí donde más les cuesta disimular
porque cada tanto se les desboca el totalitarismo “verde-moco” contenido.
Suenan (y se ven) como pastores puritanos vociferando y anatemizando
horrorizados ante la sola posibilidad de un pecado (en este caso, ante la sola
presencia de algún pañuelito celeste).Y en mi opinión, no es casual, nacieron
de la misma semilla.
Y
también hablan de separar Iglesia y Estado, y en la Argentina ¡nunca estuvieron
juntos! El Estado Liberal Argentino (de Rivadavia a hoy, a través del “Régimen”
que ha alternado Militares, Populistas, Izquierdistas y Conservadores) enfrentó
y atacó siempre a la Iglesia y en los casos que no la atacó frontalmente, se
paró en la vereda de enfrente, ¡sí, también, Mauri incluido! Así que no sé de
qué hablan, en este aspecto, la Iglesia siempre jugo para perder.
Ahora
bien, y quizás esto es lo que los confunde porque no pueden discernir entre la
circunstancia y la esencia, entre Cristianismo y Cristiandad, y mientras ellos
despotrican contra el Clericalismo (y nosotros también), nosotros hablamos de
Religiosidad, y mientras ellos hablan de Estado o Gobierno, nosotros hablamos
de Nación.
Y
es esta última, conjunto de personas con sus tradiciones, la que vive y
permanece fiel a su religiosidad, instintivamente y como parte de su ADN suele
hacer caso omiso de todas las cuestiones superfluas y simplemente sabe cómo
vivir su fe (sabe cuándo debe prender algunas velas, rezar o peregrinar, y
también sabe cómo y cuándo enfrentar a los enemigos que la ataquen) y morir por
ella si fuera necesario (peleando el buen combate y “llevándose a unos cuantos
en la partida”, por supuesto).
Las
izquierdas -las “clásicas” y las “neo”-disfrazadas- se han estrellado siempre
contra la Revelación y la Doctrina Social de la Iglesia y sólo les interesa
destruirlas. En definitiva, no proponen otra cosa que una “guerra religiosa”, pero no tienen el coraje de decirlo.
En el
marxismo originario el final de la religión es el resultado del advenimiento de
la sociedad sin clases. En el gramscismo, en cambio, la extinción de la
religión es más bien la condición de la revolución. (1)
No
puedo dejar de imaginar a Trosky y al Che riendo, brindando y felicitando a
Gramsci, los tres inmersos en una gran orgia intelectual con nubosas
abstracciones pseudo-filosóficas y con sus copas rebosantes de la sangre
inocente de los millones que supieron masacrar.
No
son diferentes, son más de lo mismo y terminarán igual.
Pero,
dejemos hablar a los que saben.
José Luis Sáiz Calabria (1) nos muestra en esta antología
como la izquierda usó diferentes disfraces y como golpeó a la sociedad (en particular la española del 2000 en
adelante). Encontraremos muchísimas coincidencias entre los
síntomas españoles y la ponzoña que amenaza enfermar hoy a la Argentina.
Recomiendo la lectura completa. Pero si se
aburren, salten al capítulo “4. La izquierda posmarxista”
Tenemos
la obligación de defender la Verdad y evitar la anarquía del error.
Tenemos la obligación
de recuperar la Educación en, y para, la Libertad.
¡Qué Dios nos ayude a
“pensar la patria”!
PD:
estas
líneas continuarán, en breve, con <Una aberración “deseada”>
sobre
otros que también se contagiaron esta ponzoña y “justificaron perversiones
injustificables”.
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