En
algunas ocasiones, los curas actúan como si fueran “los dueños” de la Iglesia, pero
cada tanto “aparece” el Dueño verdadero y los zarandea bastante.
La
Iglesia Católica, como toda institución formada por hombres, no está libre de algunas
cosas turbias, otras discutibles, y muchas otras que, sin más excusas,
necesitan ser corregidas.