Tiempos memorables (03/2020)



Quiero continuar con algunas reflexiones sobre Educación, no como experto, que no lo soy, sino como simple ciudadano que observa horrorizado como nos vamos hundiendo en la decadencia comprometiendo el futuro de nuestra patria y que demanda de los expertos algunas acciones correctivas.

Los educandos no tienen ninguna oportunidad de pensar diferente, el adoctrinamiento cubre todos los aspectos, y todos, por supuesto, están plagados de falsedades y errores, cuando no de espantosos horrores.

Desde una reinterpretación “moral” de “inmoralidades” hasta mal-hablar como idiotas para justificarlas, pasando por la falsificación de las palabras para esconder ignorancias cuando no vaciamiento cultural y subversión política.



Los más viejos recordamos situaciones similares (en el ’73 me enseñaban historia en la escuela pública con la revista “El descamisado”) y cómo terminan …, eso lo recuerdan hasta los más chicos. No hay posibilidad alguna de implantar un relato único sin ejercer violencia, y no hay violencia que no genere una reacción (y nunca hay que descartar que resulte “peor el remedio que la enfermedad”).

Por lo tanto, además de prestar atención a la organización escolar para obstaculizar a quienes, a través del Estado, intentan mezquinamente usurpar los derechos que sólo les pertenecen a los padres (mi post anterior), también debemos prestar atención a los contenidos (para alumnos y sobre todo profesores) para obstaculizar a quienes no quieren un pueblo educado y pensante y amante de la verdad. 


Y en este contexto, quisiera hoy reflexionar sobre que educación recibimos desde nuestros orígenes, esa que nos fue moldeando como nación aún antes de serlo. Porque para entender ¿qué nos pasa hoy?, necesitamos ir a nuestros orígenes, compararlos con el presente, analizar desvíos en pros y contras, y finalmente, ajustar los objetivos deseados a futuro corrigiendo el rumbo, si fuera necesario.

Salvo algunos que con “otro método científico de avanzada” empiezan por el final y discuten “lo que les parece o sienten”; el resto de los mortales, sorteando nuestras falencias e incapacidades, intentamos reflexionar racionalmente desde el sentido común.

Las siguientes reflexiones surgen a partir de la lectura de “Etapas históricas de la Educación Argentina” escrita por Jorge María Ramallo y publicada en 


Nuestro comienzo no deja dudas, la Evangelización se realizó a través de la Educación integral de los indios, respetando sus derechos, buscando su conversión e incorporándolos a la civilización occidental y cristiana como súbditos de la corona española, con los mismos derechos y deberes que cualquier otro español.

Nótese que deseo escribir de 350 o 250 años antes de nuestra independencia y de la organización federal del país. Realmente, nuestros orígenes.

 «Y no consientan ni den lugar que los indios reciban agravio alguno en sus personas y sus bienes, más manden que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido, lo remedien». Ordena el testamento de la Reina Isabel la Católica en 1504.

A pesar de los peligros y los martirios, fueron los religiosos de las diferentes órdenes quienes comenzaron la tarea y dieron forma a la idiosincrasia argentina a semejanza del caballero español.

No impusieron nada por la fuerza, ni siquiera el idioma español, más bien aprendieron ellos los lenguajes de los indios locales y los enriquecieron con alfabetos y gramática que no tenían. El toba y el guaraní son claros ejemplos.

El método educativo predominante fue el “ratio studiorum” de los Jesuitas y fue eficiente por mas de 200 años. Adecuaba la enseñanza a cada estudiante e impartía Gramática, Humanidades y Cálculo, para luego finalizar con Retórica, dónde cada estudiante debía ser capaz de expresar sus ideas.

El libro de Ramallo es completísimo (recomiendo su lectura completa y los que “creen” otra cosa, por favor, discutan con él), yo sólo me detendré en mencionar las misiones Jesuitas. 61 misiones con más de 100.000 indios donde además de la educación recibían instrucción de artes y oficios. Todo lo hacian ellos mismos, desde carpintería hasta toda clase de instrumentos musicales como violines y órganos, y también, imprimir y editar libros para 30 bibliotecas de 13.000 volúmenes, incluidos algunos escritos en guaraní.

Durante el período hispánico (reinado de los reyes de la casa de Austria) se fundaron innumerables colegios y 25 universidades en américa, siendo la nuestra de Córdoba la primera en 1621. Este período de excelencia educativa se extendió hasta finales del 1700 (en 1767 fueron expulsados los jesuitas por Carlos III ya de la casa de los Borbón).

Recordemos muy someramente, que nuestros indios del centro y sur (pampas o querandíes, tehuelches y patagones) fueron casi exterminados por los araucanos o mapuches (chilenos), y estos a su vez, corridos contra Los Andes por Roca en 1878; que los del NOA (diaguita, pulares, luracataos, chicoanas, tolombones, yocaviles, quilmes, tafis, hualfines) ya eran dominados y sometidos por los incas aún antes del 1492; y solo se tiene referencia de unos pocos en la actual Formosa (tobas, mocovíes) que lucharon y se resistieron a los españoles. Y guaraníes y charruas y los mismos tobas derrotados, claramente crecieron y se desarrollaron antes que extinguirse (hoy, son naciones).

En el Rio de la Plata no vivimos la “Leyenda Rosa de la Conquista”, tuvimos a nuestros ruines, pero claramente debemos rechazar a los profetas del odio que extrapolan falsedades de la falsa “Leyenda Negra de Centroamérica”. Para quienes sostienen que el imperio español explotaba a los indios, o les imponía por la fuerza la religión y la lengua so pena de castigos, o les impedía la libre expresión de sus ideas y culturas, para todos ellos, sólo puedo recomendarles “crucen la Gral. Paz y conozcan nuestra patria”, o al menos, cito y parafraseo al “Ñato Desiderio” : “garrá los libros que no muerden, garrá”. (y pueden empezar con mis humildes aportes de octubre-2018 y octubre-2019).

En los siglos siguientes, con el imperio español en crisis, las ideas liberales, el iluminismo, el enciclopedismo y la ilustración invadieron la península y también llegaron a américa, pero aquí fueron contenidas dentro de ciertos parámetros. El laicismo y la educación popular y gratuita hacen su aparición. Y todas estas ideas fueron aggiornadas a las preexistentes.

Los más influyentes entonces en el Rio de la Plata fueron:

Belgrano con sus “Memorias del Consulado” y “El reglamento” dónde dona un premio recibido a 4 escuelas y establece que en las mismas se enseñe “a leer, escribir y contar; la gramática castellana; los fundamentos de nuestra sagrada Religión y la Doctrina Cristiana …; los primeros rudimentos sobre el origen y objeto de la Sociedad, los derechos del hombre en ésta y sus obligaciones hacia ella y al Gobierno que la rige”. (dicho sea de paso, hasta hoy, le incumplimos a Belgrano, aunque nos gastamos su dinero).

Y Fray Jose Antonio, obispo de Tucumán, quien sostenía que “el que no sabe leer ni escribir, es un ser inútil y perjudicial tanto para la sociedad, como para la religión” y, por lo tanto, procuró que todas las parroquias tuvieran escuelas y que todas las ciudades tuvieran colegios.


Hasta 1820 creo que veníamos bastante bien, entonces hace su aparición Rivadavia como Ministro de Gobierno de la provincia de Buenos Aires y comienza el asedio del totalitarismo liberal para intentar cambiar nuestra “argentinidad”, saltando los honrosos 20 años de la restauración Rosista, llegamos así a “la madre de todos nuestros males”: Caseros (1852). Y allí si, cambiamos definitivamente de rumbo, y llevamos casi 170 años navegando entre tormentas con clara derrota a la decadencia.


Y como ejemplo, debemos preguntarnos no solo ¿cómo logran graduarse tristes exponentes como la presidente del consejo de estudiantes del Colegio Carlos Pellegrini? sino además ¿cómo nos permitimos promoverla a edil de la Ciudad de Buenos Aires? Hablo de Ofelia Fernandez. ¿La escucharon hablar? Personalmente, preferiría la disertación de “un indio de la colonia”, y en guaraní, … y estoy seguro de que le entendería mejor. En este caso, Dios me protege …


Dejemos de perder el tiempo, debemos restaurar nuestras bases, aquellas que dieron siglos de crecimientos cultural y fortalecieron nuestro acervo, y debemos rechazar los vaivenes de los comerciantes y de los snobs que, por ignorancia, ni siquiera entienden lo dañino de sus propuestas.

Nuestra inacción ya nos convirtió en responsables de tanta decadencia. Y a los más jóvenes, Dios quiera, que no repitan nuestros errores, … nunca alcanza una vida para repararlos.


Les comparto una entrevista a un padre español que se parece bastante a muchos otros de por acá.


No es tan difícil, sólo deseamos ser educados en (y para la) libertad sabiendo que “solo la verdad os hará libres”, pero ya no sabemos cómo pedir la “Restauración de aquellos tiempos memorables”.



¡Qué Dios nos ayude a “pensar la patria”!


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