Retomando mis notas sobre
Educación de diciembre 2018 (¿Qué enseñanza queremos?), dónde transcribía a L.
Castellani de 1943
“La solución vital del problema de la escuela
primaria está en descongestionar la carga artificial del Estado trasladándola
por partes a sus instancias naturales a saber: la iniciativa privada
debidamente estimulada, dirigida y controlada”
… para
cerrar entonces diciendo
Los profesionales de la educación están para
construir “opciones de educación”, pero nunca para imponer alguna. El Estado
está para subvencionar las necesarias y/o requeridas, pero nunca para imponer
una única. Y sólo los padres, sólo ellos, están para decidir qué formación
desean para sus hijos
… hoy
me gustaría continuar con algunos claros ejemplos.
En estos días, ya cercanos al carnaval, se dará comienzo al triste espectáculo anual de los gremialistas docentes amenazando y/o privando a nuestros chicos de “la razón de sus vocaciones docentes” (o sea, de educarlos). Espero que este año no tengamos alguna "oportuna postergación" y las fechas del show sean las habituales de los ultimos 30 años (¿el puestito de la Señora de Baradel valdrá algo?).
Los representantes laborales de nuestros queridos maestros se disfrazarán de “atribulados eruditos en la problemática socioeducativa y la infraestructura edilicia” para luego terminar acordando un mejor salario (mejorando la cuota sindical, claro). Reclamo legítimo y digno, claramente, pero que jamás será resuelto ni por este ni por ningún gobierno, a menos que cambiemos de raíz la Organización Escolar.
Recientemente leía en
Infobae una nota muy interesante sobre la Organización Escolar en los países
nórdicos, siempre mencionados por los Argentos Progres como los “paraísos
terrenales”, y me pareció oportuno rescatarla.
Dejando de lado, las claras intenciones de “vendernos las bondades del liberalismo” del autor de la nota y los “idealizados arquetipos socio-progresistas” que algún otro argumentará en su contra, no es la intención debatir al respecto; si me parece importante prestar atención a los modelos allí descriptos (profundizando luego por y con otros medios).
Dejando de lado, las claras intenciones de “vendernos las bondades del liberalismo” del autor de la nota y los “idealizados arquetipos socio-progresistas” que algún otro argumentará en su contra, no es la intención debatir al respecto; si me parece importante prestar atención a los modelos allí descriptos (profundizando luego por y con otros medios).
En todos los países
mencionados, la educación es gratuita, de acceso universal y financiada sólo
con impuestos.
Poco importa discutir su
origen, algunos detalles menores o la existencia misma de los modelos
mencionados, solo es importante concluir que para asegurar el “Derecho a una Educación
Gratuita” del mejor nivel académico disponible, no es necesario en absoluto que los “Estados sean los únicos, o los
principales, empleadores”. Y más aún, yo concluiría que, como el modelo
argentino lo demuestra, es absolutamente
contraproducente.
En el caso sueco, por ejemplo:
“La mayoría de los niños asisten a una escuela municipal cerca
de su casa. Sin embargo, los estudiantes y sus padres tienen derecho a escoger
otra escuela municipal u otra de gestión privada (Independiente).
Las escuelas Independientes están abiertas a todo el mundo
y deben ser aprobados por la Agencia Nacional para la Educación. El
municipio en el que reside el estudiante paga a la escuela elegida (incluida la
municipal) por alumno y año. Las escuelas independientes tienen los mismos objetivos
básicos que las municipales, pero pueden tener un perfil diferente, como un
carácter religioso o el uso de un enfoque educativo como el Montessori o
Waldorf”.
Como todos sabemos, copiar modelos foráneos jamás funcionó. Idiosincrasia y cultura diferentes, producen resultados diferentes. Pero, el desafío es claro, debemos sacudirnos las ideologías (educando a sus portadores para que no interfieran o invitándolos “amablemente” a pasear) y acordar un modelo que nos permita ofrecerles a los padres la formación y la excelencia educativa que desean para sus hijos.
Hoy en la argentina, una
familia sin recursos debe aceptar el colegio que le asignen. Si le toca uno como
para asustar al más valiente (con enchastre nazi-feminista y/o traperío
verde-moco al frente y un interior aun peor), no tiene opción, no tiene
libertad, nadie respeta sus derechos.
Debemos pasar de un decadente modelo
estructurado y rígido donde el Estado emplea y paga, a uno libre dónde los
padres eligen en que colegio se formarán sus hijos, y por ende, dónde deben ir
las subvenciones del Estado.
Es hora de cambiar una Ley de 136 años de antigüedad (que ya nació malintencionada), por otra que exija mayores compromisos (antes que los derechos están las obligaciones), que respete el Derecho Natural (principalmente el de los padres) y que sea la piedra angular para una auténtica Democracia Participativa (sin politiquerías, de ser posible).
Estamos de acuerdo en que, semejante cambio es un salto imposible de practicar de una única vez y muy poco recomendable sin “una red” de contención adecuada. Red, que cada distrito “federalmente” deberá ayudar a tejer, considerando las necesidades locales y los requerimientos al gobierno nacional.
Pero se puede ir realizando por sectores y etapas. Y los colegios católicos pueden dar el ejemplo, ya tienen la organización interna necesaria, solamente deben acordar con los Ministerios que corresponden a cada uno, cómo cobrarles a ellos (y no a los padres) un plus por cada alumno matriculado (y ¡ya hay algunos que hacen algo parecido!) y comenzar a ser gratuitos 100%. La colecta parroquial semanal puede ayudar con los materiales y los religiosos (curas, monjas, seminaristas) a dar clases, ya que necesitamos con urgencia volver a tiempos memorables.
¡Qué Dios nos ayude a “pensar la
patria”!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario