
Y en Argentina es igual.
Desoyendo al pasado y con un suicida esnobismo, pensamos que las ideologías nunca se equivocan, aunque haya que poner la realidad patas para arriba para explicarlas; todo es posible si se cuenta con un buen relato.
Desconociendo la historia y con otro suicida desprecio por lo religioso, pensamos que la civilización comenzó con el iluminismo y la ilustración durante el 1700, y que sus hijas, las ideologías, son dogmas de la diosa razón que no se pueden discutir, so pena de ostracismo por oscurantista retrógrada.
Si, no se rían, es en serio. Parecen razonamientos de un idiota y ...quizás lo sean.
La idiotez se enseñorea sobre la ciencia, la razón deja de tener razón, y a nadie le importa la verdad. Discriminar lo bueno de lo malo y lo sano de lo enfermo es opresivo y estigmatizante. Buscar la verdad es un esfuerzo innecesario, ya que no existe. Debemos aceptar todas las ideas porque son las múltiples "verdades" que sí existen a partir de nuestros pareceres. Debemos aprender a vivir sin calificar, simplemente razonando y discurseando nuestro ideario, todo se somete a un debate inmanentista, y aún así, solo se podrá realizar lo que el relato permita.
Si, es para alarmarse. Ya no se necesita conocer la Verdad para ser realmente Libres. Ahora con una buena labia alcanza para sentirse libre y eso es suficiente.
Y en esto radica el Nuevo Orden Mundial.
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Antes de continuar, distingamos cultura laica que supone cierta sana autonomía de lo temporal, de la ideología laicista que niega los valores trascendentes y se enfrenta a todo lo que "huela" a Dios.
"Esta ideología laicista es una cultura negativa, marcada por la preocupación de tener cosas, la obsesión por la satisfacción inmediata, el afán de riquezas, el hedonismo o búsqueda del placer sin tener en cuenta los principios morales, la mentalidad antivida que lleva al rechazo del hijo, al aborto y a la eutanasia, mentalidad de la que tan partidarios son los políticos progres, y a la que el Papa Juan Pablo II llama cultura de la muerte.
Esta ideología en lugar de alumbrar un mundo sano, al mantener que no se pueden poner límites al avance científico, se ha convertido en un serio peligro para la humanidad y ha dejado tras de sí una destrucción desoladora. Ha olvidado al hombre, dejándolo solo, sin Dios, en un mundo sin sentido. Si Dios no existe, no debo responder de mis actos ante nadie, la conducta moral sería una solemne estupidez, y, por tanto, al no haber moral el camino queda libre para el más fuerte y el más insolidario. Por ello donde han tenido manos libres, los estados y gobiernos ateos han exigido la obediencia ciega dejando tras de sí docenas de millones de muertos y desde el punto de vista económico han arruinado los países que han tenido la desgracia de seguir sus doctrinas."
Ver Ideologíalaicista de Pedro Trevijano Etcheverria –15/01/10
Los seres humanos no necesitan de Dios, ellos mismos pueden ser sus propios dioses.
Y así la ilustración francesa engendró las ideologías del liberalismo, laicismo, marxismo y sus variantes, etc. Todas ellas tienen como objetivo gobernar e imponer sus criterios por encima de los derechos de los demás, que seguramente se encuentran "viciados" con algún criterio religioso. Todas estas ideologías son, en definitiva, totalitarismos ateos y anticristianos.
Durante 300 años se experimentó con cada una de ellas y los resultados fueron catastróficos:
- en Francia, para abolir las ideas religiosas optaron por cortar cabezas
- en México y en España, para iluminar al pueblo con la razón, quemaron iglesias y fusilaron curas y creyentes
- en Alemania, para lograr un sueño imperial se autopercibieron superiores, crearon un Estado militar, invadieron toda europa haciendo adorar a la raza aria, y enviaron a rezarle a Jehová personalmente a una nación entera
- en Rusia, para beneficiar al proletariado ruso mataron de hambre a los campesinos ucranianos, masacraron a "los opresores" y repoblaron siberia con los sobrevivientes de aquellos que se negaron a cambiar a Dios por el Estado
- en China, para beneficiar a los campesinos (no había proletariado), crearon otro dios Estado militar que esclavizó a toda la población y aplastó a los disidentes
- en el Reino Unido, Bélgica y Holanda para liberarse de la explotación monárquica, se enriquecieron esclavizando a un continente entero
- y etc., etc., etc.
Ahora bien, había que cambiar, con estos antecedentes no convencerían a nadie más de las bondades de la libertad, entonces, siguiendo las instrucciones de Gramsci, inventaron el socialismo del siglo XXI o marxismo cultural, que mantiene intactos todos los postulados anticristianos, pero ahora, te lo dan a beber con edulcorante.
En adelante, seremos democráticos, inclusivos y ecológicos.
- Aseguraremos una auténtica democracia basada en partidos políticos
- Impondremos un pensamiento único determinando lo "políticamente correcto" e impondremos estrictos controles a los comportamientos y severos castigos para quien ose pensar en disidencia argumentando libertad
- Reinventaremos la naturaleza, nos opondremos al orden natural con una cosmovisión no binaria fomentando la ideología de género
- Inventaremos derechos hasta para los animales y limitaremos el crecimiento destructor de la especie animal "humanos" y de sus familias, con el aborto, la eutanasia, la homosexualidad, la transexualidad y la pedofilia.
- Detendremos el cambio climático liberando a las vacas de la esclavitud y comiendo verdurita sin agroquímicos.
- Fomentaremos una cultura internacionalista sin fronteras ni naciones ni tradiciones.
- Rechazaremos cualquier vestigio religioso y aboliremos la búsqueda de la Verdad, la educación debe sustentarse en la ideología
- Rechazaremos la historia, no es una ciencia, es sólo mentira escrita por los vencedores. Estos relatos también necesitan se deconstruidos.
- Inventaremos un único lenguaje universal pero primero debemos destruir las lenguas existentes. Impondremos nuevos significados para las palabras, especialmente aquellas con cierta sacralidad e impondremos nuevas consignas "inclusivas" erradicando especialmente aquellas impuestas por la cultura paternalista.
- Etc., etc., etc.
Tanta pavada y tanto esnobismo, distrayendo a los seres humanos de su origen y destino trascendental y destruyendo las neuronas de una generación completa de jóvenes, debe tener una explicación, y la tiene, y se llama: Masonería (fundada en 1717).

Si, para sorpresa de los argentos progres que creen estar apoyando nuevos principios culturales, sociales y políticos para construir una sociedad equilibrada y justa, muy cercana al paraíso en la tierra, lamento informarles que no son más que marionetas en este juego que ya lleva tiempo.
Toda ideología que pretenda establecer "un nuevo orden mundial" fundado en un "hombre nuevo" es, con o sin intensión, instrumento de una lucha más antigua y profunda. Toda lucha política es, en realidad, una expresión de la lucha entre el bien y el mal.
A lo largo de la historia muchos han sido serviles al mal, tuvimos varios gobiernos prohibiendo a Dios y varias veces tuvimos una Iglesia perseguida hasta el martirio. También tuvimos varios gobiernos cómplices vendidos por unas monedas y varias veces tuvimos una Iglesia con todo tipo de corrupciones aún desde sus cabezas. Sin embargo, los primeros cayeron, como cualquier poder fundado en falsos principios, y los segundos fueron el germen para la reacción y la restauración de valores.
En los últimos siglos, estamos sufriendo un nuevo ataque, y a criterio de muchos entendidos: el último.
Todo ataque o provocación de estos malignos generará una reacción en defensa de la Verdad. No corresponde dar respuestas violentas, salvo cuando la caridad obliga a socorrer al prójimo, y mucho más cuando se trata de niños escandalizados. Los adultos no deben nunca dejar de denunciar a estos luciferinos y frente a los agravios poner la otra mejilla, siete veces siete si fuera necesario, salvo cuando el Buen Combate lo requiera.
Tenemos enfrentamientos en cada uno de los flancos, tiran con todo lo que tienen en todas las direcciones, llueven balas, aún dentro de los templos. Todos estos ataques, muy diversos en apariencia, tienen una misma raíz. Si logramos desenmascarar a La Masonería, podremos comenzar la restauración.
Caso contrario, a no perder la esperanza, tampoco triunfarán. La Parusía y la Reina del Cielo aplastando la cabeza del monstruo, lo resolverán y mejor que nosotros.
¡Qué Dios nos ayude a “pensar la patria”!
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Dejemos hablar a los que saben.
Anexo I
El reconocido especialista Manuel Guerra Gómez
escribió El árbol masónico. Trastienda y escaparate del Nuevo Orden Mundial. Pueden ver Aquí un resumen de su contenido.
Y el 26-10-2014 brindó una esclarecedora entrevista. Ver la nota completa Aquí . A continuación algunos párrafos.
¿cuál es la doctrina y los objetivos de la masonería actualmente y si estos difieren de épocas anteriores?
Para responder a esto se necesitaría un libro voluminoso. Los masones suelen decir que no tienen «verdades», ni «principios», «ni dogmas». Pero del dicho al hecho hay mucho trecho. Por «principios» se entienden las convicciones supremas que conforman el pensar y el obrar de los individuos e instituciones. He aquí los principios básicos de la masonería:
a) El relativismo, «todo es relativo menos que todo es relativo». Pero un relativismo no epistemológico, sino sociocultural e histórico, o sea, no hay verdad y bondad absoluta, es decir, válidas para todos los tiempos y regiones. «Nadie puede decir: esta es la verdad. Por tanto, todos tienen la capacidad de tomar decisiones, porque la verdad absoluta no existe» (Jorge Carvajal, Gran Maestro de la Gran Logia de Chile, mayo 2004). Todo depende de la circunstancialidad sociocultural de cada época.
b) El laicismo, que condena al arresto domiciliario lo religioso específico, las religiones existentes, especialmente lo católico, recluyéndolo al foro de la conciencia individual y dentro de los templos. Reserva los espacios públicos para lo común a todas las religiones. De ahí, fuera los signos religiosos (crucifijo, etc.,) de las calles, colegios, hospitales, colgantes al cuello mientras no se está en casa, eliminación de las clases de religión, etc.; asentamiento de la «escuela laica» (laicista), constitución laica, leyes laicas, etc.
c) El método masónico consiste en la necesidad de someter cualquier tema o cuestión a la libre discusión de modo que la solución dependa de la capacidad dialéctica de los dialogantes o del parecer o voto de la mayoría. Por eso, «demócratas auténticos son los laicos», o sea los laicistas, los masones, según afirmaba el Gran Maestro del Gran Oriente de Francia durante su visita a Asturias (España) el invierno 2007/2008.
d) El naturalismo, es decir la eliminación de todo lo sobrenatural (revelación divina, milagros, dogmas religiosos, etc.,). El hombre debe guiarse por la luz de los sentidos, de la experiencia, de la ciencia y de la razón, no por la luz de la fe religiosa.
¿Por qué la Iglesia siempre ha alertado sobre la incompatibilidad entre catolicismo y masonería?
[...] la Congregación de la Doctrina de la Fe, presidida por el entonces cardenal Joseph Ratzinger, con la aprobación del papa san Juan Pablo II, publicó una Declaración sobre las asociaciones masónicas. En ella se afirma: «Se mantiene inmutable el juicio negativo de la Iglesia respecto a las asociaciones masónicas, ya que sus principios han sido considerados siempre inconciliables con la doctrina de la Iglesia y por lo mismo la adscripción a las mismas permanece prohibida. Los fieles que pertenecen a las asociaciones masónicas están en estado de pecado grave y no pueden acceder a la sagrada comunión» (Acta Apostolicae Sedis, 76, 1984, p. 300).
Desde la primera condena pontificia de la masonería (Clemente XII, año 1738, tan solo 21 años después de la fundación de la masonería especulativa o moderna en 1717) hasta 1980 sigue una serie ininterrumpida de 371 documentos pontificios de cierta entidad y más de dos mil referencias papales contra la masonería. Con excomunión y condena o sin ellas la masonería es y seguirá siendo «inconciliable» con la Iglesia católica a no ser que cambie sus «principios», o sea, si no deja de ser masonería, la actual.
¿Observa vinculaciones entre la masonería y la práctica satánica? ¿Puede aportar nombres que mantengan o hayan mantenido esta práctica?
En mi Diccionario enciclopédico de las sectas (B.A.C., Madrid 20135 s. v. demonismo) describo más de cien sectas demoníacas en las tres ramas del demonismo, a saber, el luciferismo, el satanismo y la brujería. Varias han sido fundadas por masones y otras muchas se han inspirado en la masonería. Pero la masonería no rinde culto a Satanás, sino a Lucifer. Según la doctrina cristiana, «Demonio, Lucifer, Satanás, etc.,» son términos sinónimos; la masonería los diferencia. La masonería venera a Lucifer. Los rituales de los grados 3º al 14º giran en torno a la leyenda de Jirán Abí (castellanización del hebreo Hiram Abif) insertada en la tradición luciferina.
Además, en el rito de iniciación del grado 29º del Rito Escocés Antiguo y Aceptado Lucifer/Baphomet es llevado en «procesión» alrededor del «templo» o sala de reuniones. A su paso se le «adora» haciendo la genuflexión con la pierna izquierda, no con la derecha como los católicos ante el Santísimo o Jesucristo-Eucaristía. Para la masonería, Lucifer es –de acuerdo con la etimología de esta palabra- el «Portador de la Luz». Lo representan como el Prometeo de la mitología griega erguido, en actitud desafiante, levantando el brazo con la antorcha en la mano, que despide llamaradas simbólicas de la luz de la Razón, de la Ilustración y de la Ciencia. Así estaba en el suelo junto al Rockefeller Center, sede de la Gran Logia Rockefeller, hasta que fue trasladado a las afueras de Nueva York en 1992
¿Pero qué son o en qué consisten las fraternidades masónicas, las logias encubiertas y las organizaciones-pantalla de la masonería?
Estas organizaciones han sido medios eficacísimos para influir en la sociedad y transformarla de cristiana en masónica, o sea, relativista, laicista, etc. (cf. Vea en mi blog cómo ha influido e influye la masonería en la sociedad).
1) Las fraternidades masónicas (fraternelles maçonniques en francés) son logias de «hermanos» (frater en latín) o masones de la misma profesión, pero de cualquier Obediencia y Rito, de la misma o de diferentes naciones. Hay fraternidades de políticos (de distintos partidos; en caso de diferencia e incluso oposición entre las consignas de su partido y las de la masonería, prevalecen estas), de gobernantes, de parlamentarios, de profesores, de financieros, de miembros sindicales, de militares, de policías, etc.
Una de estas fraternidades médico-farmacéutica, capitaneada por Pierre Simon (1925-2008), Gran Maestro de la Gran Logia de Francia, e integrada por masones médicos franceses, belgas, holandeses y suizos fue la que consiguió la separación de la sexualidad respecto de la procreación (legalización de los anticonceptivos) y esta de la paternidad (inseminación artificial), legalización del aborto, de la experimentación con embriones vivos, etc., directamente en los países francófonos e indirectamente –por imitación- en otros muchos países. Imagínese su repercusión en las naciones iberoamericanas.
2) Logias encubiertas son aquellas cuya existencia es conocida solamente por los masones pertenecientes a las mismas y a los grados superiores (30º-33º). Sus miembros son masones de pleno derecho, pero sin obligación de asistir a las reuniones ordinarias de las logias. Son tan secretas –aunque menos que las fraternidades- porque de ordinario las componen personalidades políticas, militares, periodistas, etc., que así infiltran lo masónico más fácil y eficazmente en su entorno.
3) Las organizaciones-pantalla de la masonería. Carecen de vinculación visible con la masonería, pero están condicionadas totalmente por su pensamiento y directrices. No todos sus integrantes son masones; sus directivos son o masones generalmente no conocidos como tales o no masones, pero dóciles al talante y proyectos masónicos. Entre estas organizaciones descuellan las apellidadas «laicas» (o sea, laicistas) dedicadas a promover, por ejemplo, la educación masónica, es decir, la «escuela/ educación pública y laica», a veces añaden «única»
Se ha vinculado la masonería en muchas ocasiones con el intento de hacerse con el control político y económico mundiales, ¿qué hay de cierto en todo esto? ¿Qué personas o grupos de poder estarían detrás de este objetivo?
Se aspira a la instauración de un Nuevo Orden Mundial (NOM) con una sola religión y ética (lo común a todas las religiones y a todas las éticas, despojado de lo específico de cada una de ellas), una moneda mundial, un ejército mundial, una banca mundial, un tribunal de justicia mundial, una lengua mundial (no se ha conseguido mediante el esperanto inventado por un masón), etc. Cada una de las fórmulas precedentes debería ir precedida del calificativo «nuevo/a»; a veces «global» sustituye a «mundial». La Iglesia «católica», o sea, universal, mundial, considera al NOM malo no en si mismo, sino en la medida en que sea relativista y laicista, y, por ello, necesitado de una «nueva evangelización».
Los masones han sido y siguen siendo uno de los factores del NOM, probablemente el principal. Y esto ya desde L´Encyclopedie. Precisamente fue el Duque D´Antin, el primer Gran Maestro de la Gran Logia de Francia, el que, en 1738, propuso, como corolario de la nueva moral universal y de la unidad del género humano, redactar la Enciclopedia francesa, portavoz del racionalismo, del naturalismo y de la Ilustración. Su proyecto se discutió en las logias teniendo a los masones Diderot y D´Alambert como abanderados. El primer paso oficial hacia el NOM fue la Sociedad de Naciones, llamada «criatura de la masonería» (Epiphanius), «superestado masónico» (Leon de Poncins). El seis de diciembre de 1916 el Gran Oriente y la Gran Logia de Francia remitieron a todas las logias de la Tierra la invitación para participar en la celebración de una reunión en orden a poner en marcha la Sociedad de Naciones. Tras varias reuniones en las logias y de políticos fuera de ellas, uno de los presidentes masones de EE.UU, Wilson, adoptó básicamente los 13 puntos de un congreso masónico y, en enero de 1918, anunció la creación de la Sociedad de Naciones en el último de sus 14 puntos. La Sociedad de Naciones fue disuelta en abril de 1946 y sus bienes traspasados a la ONU, recién creada. «Más del 50%» de sus funcionarios y representantes, según una fuente autorizada, pertenecen a la masonería. La institución de la Sociedad de las Naciones fue un modo de celebrar el segundo centenario de la fundación de la masonería moderna (1717-1917). ¿Qué estarán preparando para la celebración de su tercer centenario (2017)? Todos los indicios apuntan hacia la promoción del sincretismo religioso, un paso decisivo para implantar lo común a todas las religiones. ¿La creación de un centro religioso global, gerente de lo religioso, vinculado a la ONU, con el cual deberán relacionarse los dirigentes de todas las religiones, como acaba de afirmar (julio, 2014) el masón José Luis Rodríguez Zapatero, expresidente del gobierno español (2004-2011) y como poco después ha propuesto el masón Simon Peres, expresidente de Israel, al papa Francisco?
Pero el poderío, más que en manos de los políticos, está en las de los grandes financieros. Véase la clarividente prospectiva de Pío XI sobre «el imperialismo internacional del dinero» en su encíclica Quadragesimo anno (nºs 39-40; 15.5.1931). Mas los agentes del «imperialismo económico» tienen también la marca de la escuadra y el compás: los Rockefeller, los Rothschild, Morgan, etc. «Permitidme fabricar y controlar el dinero de una nación y ya no me importa quién la gobierna» (Rothschild). Son propietarios de bancos, de fundaciones y compañías financieras, de universidades (educación de los futuros dirigentes), etc.; ejercen un influjo enorme y a veces controlan la Reserva Federal de EE.UU., el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Bilderberggroup, la Trilateral, etc., (cf. Masonería, religión y política…, pp. 259-292, 375-394).
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Y
finalmente, si quedaran dudas de lo que estamos tratando, podemos
acudir a una fuente aún más prestigiosa
Anexo II
"CONDENA DEL RELATIVISMO FILOSÓFICO Y MORAL DE LA MASONERÍA"
El género humano, después de apartarse miserablemente de Dios, creador y dador de los bienes celestiales, por envidia del demonio, quedó dividido en dos campos contrarios, de los cuales el uno combate sin descanso por la verdad y la virtud, y el otro lucha por todo cuanto es contrario a la virtud y a la verdad. El primer campo es el reino de Dios en la tierra, es decir, la Iglesia verdadera de Jesucristo. Los que quieren adherirse a ésta de corazón como conviene para su salvación, necesitan entregarse al servicio de Dios y de su unigénito Hijo con todo su entendimiento y toda su voluntad. El otro campo es el reino de Satanás. Bajo su jurisdicción y poder se encuentran todos lo que, siguiendo los funestos ejemplos de su caudillo y de nuestros primeros padres, se niegan a obedecer a la ley divina y eterna y emprenden multitud de obras prescindiendo de Dios o combatiendo contra Dios.
Con aguda visión ha descrito Agustín estos dos reinos como dos ciudades de contrarias leyes y deseos, y con sutil brevedad ha compendiado la causa eficiente de una y otra en estas palabras: "Dos amores edificaron dos ciudades: el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios edificó la ciudad terrena; el amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo, la ciudad celestial".
Durante todos los siglos han estado luchando entre sí con diversas armas y múltiples tácticas, aunque no siempre con el mismo ímpetu y ardor. En nuestros días, todos los que favorecen el campo peor parecen conspirar a una y pelear con la mayor vehemencia bajo la guía y con el auxilio de la masonería, sociedad extensamente dilatada y firmemente constituida por todas partes. No disimulan ya sus propósitos. Se levantan con suma audacia contra la majestad de Dios. Maquinan abiertamente la ruina de la santa Iglesia [...]
Ante un peligro tan inminente, en medio de una guerra tan despiadada y tenaz contra el cristianismo, es nuestro deber señalar el peligro, descubrir a los adversarios, resistir en lo posible sus tácticas y propósitos, para que no perezcan eternamente aquéllos cuya salvación nos está confiada, y para que no sólo permanezca firme y entero el reino de Jesucristo, cuya defensa Nos hemos tomado, sino que se dilate todavía con nuevos aumentos por todo el orbe.
JUICIO FUNDAMENTAL ACERCA DE LA MASONERIA
Varias son las sectas que, aunque diferentes en nombre, rito, forma y origen, al estar, sin embargo, asociadas entre sí por la unidad de intenciones y la identidad en sus principios fundamentales, concuerdan de hecho con la masonería, que viene a ser como el punto de partida y el centro de referencia de todas ellas. Estas sectas, aunque aparentan rechazar todo ocultamiento y celebran sus reuniones a la vista de todo el mundo y publican sus periódicos, sin embargo, examinando a fondo el asunto, conservan la esencia y la conducta de las sociedades clandestinas. Tienen muchas cosas envueltas en un misterioso secreto. Y es ley fundamental de tales sociedades el diligente y cuidadoso ocultamiento de estas cosas no sólo ante los extraños, sino incluso ante muchos de sus mismos adeptos.
Tales son, entre otras, las finalidades últimas y más íntimas, las jerarquías supremas de cada secta, ciertas reuniones íntimas y ocultas, los modos y medios con que deben ser realizadas las decisiones adoptadas. A este fin se dirigen la múltiple diversidad de derechos, obligaciones y cargos existente entre los socios, la distinción establecida de órdenes y grados y la severidad disciplinar con que se rigen. Los iniciados tienen que prometer, más aún, de ordinario tienen que jurar solemnemente, no descubrir nunca ni en modo alguno a sus compañeros, sus signos, sus doctrinas. Así, con esta engañosa apariencia y con un constante disimulo procuran con empeño los masones, como en otro tiempo los maniqueos, ocultarse y no tener otros testigos que sus propios conmilitones. Buscan hábilmente la comodidad del ocultamiento, usando el pretexto de la literatura y de la ciencia como si fuesen personas que se reúnen para fines científicos. Hablan continuamente de su afán por la civilización, de su amor por las clases bajas. Afirman que su único deseo es mejorar la condición de los pueblos y extender al mayor número posible de ciudadanos las ventajas propias de la sociedad civil. Estos propósitos, aunque fuesen verdaderos, no son, sin embargo, los únicos. Los afiliados deben, además, dar palabra y garantías de ciega y absoluta obediencia a sus jefes y maestros; deben estar preparados a la menor señal e indicación de éstos para ejecutar sus órdenes; de no hacerlo así, deben aceptar los más duros castigos, incluso la misma muerte. De hecho, cuando la masonería juzga que algunos de sus seguidores han traicionado el secreto o han desobedecido las órdenes recibidas, no es raro que éstos reciban la muerte con tanta audacia y destreza, que el asesino burla muy a menudo las pesquisas de la policía y el castigo de la justicia.
Ahora bien, esto de fingir y querer esconderse, de obligar a los hombres, como esclavos, con un fortísimo vínculo y sin causa suficientemente conocida, de valerse para cualquier crimen de hombres sujetos al capricho de otros, de armar a los asesinos procurándoles la impunidad de sus delitos, es un crimen monstruoso, que la naturaleza no puede permitir. Por esto, la razón y la misma verdad demuestran con evidencia que la sociedad de que hablamos es contraria a la justicia y a la moral natural.
Afirmación reforzada por otros argumentos clarísimos, que ponen de manifiesto esta contradicción de la masonería con la moral natural. Porque por muy grande que sea la astucia de los hombres para ocultarse, por muy excesiva que sea su costumbre de mentir, es imposible que no aparezca de algún modo en los efectos la naturaleza de la causa. No puede árbol bueno dar malos frutos, ni árbol malo dar frutos buenos (Mt.7,8). Los frutos de la masonería son frutos venenosos y llenos de amargura. Porque de los certísimos indicios que antes hemos mencionado, brota el último y principal de los intentos masónicos; a saber: la destrucción radical de todo el orden religioso y civil establecido por el cristianismo, y la creación, a su arbitrio, de otro orden nuevo con fundamentos y leyes tomados de la entraña misma del naturalismo.
NATURALEZA Y METODOS DE LA MASONERIA
[Autonomía de la razón]
Ahora bien, el principio fundamental de los que profesan el Naturalismo, como su mismo nombre declara, es que la naturaleza humana y la razón natural del hombre han de ser en todo maestras y soberanas absolutas.
Establecido este principio, los naturalistas, o descuidan los deberes para con Dios, o tienen de éstos un falso concepto impreciso y desviado. Niegan toda revelación divina. No admiten dogma religioso alguno. No aceptan verdad alguna que no pueda ser alcanzada por la razón humana. Rechazan todo maestro a quien haya que creer obligatoriamente por la autoridad de su oficio. Y como es oficio propio y exclusivo de la Iglesia Católica guardar enteramente y defender en su incorrupta pureza el depósito de las doctrinas reveladas por Dios, la autoridad del Magisterio y de los demás medios sobrenaturales para la salvación, de aquí que todo el ataque iracundo de estos adversarios se haya concentrado sobre la Iglesia.
[...] hablan públicamente y defienden la separación total de la Iglesia y del Estado. Excluyen así de la legislación y de la administración pública el influjo saludable de la religión católica. De lo cual se sigue la tesis de que la constitución total del Estado debe establecerse al margen de las enseñanzas y de los preceptos de la Iglesia. Pero no les basta con prescindir de tan buena guía como es la Iglesia. La persiguen, además, con actuaciones hostiles. Se llega, en efecto, a combatir impunemente de palabra, por escrito y con la enseñanza los mismos fundamentos de la religión católica. Se niegan los derechos de la Iglesia. No se respetan las prerrogativas con que Dios la enriqueció. Se reduce al mínimo su libertad de acción, y esto con una legislación en apariencia no muy violenta, pero en realidad dada expresamente para impedir la libertad de la Iglesia. Vemos, además, al Clero oprimido con leyes singularmente graves, promulgadas para disminuir cada día más su número y para reducir sus recursos; el patrimonio eclesiástico que todavía queda, gravado con todo género de cargas y sometido enteramente al juicio arbitrario del Estado; y las Ordenes Religiosas suprimidas y dispersas. [...]
Y si los afiliados a la masonería no están obligados a abjurar expresamente de la fe católica, esta táctica está tan lejos de oponerse a los intentos masónicos, que más bien sirve a sus propósitos. En primer lugar, porque éste es el camino de engañar fácilmente a los sencillos y a los incautos y de multiplicar el número de adeptos. Y en segundo lugar, porque al abrir los brazos a todos los procedentes de cualquier credo religioso, logra, de hecho, la propagación del gran error de los tiempos actuales: el indiferentismo religioso y la igualdad de todos los cultos. Conducta muy acertada para arruinar todas las religiones, singularmente la Católica, que, como única verdadera, no puede ser igualada a las demás sin suma injusticia.
[Errores Metafísicos]
Pero los naturalistas avanzan más todavía. Lanzados audazmente por la vía del error en los asuntos de mayor importancia, caen despeñados por el precipicio de las conclusiones más extremistas, ya sea por la flaqueza de la naturaleza humana, ya sea por justo juicio de Dios, que castiga el pecado de la soberbia naturalista. De esta manera sucede que para esos hombres pierden toda su certeza y fijeza incluso las verdades conocidas por la sola luz natural de la razón, como son la existencia de Dios y la espiritualidad e inmortalidad del alma humana.
Por su parte, la masonería tropieza con estos mismos escollos a través de un camino igualmente equivocado. Porque si bien reconocen generalmente la existencia de Dios, afirman, sin embargo, que esta verdad no se halla impresa en la mente de cada uno con firme asentimiento y estable juicio. Reconocen, en efecto, que el problema de Dios es entre ellos la causa principal de sus divisiones internas. Más aún, es cosa sabida que últimamente ha habido entre ellos, por esta misma cuestión, una no leve contienda. Pero, en realidad, la secta concede a sus iniciados una libertad absoluta para defender la existencia de Dios o para negarla; y con la misma facilidad se recibe a los que resueltamente defienden la opinión negativa como a los que piensan que Dios existe, pero tienen acerca de Dios un concepto erróneo como los panteístas, lo cual equivale a conservar una absurda idea de la naturaleza divina, rechazando la verdadera noción de ésta. Destruido o debilitado este principio fundamental, síguese lógicamente la inestabilidad en las verdades conocidas por la razón natural: la creación libre de todas las cosas por Dios, la providencia divina sobre el mundo, la inmortalidad de las almas, la vida eterna que ha de suceder a la presente vida temporal.
[Moral cívica]
Perdidas estas verdades, que son como principios del orden natural, trascendentales para el conocimiento y la práctica de la vida, fácilmente aparece el giro que ha de tomar la moral pública y privada. No nos referimos a las virtudes sobrenaturales, que nadie puede alcanzar ni ejercitar sin especial don gratuito de Dios. Por fuerza no puede encontrarse vestigio alguno de estas virtudes en los que desprecian como inexistentes la redención del género humano, la gracia divina, los sacramentos y la bienaventuranza que se ha de alcanzar en el cielo. Hablamos aquí de las obligaciones derivadas de la moral natural. Un Dios creador y gobernador providente del mundo; una ley eterna que manda conservar el orden natural y prohíbe perturbarlo; un fin último del hombre, muy superior a todas las realidades humanas y colocado más allá de esta transitoria vida terrena. Estas son las fuentes, éstos son los principios de toda moral y de toda justicia. Si se suprimen, como suelen hacer el naturalismo y la masonería, la ciencia moral y el derecho quedan destituidos de todo fundamento y defensa.
En efecto, la única moral que reconoce la familia masónica, y en la que, según ella, ha de ser educada la juventud, es la llamada moral cívica, independiente y libre; es decir, una moral que excluya toda idea religiosa. Pero la debilidad de esta moral, su falta de firmeza y su movilidad a impulso de cualquier viento de pasiones, están bien demostradas por los frutos de perdición que parcialmente están ya apareciendo. Pues dondequiera que esta educación ha comenzado a reinar con mayor libertad, suprimiendo la educación cristiana, ha producido la rápida desintegración de la sana y recta moral, el crecimiento vigoroso de las opiniones más horrendas y el aumento ilimitado de las estadísticas criminales. Muchos son los que deploran públicamente esas consecuencias. Incluso no son pocos los que, aun contra su voluntad, las reconocen obligados por la evidencia de la verdad.
Pero, además, como la naturaleza humana quedó manchada con la caída del primer pecado y, por esta misma causa, más inclinada al vicio que a la virtud, es totalmente necesario para obrar moralmente bien sujetar los movimientos desordenados del espíritu y someter los apetitos a la razón. Y para que en este combate la razón vencedora conserve siempre su dominio se necesita muy a menudo el despego de todas las cosas humanas y la aceptación de molestias y trabajos muy grandes.
Pero los naturalistas y los masones, al no creer las verdades reveladas por Dios, niegan el pecado del primer padre de la humanidad, y juzgan por esto que el libre albedrío "no está debilitado ni inclinado al pecado". Por el contrario, exagerando las fuerzas y la excelencia de la naturaleza y poniendo en ésta el único principio regulador de la justicia, ni siquiera pueden pensar que para calmar los ímpetus de la naturaleza y regir sus apetitos sean necesarios un prolongado combate y una constancia muy grande. Por esto vemos el ofrecimiento público a todos los hombres de innumerables estímulos de las pasiones; periódicos y revistas sin moderación ni vergüenza alguna; obras teatrales extraordinariamente licenciosas; temas y motivos artísticos buscados impúdicamente en los principios del llamado realismo; artificios sutilmente pensados para satisfacción de una vida muelle y delicada; la búsqueda, en una palabra, de toda clase de halagos sensuales, ante los cuales cierre sus ojos la virtud adormecida.
Al obrar así proceden criminalmente, pero son consecuentes consigo mismos todos los que suprimen la esperanza de los bienes eternos y la reducen a los bienes caducos, hundiéndola en la tierra. Los hechos referidos pueden confirmar una realidad fácil de decir, pero difícil de creer. Porque como no hay nadie tan esclavo de las hábiles maniobras de los hombres astutos como los individuos que tienen el ánimo enervado y quebrantado por la tiranía de las pasiones, hubo en la masonería quienes dijeron y propusieron públicamente que hay que procurar con una táctica pensada sobresaturar a la multitud con una licencia infinita en materia de vicios; una vez conseguido este objetivo, la tendrían sujeta a su arbitrio para acometer cualquier empresa.
[Familia y Educación]
Por lo que toca a la sociedad doméstica, toda la doctrina de los naturalistas se reduce a los capítulos siguientes: el matrimonio pertenece a la categoría jurídica de los contratos. Puede rescindirse legalmente a voluntad de los contrayentes. La autoridad civil tiene poder sobre el vínculo matrimonial. En la educación de los hijos no hay que enseñarles cosa alguna como cierta y determinada en materia de religión; que cada uno al llegar a la adolescencia escoja lo que quiera. Los masones están de acuerdo con estos principios. No solamente están de acuerdo, sino que se empeñan, hace ya tiempo, por introducir estos principios en la moral de la vida diaria. En muchas naciones, incluso entre las llamadas católicas, está sancionado legalmente que fuera del matrimonio civil no hay unión legítima alguna. En algunos Estados la ley permite el divorcio. En otros Estados se trabaja para lograr cuanto antes la licitud del divorcio. De esta manera se tiende con paso rápido a cambiar la naturaleza del matrimonio, convirtiéndolo en una unión inestable y pasajera, que la pasión haga o deshaga a su antojo. La masonería tiene puesta también la mirada con total unión de voluntades en el monopolio de la educación de los jóvenes. Piensan que pueden modelar fácilmente a su capricho esta edad tierna y flexible y dirigirla hacia donde ellos quieren y que éste es el medio más eficaz para formar en la sociedad una generación de ciudadanos como ellos imaginan. Por esto, en materia de educación y enseñanza no permiten la menor intervención y vigilancia de los ministros de la Iglesia, y en varios lugares han conseguido que toda la educación de los jóvenes esté en manos de los laicos y que al formar los corazones infantiles nada se diga de los grandes y sagrados deberes que unen al hombre con Dios.
[Doctrina Política]
Vienen a continuación los principios de la ciencia política. En esta materia los naturalistas afirman que todos los hombres son jurídicamente iguales y de la misma condición en todos los aspectos de la vida. Que todos son libres por naturaleza. Que nadie tiene derecho de mandar a otro y que pretender que los hombres obedezcan a una autoridad que no proceda de ellos mismos es hacerles violencia.
Todo está, pues, en manos del pueblo libre; el poder político existe por mandato o delegación del pueblo, pero de tal forma que, si cambia la voluntad popular, es lícito destronar a los Príncipes aun por la fuerza. La fuente de todos los derechos y obligaciones civiles está o en la multitud o en el gobierno del Estado, configurado, por supuesto, según los principios del derecho nuevo. Es necesario, además, que el Estado sea ateo. No hay razón para anteponer una religión a otra entre las varias que existen. Todas deben ser consideradas por igual.
Que los masones aprueban igualmente estos principios y que pretenden constituir los Estados según este modelo son hechos tan conocidos que no necesitan demostración. Hace ya mucho tiempo que con todas sus fuerzas y medios pretenden abiertamente esta nueva constitución del Estado. Con lo cual están abriendo el camino a otros grupos más audaces que se lanzan sin control a pretensiones peores, pues procuran la igualdad y propiedad común de todos los bienes, borrando así del Estado toda diferencia de clases y fortuna.
EL MAL RADICAL DE LA MASONERIA
[Dogmática depravada]
La naturaleza y los métodos de la masonería quedan suficientemente aclarados con la sumaria exposición que acabamos de hacer.
Sus dogmas fundamentales discrepan tanto y tan claramente de la razón, que no hay mayor depravación ideológica. Querer destruir la religión y la Iglesia, fundada y conservada perpetuamente por el mismo Dios, y resucitar, después de dieciocho siglos, la moral y la doctrina del paganismo, es necedad insigne e impiedad temeraria.
Ni es menos horrible o intolerable el rechazo de los beneficios que con tanta bondad alcanzó Jesucristo, no sólo para cada hombre en particular, sino también para cuantos viven unidos en la familia o en la sociedad civil; beneficios, por otra parte, señaladísimos según el juicio y testimonio de los mismos enemigos. En este insensato y abominable propósito parece revivir el implacable odio y sed de venganza en que Satanás arde contra Jesucristo. De manera semejante, el segundo propósito de los masones, destruir los principios fundamentales del derecho y de la moral y prestar ayuda a los que, imitando a los animales, querrían que fuese lícito todo lo agradable, equivale a empujar al género humano ignominiosa y vergonzosamente a la muerte.
[...] Y los que quieren liberar al Estado de todo deber religioso, proceden no sólo contra todo derecho, sino además con una absurda ignorancia. Y como los hombres nacen ordenados a la sociedad civil por voluntad de Dios, y el poder de la autoridad es un vínculo tan necesario a la sociedad que sin aquél ésta se disuelve necesariamente, síguese que el mismo que creó la sociedad creó también la autoridad. De aquí se ve que, sea quien sea el que tiene el poder, es ministro de Dios. Por lo cual, en todo cuanto exijan el fin y naturaleza de la sociedad humana, es razonable obedecer al poder legítimo cuando manda lo justo como si se obedeciera a la autoridad de Dios, que todo lo gobierna. Y nada hay más contrario a la verdad que suponer en manos del pueblo el derecho de negar la obediencia cuando le agrade. De la misma manera nadie pone en duda la igualdad de todos hombres si se consideran su común origen y la naturaleza, el fin último a que todos están ordenados y los derechos y obligaciones que de aquéllos espontáneamente derivan. Pero como no pueden ser iguales las cualidades personales de los hombres y son muy diferentes unos de otros en los dotes naturales de cuerpo y de alma y son muchas las diferencias de costumbre, voluntades y temperamentos, nada hay más contrario a la razón que pretender abarcarlo y confundirlo todo en una misma medida y llevar a las instituciones civiles a una igualdad jurídica tan absoluta. Así como la perfecta disposición del cuerpo humano resulta de la unión armoniosa de miembros diversos, diferentes en forma y funciones, pero que vinculados y puestos en sus propios lugares constituyen un organismo hermoso, vigoroso y apto para la acción, así también en la sociedad política las desemejanzas de los individuos que la forman son casi infinitas. Si todos fuesen iguales y cada uno se rigiera a su arbitrio, el aspecto de este Estado sería horroroso. Pero si, dentro de los distintos grados de dignidad, aptitudes y trabajo, todos colaboran eficazmente al bien común, reflejarán la imagen de un Estado bien constituido y conforme a la naturaleza.
Los perturbadores errores que hemos enumerado bastan por sí solos para provocar en los Estados temores muy serios. Porque, suprimido el temor de Dios y el respeto a las leyes divinas, despreciada la autoridad de los gobernantes, permitida y legitimada la fiebre de las revoluciones, desatadas hasta la licencia las pasiones populares, sin otro freno que la pena, forzosamente han de seguirse cambio y trastornos universales. Estos cambios y estos trastornos son los que buscan de propósito, sin recato alguno, muchas asociaciones comunistas y socialistas.
La masonería, que favorece en gran escala los intentos de estas asociaciones y coincide con ellas en los principios fundamentales de su doctrina, no puede proclamarse ajena a los propósitos de aquéllas.
Y, si de hecho no llegan de modo inmediato y en todas partes a los mayores extremos, no ha de atribuirse esta falta a sus doctrinas ni a su voluntad, sino a la eficaz virtud de la inextinguible religión divina y al sector sano de la humanidad que, rechazando la servidumbre de las sociedades clandestinas, resiste con energía los locos intentos de éstas.
Género Humano – Leon XIII – Sobre la secta de los masones - Texto completo Aquí
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