Relatos de la Edad Media (05/2023)

 

Ya he comentado mi sorpresa cuando durante un almuerzo de trabajo mis compañeros, profesionales y cultos, se escandalizaban relatando "negras historias" de la Edad Media y dicho sea de paso, se justificaban así por no ir nunca a la iglesia, pese a ser bautizados y haber bautizado a sus hijos, y por su "machista" aversión por los curas. Luego de una desafortunada e improductiva intervención, me llamé tímidamente a silencio, y al observarlos vi, y tuve que esconder una sonrisa, a unos vergonzosos niños escapando para que nadie pueda etiquetarlos de "chupacirios".


Aún hoy me cuesta entender cómo adultos leídos e instruidos continuaban creyendo en las leyendas de una inmensa mayoría de pobres sumidos en la ignorancia y sufriendo hambre, miseria y enfermedades, versus un puñado de frailes y señores feudales opresores y violentos gozando de grandes riquezas y privilegios; leyendas de una edad media culpable de un gran retroceso intelectual, científico y cultural de la humanidad, por influjo y prédica de una Iglesia que todo lo controlaba, incluídos a los reyes, y que fomentaba la ignorancia para subyugar al pueblo con supercherías.

La Edad Media comienza a mediados del siglo V con la caída del Imperio romano de Occidente y finaliza a fines del siglo XV con el descubrimiento de América (o años antes, con la caída del Imperio Bizantino y el fin de la Guerra de los Cien Años).

Y el primer absurdo que escuchamos es asimilable a que la humanidad no vivió durante 1000 años. Los grandes avances de la bella edad antigua se frenaron y sólo pudieron continuar en la edad moderna gracias al renacimiento. 

Si algo no podemos hacer en una discusión que se precie de seria, es acudir a simplificaciones, las mismas no permiten ni el análisis ni la crítica, y por lo tanto, y hay que decirlo sin eufemismos, idiotizan. Si no invertimos en leer, estudiar y criticar a propios y ajenos buscando con honestidad la verdad, terminaremos repitiendo lo que nos cuentan, es decir, sin libertad.

Como cuando hablan de la conquista de américa y simplifican sin distinguir la salvaje conquista protestante anglosajona del norte de la evangelizadora gesta católica española del sur, o simplifican 300 años de historia de la evangelización de 11 reyes españoles diferentes, relatando hechos locales o aislados y cuasi policiales de los años previos a los movimientos independentistas.

Frente a este tipo de soberbia ignorante solo nos queda el silencio, no vale la pena, es peor que sembrar entre las piedras, y eso mismo es lo que hice frente a mis compañeros.

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La simplificación de que europa vivió 1.000 años en la completa ignorancia hasta que el azar mágico "iluminó" a un selecto grupo y se terminó el oscurantismo, es hasta irrisorio, los historiadores han demostrado su falsedad y puesto en evidencia el relato protestante de la ilustración.

La caída del Imperio Romano dejó a europa sin gobierno, en total anarquía, insegura, fragmentada, como ejemplos en la misma Roma tenemos el coliseo vandalizado en su frente sin marmoles y las mansiones destruidas y saqueadas. La necesidad de cuidados y protección fue moldeando el sistema feudal.. La Iglesia fue quien rescató y protegió la cultura greco-romana conservando sus obras (a veces hasta comprando arte a los ladrones) y difundiendo la filosofía aristotélica, además de fundar las primeras universidades y crear bibliotecas con el cuidado, traducción y copiado de libros. ¿De qué otra forma, siglos más tarde, el renacimiento hubiera podido retomar la tradición artística de la antigüedad?

La escolástica fue el método filosófico que alcanzó su apogeo en el siglo XIII con autores como Alberto Magno o Tomás de Aquino, lejos de ser oscurantista, fusionó la razón y la fe. Es una obviedad, pero debemos recordar que nuestra civilización occidental y cristiana se afirma sobre la continuidad cultural greco-romana-cristiana y la filosofía aristotélica-tomista.

A partir del renacimiento, pero ya en la Edad Moderna, se desarrollará el antropocentrismo racionalista base de la Ilustración. El mismo que también se lo utilizó para justificar el Despotismo Ilustrado de las monarquías en decadencia y alimentó a la burguesía, víctima de ese despotismo, para edificar el Liberalismo. Los reyes necesitaban controlar al sistema feudal para solventar sus guerras expansionistas, sus sueños imperiales y sus excentricidades haciéndose adorar como un semidiós. Los burgueses, cansados de ser esquilmados necesitaban atacar a feudos y reyes para apoderarse de las riquezas de los nobles, reyes y curas, carcomieron los cimientos del sistema feudal y del sistema monárquico y destruyeron absolutamente todo, las bondades de la edad media junto con las miserias de la edad moderna. Finalmente, y luego de una verdadera carnicería, impusieron un sistema republicano, que dicho sea de paso nunca funcionó.

El nacimiento de la modernidad necesitaban un relato que los justificara: "una mezcla de fanatismo de la Ilustración, odio al papado del protestantismo, anticlericalismo francés y esnobismo clasicista", según el historiador y bloguero ateo Tim O'Neil.

"El mito dice que los griegos y los romanos eran tipos sabios y racionales que amaban la ciencia y estaban a punto de hacer todo tipo de cosas maravillosas (inventar máquinas de vapor a gran escala es un ejemplo que suele invocarse, de manera bastante fantasiosa), hasta que llegó el cristianismo [...[ entonces prohibió todo aprendizaje y pensamiento racional y marcó el comienzo de la Edad Media. Luego, una teocracia de puño de hierro, respaldada por una Inquisición al estilo de la Gestapo, impidió que ocurriera cualquier ciencia o investigación cuestionadora hasta que Leonardo da Vinci inventó la inteligencia y el maravilloso Renacimiento nos salvó a todos de la oscuridad medieval.
Uno de los riesgos laborales de ser un ateo y humanista secular que merodea por los foros de discusión es encontrarse con un asombroso nivel de analfabetismo histórico".

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Primero debemos superar las oscuras imágenes más utilizadas para denigrar a la edad media: La Inquisición, el Cinturón de castidad y el Derecho de pernada, pera luego sacar a la luz algunas verdades ocultas.

La Santa Inquisición

En el siglo XI, la Iglesia debió enfrentar muchísimas herejías y debió enfrentar también, algunos "remedios" que algunos bien intencionados aplicaban.

Algunas herejías fueron originadas por la decadencia del clero, los iluminados (antisacerdotales o humillados) rechazaban la jerarquía de la Iglesia, criticaban su poder y riquezas, negaban la mayoría de los sacramentos y practicaban una pobreza extrema. ALgunas otras ya descabelladas o perversas, sostenían que “una mujer embarazada tiene el demonio dentro” y restringían hasta el sexo conyugal por considerarlo pecaminoso (maniqueísmo o “catarismo medieval”). "Ciudades enteras que, por la predicación de los herejes y por la debilidad de algunos sacerdotes católicos, pasaban a enrolarse completamente en las nuevas prácticas y quien no estuviera de acuerdo, no recibía tratos “humanitarios”; [...], las iglesias y altares eran profanados por los herejes, los sacerdotes azotados, los monjes encarcelados y sometidos a tremendas torturas para obligarlos a apostatar. Las sectas, sobre todo los albigenses (o cátaros), obligaban al acatamiento de sus creencias mediante la lucha armada, la devastación y el incendio.

Las reacciones no se hicieron esperar, el pueblo con apoyo de los magistrados y reyes y/o viceversa aplicaron penas expeditivas y drásticas, la horca o la hoguera.

Algo había que hacer, y la Iglesia empezó recomendando: La predicación y los tratados doctrinales, las misiones y las controversias (que eran discusiones públicas), penas disciplinarias (excomunión) y finalmente la denuncia civil con penas civiles como el destierro y la confiscación de bienes siempre apelando al arrepentimiento, que dado el caso, ameritaba la recuperación de todos los bienes. De persistir en la herejía o probarse reincidencia la pena podía llegar a la muerte.

"Así surgía entonces la Inquisición medieval, conjuntamente del poder civil y del eclesiástico, aplicando la justicia pero sin el olvido de la misericordia".

Ver Como nació la inquisición - I parte y II parte.

Un dato importante es que sólo los bautizados por la Iglesia Católica podían ser juzgados por los tribunales de la Inquisición. "Jamás la Inquisición perseguiría a judíos, musulmanes o protestantes, simplemente porque no podían cometer herejías, formalmente hablando".

Pero gracias a la imprenta y a la propaganda escrita por un líder protestante, Guillermo de Orange, se instaló un relato, que perdura aún en el imaginario colectivo.

La caza de brujas, las horcas y hogueras y las salvajes torturas con las artefactos más diabólicos se asocian con los tribunales de la Inquisición de la edad media, especialmente la española, pero ocurrieron realmente en la edad moderna, y tampoco sucedieron ni como ni donde los cuentan.

Las guerras religiosas cubrieron toda europa y las naciones protestantes fueron más expeditivas y salvajes que las católicas. Por ejemplo, España creó el Santo Oficio y documentó absolutamente todo. Así cobró fama Tomás de Torquemada, nombrado por los reyes católicos en 1483, quien sí ejecutó a unos cuantos, sembró un clima de terror y fue utilizado por el relato protestante para establecer el número ficticio de 10.000 víctimas (y algo sabemos los argentinos de "cuentos numéricos"). De la misma forma, el relato se escandalizó con la expulsión de los judíos de la península, cuando en realidad, la mayoría eran descendientes de los que antes habían sido expulsados de Inglaterra, Francia, etc.

La inquisición se convirtió en una perversa herramienta recién a finales del siglo XVI, es decir en la Edad Moderna. Originalmente fue creada para brindar la oportunidad del arrepentimiento, no para obtener una confesión de culpabilidad ni para condenar ni ejecutar; las naciones católicas fueron las que casi no realizaron ejecuciones, sí en cambio las protestantes para perseguir precisamente a los católicos por intereses políticos y económicos.

Las víctimas fueron entre 40.000 y 60.000 en toda europa. Los números más negativos, le asignan a España, Portugal e Italia entre 500 y 2.000 victimas, mientras que en Alemania fueron no menos de 25.000, y en Polonia, Suiza, Francia, Inglaterra y Escocia otro tanto.

Siempre debemos tener presente la barbarie que se vivía en la edad moderna, por ejemplo, por cada 100 condenas a muerte de los tribunales ordinarios había 1 de tribunales inquisitoriales. Asimismo, la inquisición recurría a la tortura muy rara vez, existían órdenes de evitar daños permanentes y se requería la presencia de un médico, a diferencia de los civiles, donde sí se aplicaban salvajes torturas. La época fue salvaje, no la inquisición.

Aprovechando la documentación de españa, los historiadores aseguran que de 125.000 juicios y procesos a lo largo de 350 años, sólo el 3,5 % fueron condenas muerte. La mayoría de las causas eran menores (27% blasfemias y palabras malsonantes, 24% mahometismo, 10% conversos falsos, 8% luteranos), sólo un 8% por brujería. Pero como los convictos se escapaban, nunca llegaban a detenerse o morían antes de la ejecución, del 3,5% de condenas, tan sólo al 1,8% se ejecutó la pena. Para los ausentes se utilizaban muñecos (efigie) que los representaban.

Existen miles de documentos y miles de artículos de historiadores, para empezar pueden googlear "leyenda negra de la inquisición" o " muertos en europa por la inquisición" y seleccionar el sitio o autor de su preferencia.

Cinturón de castidad y Derecho de pernada

Descontando las imágenes surgidas de las historietas picarescas que a todos nos divierten, existe otro binomio de oscuras imágenes que perduran en el imaginario colectivo, y son sin dudas, las crueles historias sobre el Cinturón de castidad y el Derecho de pernada. Pero de ellas ya he publicado anteriormente. Ver  Derecho de pernada

El Sexo

Los curas nunca condenaron el sexo y la desnudez, aunque lo referían siempre dentro del matrimonio, antes bien que muchos de ellos lo practicaban descaradamente, quienes sí injuriaron al sexo e implantaron el puritanismo años mas tarde, y justamente en respuesta a aquellos excesos, fueron los protestantes. 

Para tener una idea de cómo se vivía el sexo sólo basta leer El Decamerón de Boccaccio escrito a mediados del 1300. Se pecaba como siempre se pecó, y se peca, nada inventamos en esta éra, pero ni se escondía ni se justificaba cobardemente como sí se lo hace hoy en día, se lo asumía, se pedía perdón, se reparaba si se podía y se hacía penitencia. Y nada de esto implicaba andar amargado por la vida, el católico al igual que el Señor, siempre fue un tipo alegre.

La Higiene y la Salud

La edad media nunca fue una era de falta de higiene y cuidados personales, había recetarios para la limpieza del cuerpo y el cuidado de la piel, la limpieza de la ropa, la elaboración de cosméticos y perfumes, y había normas en los hospitales para el aseo de los enfermos y la ropa de cama; hombres y mujeres cuidaban su aspecto en la vestimenta y en el peinado. 

Fue recién en la edad moderna con el hacinamiento en las grandes ciudades donde se comenzaron a infringir algunas de estas normas.

La Seguridad

La normas que regían "La Caballería" eran mucho más confiables y nobles que las normas que regirán "las policías" posteriores, los guerras eran entre profesionales y el servicio militar era algo excepcional y de corta duración. 

La justicia se impartía en los castillos y era muy expeditiva con penas más clementes que las actuales.

Recomiendo la lectura del libro "La Caballería: La fuerza armada al servicio de la verdad desarmada" del P.Alfredo Sáenz. A continuación, extractos de:

Sinopsis

La Edad Media entendió la sociedad como dividida en tres grandes estamentos, no por cierto enfrentados entre sí sino armónicamente cohesionados: los que oran, los que trabajan y los que combaten. La Caballería es en lo social lo que la virtud de la Fortaleza en lo personal. La agresividad que todos tenemos nos ha sido dada para emplearla en desarraigar los obstáculos que nos impiden alcanzar el Bien. La fuerza quitada al caballero no desaparece: la ejercerá el bandido, el usurero, la empresa sin alma, el estado endiosado, o quien fuere. Porque la fuerza no puede ser suprimida, sino que debe ser ordenada. El enemigo trata de dejarnos inermes frente a su agresión; y tendrá, entonces, el monopolio de la fuerza desordenada. El caballero, en cambio, pone su espada al servicio de la Justicia y de las causas nobles.


Prefacio

Fe y Milicia

Suele afirmarse en nuestros días que el espíritu evangélico es incompatible con la condición militar. Esto conduce por lo común a una serie de oposiciones dialécticas invariablemente falsas. Así, el mensaje cristiano queda reducido a una pasiva aceptación de cualquier cosa, a condición de que se mencione genéricamente la “fraternidad”, el “amor” o algún otro tópico por el estilo, cuanto más vagamente mejor. A su vez, el estado militar se reduce al ejercicio ciego de la violencia, descontando que ella será siempre sinónimo de abuso y atropello.

En este mundo de imprecisos “derechos humanos” y de “adultez de la humanidad”, que desconoce las nociones de Orden y Jerarquía; que, de espaldas a la Realeza de Cristo, ha identificado el progreso con la apostasía, subordinando la Justicia a la comodidad y la Verdad a la conveniencia; que descree del amor a la Patria, procurando un mundialismo utópico y un paraíso en la tierra, mientras que hipócritamente se perpetran las peores atrocidades en este mundo, pues, es lógico que la figura del soldado resulte tan insoportable como extemporánea, y que se pretenda también que resulte anticristiana.

[...] En el plano religioso las consecuencias son igualmente serias: se pretende reducir la doctrina cristiana a una serie de recetas para asegurar una promiscua convivencia. De este modo, el cristiano deberá ser ecléctico y anodino, adaptable a todo y con todo reconciliable; capaz de rápidos cambios de puntos de vista y de múltiples transacciones, aunque resulten contradictorias. Nada suscitará su rechazo frontal ni moverá su cólera. La norma será el tipo humano edulcorado y sumiso. El lema, pedir perdón por un pasado presuntamente intolerante y cerril.

El Pacifismo

El pacifismo es anticristiano, porque no puede recibir otro nombre todo aquello que conlleve renunciar a la justicia y a la verdad en aras de la conveniencia; todo lo que suponga preferir una existencia pacata y sin sobresaltos a la necesidad de librar el Buen Combate.

El Trabajo

El trabajo era básicamente rural y se inventaron varias herramientas que facilitaban las tareas, estas seguían el ritmo de la luz natural y de las épocas de siembra y cosecha, los feriados por fiestas religiosas eran muchos.

Cómo ejemplo diremos que la regla monástica de San Benito "ora et labora" (8 horas para trabajar, 8 para rezar y 8 para descansar) fue escrita en el 516 y poco a poco se fue extendiendo a todos los trabajadores.

Finalmente la norma fue ordenada por Felipe II en 1593 y aplicada incluso a los aborígenes americanos, donde «Todos los obreros de las fortificaciones y las fábricas trabajarán 8 horas al día, 4 por la mañana y 4 por la tarde; las horas serán distribuidas por los ingenieros según el tiempo más conveniente, para evitar a los obreros el ardor del sol y permitirles el cuidar de su salud y su conservación, sin que falten a sus deberes». A excepción de los trabajadores de las minas a quienes se les aplicaba una jornada «reducida» de 7 horas.

¿Por qué sólo recordamos las huelgas en Chicago del 1° de mayo de 1886 cuando hablamos de la jornada de 8 horas laborales? ¿si ya existía, cuándo se perdió?

Las Ciencias

Por otra parte muchísimos inventos provienen de la edad media: el papel, los números arábigos, la banca, las notas musicales, los notarios, las pantalones, la costumbre de comer sentado, la máquina del reloj, los anteojos, y todos los avances en la agricultura, como ser: el arado de disco, los diversos molinos, el uso de la energía eólica e hidraúlica, las represas, la producción ictícola y la reutilización de diques abonados por peces para posterior uso agrícola, el desarrollo de la industria textil con máquinas para hilar y telares mas la producción ovina, etc., etc., etc.

La Arquitectura

Capítulo aparte merece el desarrollo de la arquitectura con la excelsitud del gótico. Nada mejor que la poesía para describirla

LA CATEDRAL

Albergue de gigantes algún día,
antiguo testimonio vertical
desafiando el azul: logofanía
nostálgica del Logos celestial.

Anónimo mensaje, documento
de cierta alquimia sobrenatural
capaz de trasmutar —feliz portento—
mil piedras en un salmo de cristal.

Jorge Martínez Albaizeta


La Cultura y la Educación

Finalmente, se acusa sin razón a la edad media de ignorancia. Ya mencionamos los trabajos en la preservación, copiado y traducción de libros y la creación de las universidades (Bolonia, Oxford, Cambridge, Palencia, Salamanca, Padua, Nápoles, Valladolid, París, etc.), pero el tema es más revelador.

Recordemos que en la antigüedad los niños no eran valorados, por ejemplo entre los romanos, el padre era quien elegía si el recién nacido viviría o no, pues bien, todo este salvajismo será revertido durante la edad media. 

En el siglo V los monasterios comienzan a recibir a niños abandonados y/o de familias carenciadas, prontamente se convierten en verdaderos jardines de infantes con alimentación adecuada, vestido, calefacción y recreos. Rápidamente se convierten en colegios y más aún, por ejemplo, el obispo Teodulfo de Orleans ordenó que en todos los pueblos haya una escuela y que "cuando los fieles les confíen sus niños para aprender las letras, los reciban y los instruyan con toda caridad y no exijan por ello ninguna paga".

En el siglo VII Carlomagno recuerda a los padres que deben enviar a sus hijos a las escuelas y como ejemplo en la escuela de su palacio estudiaban los hijos de nobles al lado de niños de origen humilde.

En el siglo IX se escribió "Un manual para mi hijo", que constituye en primer tratado sobre educación y para sorpresa de muchos, fue escrito por una mujer: Dhuoda.

Para el siglo XII, sólo en Francia había 70 escuelas entre las parroquiales y las de los señores feudales. Y en Concilio de Letrán en 1215 se impuso a todas las diócesis la obligación de abrir escuelas catedralicias o capitulares, similares a nuestros secundarios, en las que tanto ricos como pobres reciban instrucción gratuita desde los 7 a los 20 años.

La Mujer

Por supuesto que la mujer no estaba excluida ni de la cultura ni de la educación, había escuelas para niñas y muchas mujeres brillaron por su gran ilustración. A tal punto que sermoneaban con absoluta libertad.a los propios monjes y hasta a los papas y a los reyes.

Existen 3 posteos en la web (Feminismo medieval, cinturon de castidad y derecho-de-pernada - Parte 1 , Parte 2 y Parte 3) que constituyen una riquísima pintura del protagonismo de la mujer durante el medioevo, recomiendo su lectura completa. Pero a los fines de este posteo, sólo compartiré algunos párrafos.

La situación legal de la mujer antes de la venida de Cristo y específicamente bajo el Imperio Romano, no era de lo mejor: considerada como una res, es decir como una cosa salvo que fuese liberta o “ingenua”, carecía de existencia jurídica al igual que un esclavo y si bien vivía en el ámbito familiar, el poder del mismo sólo residía en el pater familias, es decir, el padre, quien oficiaba como único propietario y sumo sacerdote de la morada. [...] poseía el derecho de vida y de muerte sobre los hijos; determinaba los matrimonios de sus hijas y hasta tenía el ius gladii (derecho de la espada) sobre las hijas mujeres que cometieran adulterio, pudiendo matarlas en caso de ser encontradas culpables.

[...] ¡A Dios gracias apareció el Evangelio!, deberían decir las verdaderas defensoras de la mujer: en un ambiente dominado por la romanitas este acontecimiento revolucionario y decisivo vino a proclamar la igualdad esencial entre el hombre y la mujer, como decía San Pablo, pues a partir de Cristo «ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gál III, 28).

[...] Las mujeres comprendieron muy pronto que el Evangelio les otorgaba una nueva vida y status, pues Jesucristo venía para dar la salud a los oprimidos y la libertad a los cautivos, una libertad de la cual ellas nunca habían gozado en su totalidad y no estaba prevista en ninguna de las leyes romanas. Desde ahora tendrían derecho a elegir su existencia y a responder por ella, comprendiendo así que valía la pena conquistar esa libertad, aún al precio de la propia vida.

[...] las vírgenes y las viudas formaban en el mundo pagano o judío una gran aldea solitaria donde, por haber perdido a sus maridos o no haberlos hallado, eran consideradas casi unas parias. Muy por el contrario, ya desde los Hechos de los Apóstoles y en las epístolas paulinas, puede verse que en la comunidad cristiana, no sólo se las consideraba sino que eran las primeras en recibir asistencia, teniendo además, un enorme papel en la difusión del Evangelio (sólo baste recordar el papel de Santa Elena, madre del Emperador Constantino, entre otras).

La gran liberación femenina que trajo el cristianismo hizo que la mujer «saliera de la cocina» del mundo precristiano y se dedicara incluso a las letras y la exégesis, como puede verse en aquel grupo de mujeres reunido alrededor de San Jerónimo en el monasterio de Belén (fines del siglo IV): Paula, Eustaquia y compañeras, formaban un verdadero «Centro de estudios», como narra su maestro: «Paula aprendió hebreo y lo aprendió tan bien que cantaba los salmos en hebreo y hablaba este idioma sin mezclar para nada en él la lengua latina», al punto tal que fue gracias a ellas que el doctor de la Iglesia compuso algunos de sus famosos comentarios a las Escrituras, como el Comentario sobre Ezequiel, de donde concluye Pernoud que «los monasterios masculinos reunirán más bien a personas deseosas de austeridad, de recogimiento y penitencia, mientras que en su origen los monasterios de mujeres se caracterizan por una intensa necesidad de vida intelectual y espiritual».

Pero no sólo al estudio y a la oración se dedicaron las primeras cristianas; las mujeres tuvieron un papel decisivo en los primeros siglos de la Iglesia al punto que varias reinas —algunas hasta santas— llevaron adelante la Iglesia, incluso convirtiendo a sus propios esposos: Santa Clotilde, por ejemplo, convenció al rey pagano Clodoveo para que eligiera la fe católica y no la herejía arriana adoptada por los godos y visigodos, con lo que hizo de Francia la hija primogénita de la Iglesia y el baluarte de la civilización occidental.

[...] Pero hay un tipo de mujer además, que inmediatamente después de la Encarnación del Verbo, comenzó a tener vuelo propio en la historia: la religiosa.

[...] Según narra Pernoud, hay una época y un monasterio que marcarán un antes y un después en la vida religiosa femenina del occidente cristiano: la abadía de Saint-Jean de Arles, desde donde se podría establecer una «geografía de los conventos medievales en los siglos V, VI y VII», protectoras de las artes y las letras, las religiosas ejercieron especialmente en Germania y Gran Bretaña, una considerable influencia en la nueva evangelización:

En Alemania la vida monástica cobrará un impulso extraordinario; las abadesas, que suelen estar emparentadas con emperatrices, son en general mujeres de valía que hacen de sus conventos centros de cultura al mismo tiempo que de oración; asimismo, sus alianzas familiares las llevan a desempeñar una función importante en la vida política (…). En Germania como en el resto de occidente, la difusión de la fe cristiana es obra de las mujeres.

Pero en cuanto a la vida consagrada, vale rescatar un dato que se ha perdido en el mundo en que vivimos. Lejos de ser un mundo machista o puritano —como a menudo se lo presenta— no pocos monasterios de la cristiandad de los siglos VI y VII eran monasterios mixtos. Sí, aunque usted no lo crea…

Se trataba de congregaciones dobles, es decir, con rama masculina y femenina que convivían sin mucha dificultad albergando a ambas ramas en claustros independientes separados por la iglesia abacial en el centro, único sitio donde se reunían para la oración y los oficios litúrgicos.[...] ambos, regidos por la regla benedictina o cisterciense, tenían un fin en común regidos muchas veces… ¡por una mujer!

[...] vale la pena recordar aquí a la que se conoció con el nombre de «la sibila del Rhin», Santa Hildegarda de Bingen, quien estuvo de paso por este mundo entre 1098 y 1179: profetisa, artista, música, médica, nutricionista, exorcista, escritora, reformadora, predicadora, criticadora…

[...] ¿Qué fue lo que planteó la santa benedictina? Principalmente se ocupó Hildegarda del saneamiento de una Iglesia que se hallaba en problemas respecto de sus integrantes, de una barca que, al decir de la Virgen de Fátima, se hallaba «en medio de ruinas» y que hacía «agua por todos lados», al decir de Ratzinger. Como vemos, la Iglesia siempre tuvo sus problemas. Pero ¿qué sucedía? El siglo de Santa Hildegarda (siglo XII) era una época en la que aún se vivían los coletazos de las invasiones de los bárbaros en Europa; la simonía y el amancebamiento de sacerdotes era moneda común.

[...] Como decíamos, muchos sacerdotes no vivían bien sus obligaciones respecto de la castidad, pero esto no los hacía criticar a la mujer ni mucho menos, pedir la abolición del celibato; ¡al contrario! Sabedores de sus culpas, hasta pedían la absolución y la pena por sus caídas.

No viene al caso aquí narrar la vida de la gran Santa; sólo diremos que a la santa alemana, no sólo se le permitía hasta predicar en las catedrales, sino que hasta los mismos sacerdotes y obispos, conocedores de la vida de santidad y de la profundidad de su pensamiento, le pedían ellos mismos que les predicase sobre la hermosa virtud de la pureza, como se lee: Vosotros —les enrostraba en un sermón Hildegarda— ya os habéis fatigado buscando cualquier transitoria reputación en el mundo, de manera que a veces sois caballeros, a veces siervos, otras sois ridículos trovadores (…). Deberíais ser los ángulos de la fortaleza de la Iglesia, sustentándola como los ángulos que sostienen los confines de la tierra. Pero vosotros habéis caído bajo y no defendéis a la Iglesia, sino que huís hacia la cueva de vuestro propio deseo.

[...] se animaba a corregir tanto a emperadores como papas. No tenía empacho ni siquiera para decirle al mismo Federico Barbarroja, asolador de conventos y villas, y —a la vez— benefactor de su propio monasterio, las siguientes palabras: Oh Rey, es muy necesario que en tus asuntos seas cuidadoso (…) yo te veo como un niño, y como quien vive de manera insensata y violenta ante los Ojos Vivientes, en medio de muchísimos trastornos y contrariedades (…). Ten cuidado entonces que el Soberano Rey no te derribe a tierra a causa de la ceguera de tus ojos, que no ven cómo usar rectamente el cetro del reino que tienes en tu mano”—y hablando en nombre de Dios agregábale — «oye esto, rey, si quieres vivir; de otra manera, Mi espada te golpeará».

Al mismo Papa reinante, Anastasio IV, quien había permitido la ordenación episcopal de un obispo «oficialista», es decir, nombrado por el emperador, Santa Hildegarda le dijo públicamente: ¿Por qué no rescatas a los náufragos que no pueden emerger de sus grandes dificultades a no ser que reciban ayuda? ¿Y por qué no cortas la raíz del mal que sofoca las hierbas buenas y útiles, las que tienen un gusto dulce y suavísimo aroma? (…) ¿Por qué soportas las malvadas costumbres de esos hombres que viven en las tinieblas de la estupidez, reuniendo y atesorando para sí todo lo que es nocivo y perjudicial, como la gallina que grita de noche aterrorizándose a sí misma? No erradicas el mal que desea sofocar al bien sino que permites que el mal se eleve soberbio, y lo haces porque temes (…). Tú, oh hombre que te sientas en la cátedra suprema, despre­cias a Dios cuando abrazas el mal; al que en verdad no rechazas sino que te besas con él cuando lo mantienes bajo silencio —y lo soportas— en los hombres malvados[5].

La voz de Santa Hildegarda, como la de toda mujer se hacía oír ¡y vaya si gritaba!

Pero no ha sido la santa abadesa de Bingen la única de entre las mujeres que obró como el aguijón socrático para despertar al mundo cristiano; si la hemos elegido ha sido sólo para reivindicar su memoria. Hubo también casos paradigmáticos a su lado.

¿Cómo olvidar a Santa Catalina de Siena, aquella hermosa virgen que hizo rodar la Cristiandad en el siglo XIV haciendo que el Papa volviese a Roma, luego de setenta años de destierro en Avignon? Siendo joven, laica y analfabeta, el mismo Dios le había pedido virilidad: «Sé viril y enfréntate valientemente con todas las cosas que de aquí en adelante mi Providencia te presentará».

Exhortaba públicamente a las autoridades políticas y religiosas sin ser por ello reprendida. Quien desee dar un breve recorrido por su correspondencia verá cuán lejos estaba la mujer de una sumisión servil e irracional respecto del hombre.

[...] Gregorio XI era un Papa débil y demasiado inclinado a su familia. A él le escribe: Mi dulcísimo Padre —dolcissimo Babbo mio—, no debemos ocuparnos de los amigos, de los parientes, de los intereses temporales, sino únicamente de la virtud, del acrecentamiento de los intereses espirituales… Si hasta hoy no habéis sido bastante enérgico, os pido y quiero en verdad que en lo sucesivo obréis virilmente y sigáis con valentía a Cristo, de quien sois Vicario. No temáis, Padre, las borrascas que os amenazan.

[...] Como bien señala el padre Sáenz, «en nuestros días, el lenguaje de la Santa sería difícilmente acogido en las curias, aun cuando estuviese dictado por intenciones igualmente buenas. Aquellos tiempos, contra lo que se piensa, eran infinitamente más libres que los nuestros».

El sistema (politico-económico-social) Feudal

Claramente el sistema político feudal ha sido el precursor del parlamentarismo actual, con las Cortes, Parlamentos, Dietas y los Estados Generales, como por ejemplo la Carta Magna inglesa del 1200. 

Y ya aquí podríamos debatir horas entre republicanos y monárquicos, pero lo cierto es que las monarquías medievales fueron más efectivamente participativas y muchos menos invasivas de la privacidad que las democracias modernas.

Pero para finalizar, deseo sorprender al argento progre utilizando párrafos de un trabajo sobre "El Capital" de Carlos Marx que nos ayudará a dar los primeros pasos para entender algunos aspectos del sistema económico feudal.

Claro está que no se trata de proponer aquel sistema político-económico-social para su implementación en la actualidad, aunque si nos vendría muy bien imbuirnos del espíritu que lo guiaba.

Simplemente nos permitirá reivindicar el sistema, ya que en realidad, fue bastante mejor que los sistemas posteriores.


¡Qué Dios nos ayude a “pensar la patria”!


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MARX Y EL ORDEN NATURAL

"Es muy cómodo ser liberal a costa de la edad media"

(C. Marx, "El Capital", I, XXIV, II).


1. OBJETO DE ESTE TRABAJO

La polémica histórica suele ser inevitable cuando se trata del tema del justo orden politico-económico-soclal. Tanto el Liberalismo como el Marxismo ven favorecida su prédica con la ignorancia histórica general. En el caso, la "historia negra" de la Edad Media favorece los designios de unos y otros. Por eso, el capítulo histórico es una etapa imprescindible en la tarea doctrinaria tendiente a instaurar en lo concreto y en la medida de lo posible el Orden Natural y Cristiano. En esa tarea, resulta insospechado de parcialidad en favor de dicho Orden, y casi una "confesión", no sólo por lo que implica de historiográfico sino también por sus consideraciones doctrinarias "puras", el testimonio del mismísimo Carlos Marx.

El fundador del Comunismo "científico" desarrolla en el libro I, capítulo XXIV, de "El Capital" el tema de la "acumulación primitiva" del capital, que se produce en la inmediata "pre-historia" del Capitalismo. Transcribiremos ("II") y sacaremos algunas conclusiones ("III") a partir de dichos textos, para mostrar cómo las excelencias del orden medieval histórico y de la misma doctrina del Orden Natural y Cristiano han impuesto su evidencia a un autor que se constituyó, como es sabido, en uno de sus principales enemigos (1).

II. LOS TEXTOS DE MARX


  1. La falta moral en el origen del Capitalismo, que se instaura con la destrucción de un Orden anterior más justo:

"En la economía política, esta acumulación primitiva (de Capital) desempeña aproximadamente el mismo papel que el pecado original en la teología", dice Marx (p. 524). "Así fue que los primeros acumularon riqueza, y los otros acabaron por no tener que vender sino su piel. Y de ese pecado original data la pobreza de la gran masa, que, a pesar de todo su trabajo, no tiene siempre nada qué vender, si no se vende ella misma, y la riqueza de los menos, que continuamente se acrece, aunque dejaron de trabajar hace mucho tiempo" ... "En realidad, los métodos de la acumulación primitiva son todo menos idílicos" (p. 525).

"El proceso generador de la relación capitalista no puede ser, pues, sino el proceso de separación del trabajador de la propiedad de sus condiciones de trabajo, proceso que transforma, por una parte, los medios suyos de subsistencia y de producción en capital, y, por otra, a los productores inmediatos en trabajadores asalariados". La acumulación primitiva consiste, entonces, en "la separación del productor y el medio de producción". ..."La estructura económica de la sociedad capitalista deriva de la estructura económica de la sociedad feudal . . . " (p. 526).

Para que los trabajadores pasaran a ser proletarios, según Marx, fue necesario que pudieran "disponer de su persona", dejando de "estar atados a la gleba"; pero los trabajadores "no pasan a ser vendedores de sí mismos sino cuando se les ha despojado de todos sus medios de producción y de todas las garantías de existencia que les ofrecían las antiguas instituciones feudales".

El advenimiento de los "capitalistas industriales" se produjo luego de que desalojaron, "no solamente a los maestros de los oficios, sino también a los señores feudales, que tenían en su poder las fuentes de la riqueza"; fue (su advenimiento) "fruto de una lucha victoriosa contra el poder feudal y sus odiosos privilegios, así como contra los gremios y las cadenas que éstos ponían al libre desarrollo de la producción y a la libre explotación del hombre" . . . El origen del capitalismo debe ubicarse, según el autor de "El Capital", en el siglo XVI (p. 526).


  1. Una efectiva distribución de la propiedad:

Limitando su estudio a Inglaterra, recoge Marx los datos de un autor al que él da fe por lo mismo que nosotros la damos en esto a Marx, Macaulay, quien según El Capital" es "falsificador sistemático de la historia", (que) "recorta" esos hechos todo lo posible; (o sea: él da fe a lo que dice un autor interesado en que no aparezca la justicia del orden anterior, cuando la existencia de dicha justicia se impone a él mismo). Según Macaulay, "los pequeños propietarios de tierra, que cultivaban sus propios campos con sus propias manos y disfrutaban de un modesto bienestar... formaban entonces una parte mucho más importante de la nación que hoy". Era mayor el número de los propietarios que cultivaban su propio campo que el de los arrendatarios.

"A fines del siglo XVI . . . la inmensa mayoría de la población estaba formada entonces, y más aún en el siglo XV, por campesinos libres que cultivaban por su propia cuenta, cualquiera que fuera la apariencia feudal que ocultara su propiedad". Los trabajadores asalariados agrícolas no eran muy numerosos, y aun éstos eran "campesinos autónomos", que gozaban fuera de su salario de "cottages con 4 o más acres de tierra de cultivo" y disfrutaban además, como los labradores propiamente dichos, del usufructo de la tierra común, en la que pacía su ganado, y la cual los proveía al propio tiempo de medios de calefacción, leña, turba, etc. "En todos los países de Europa la producción feudal estaba caracterizada por la división del suelo entre el mayor número posible de subditos". Es que, según Marx, el Poder del señor feudal "no dependía del monto de sus rentas, sino del número de sus vasallos, y éste dependía del número de los campesinos autónomos". Es por ello que el territorio inglés "estaba sembrado de pequeñas haciendas de labradores, interrumpidas solamente aquí y allá por grandes dominios señoriales". Esto, con el florecimiento de las ciudades en el siglo XV, dio lugar "a esa riqueza del pueblo, que tan elocuentemente pinta el canciller Fortescue en sus "Laudibus Legum Angliae", pero excluía(n) la riqueza capitalista" (p. 528).

Con el florecimiento de la manufactura de la lana en Flandes se produjo la "echada violenta de los campesinos del suelo, al cual tenían en el orden feudal tanto derecho como él (el señor feudal) y usurpando sus tierras comunales", originándose la transformación de "la tierra de cultivo en pasto para ovejas" (p. 528).


  1. El ataque de la Reforma a la Iglesia fue también un ataque a los pobres:

"En el siglo XVI, el violento proceso de expropiación de la masa del pueblo recibió un nuevo y terrible impulso de la Reforma, y, su consecuencia, el colosal robo de los bienes de la iglesia". Marx dice que la Iglesia Católica "era propietaria feudal de una gran parte del suelo inglés"; pero ilustra cuál era el sentido de esa "propiedad" cuando, entre otras cosas, reconoce el derecho que los pobres tenían "a participar del diezmo"; y que la desposesión de la iglesia "arrojó a sus habitantes en el proletariado" (sus habitantes no eran sólo los integrantes de la Iglesia jerárquica, lógicamente, y fueron "expulsados en masa", siendo que ellos se pasaban las tierras de generación en generación). "La propiedad de la parte de los diezmos de la iglesia que la ley garantizaba a los campesinos pobres, fue confiscada en silencio"; y una evidente relación de causa a efecto ve Marx entre este despojo a la Iglesia y a los pobres, íntimamente unidos, y la expresión de la reina Isabel que alude a la abundancia de pobres por todas partes: "pauper ubique jacet" (p. 530).

Describe luego Marx la "violenta usurpación" de "la propiedad comunal", "antigua institución germánica que continuó en vida bajo la cubierta del feudalismo". La "violenta usurpación" de dicha propiedad principió en el siglo XV y continuó en el XVI. "No es raro que cuatro o cinco ricos ganaderos usurpen grandes dominios recientemente cercados, que estaban antes en manos de diez a treinta arrendatarios y de otros tantos pequeños propietarios y pobladores" (p. 533).

Y sintetiza así el final del parágrafo II, capítulo XXIV, libro I: "El robo de los bienes de la Iglesia, la fraudulenta enajenación de los dominios del Estado, la rapiña de la propiedad comunal, la transformación de la propiedad feudal y de clan en propiedad privada moderna, usurpación realizada con el más inconsiderado terrorismo, han sido otros tantos métodos idílicos de la acumulación primitiva. Ellos han conquistado el campo para la agricultura capitalista, han incorporado el suelo al capital y han creado el proletariado libre y sin arraigo, necesario para la industria de las ciudades" (p. 538).

No ahorra el Señor Mordecai epítetos de fuerte connotación moral para este proceso: "Así es cómo la población campesina, violentamente expropiada y expulsada del suelo y hecha vagabunda, fue sometida por leyes de un terrorismo grotesco a la disciplina del sistema del trabajo asalariado, mediante el azote, el fuego y el tormento" (p. 541).


  1. La concordia de clases, la propiedad y los gremios:

E insinúa, mal que en el fondo le pese, una situación de concordia de sectores sociales que nadie podrá menos que alabar: "La clase de los trabajadores asalariados, nacida en la segunda mitad del siglo XIV, no constituía entonces y en el siglo siguiente sino una parte muy pequeña del pueblo, fuertemente protegida (!!) en su situación por la clase campesina autónoma en el campo y la organización de los gremios en las ciudades. Tanto en el campo como en la ciudad, maestros y trabajadores estaban socialmente cerca (I!!). La subordinación del trabajo al capital era sólo de forma, es decir, el modo mismo de producción aún no poseía carácter capitalista específico alguno... Una parte considerable del producto nacional, transformada después en fondo de acumulación del capital, pasaba entonces todavía al fondo de consumo del trabajador" (p. 542).

Como se ve, no se trata de textos aislados: "Como es sabido —sigue— en el siglo XVI se empeoró mucho la situación de los trabajadores" (p. 542). A sus palabras añade el testimonio que pone en boca de Pitt: "la situación de los pobres era cruel" (p. 543).

Y siguen los adjetivos que denotan juicio de valor moral: "Las crueles leyes contra las coaliciones cayeron en 1825 .. ." (p. 544); se habla enseguida de "traición" y de jueces "serviles ante las clases dominantes"; y a cada rato se menciona la "expropiación", y se la adjetiva de "violenta".

En la producción del lino insinúa Marx (p. 547) que hubo un orden anterior más justo: "Distribuido antes entre un sinnúmero de pequeños productores, que lo cultivaban por sí mismos y lo hilaban con sus familias por pequeñas partes, está concentrado ahora en manos de un capitalista, que lo hace hilar y tejer por otros" (p. 547).


  1. La novedad del Capitalismo:

En el parágrafo VI del cap. XXIV se insiste en la novedad del capitalismo: "el poder del capitalista sobre toda la riqueza del país es una completa revolución en el derecho de propiedad..."; y no deja dudas sobre la existencia de anteriores instituciones que impedían el estado que él tanto critica: "En el campo la constitución feudal, y en la ciudad la constitución gremial, impedían transformarse en capital industrial al capital monetario formado por la usura y el comercio" (p. 550).

Los "aristócratas terratenientes", dice en la misma página, provienen "del aniquilamiento de los freeholders" (2).


  1. Propiedad y desarrollo personal:

"El derecho de propiedad del trabajador sobre sus medios de producción es la base de la pequeña industria, y ésta es una condición necesaria para el desarrollo de la producción social y de la libre individualidad del trabajador mismo. Ese modo de producción existe en realidad en medio de la esclavitud, la servidumbre y otras relaciones de dependencia. Pero no florece, no despliega toda su energía, no adquiere la forma clásica adecuada, sino donde el trabajador es el libre propietario privado de los elementos de trabajo que maneja por sí mismo: el campesino del campo que cultiva, el artesano, del instrumento que toca como un virtuoso" (pp. 558/9).


  1. ALGUNAS CONCLUSIONES QUE SURGEN DE DICHOS TEXTOS


1. No pretendemos decir ni descubrir nada nuevo. Ni que lo transcripto sea una síntesis fiel del pensamiento de Marx. No ignoramos que Marx era cualquier cosa menos un propugnador de alguna supuesta "vuelta a la Edad Media". Pero allí está el valor que tienen las expresiones transcriptas que denotan, entendemos, la evidencia: EL ORDEN MEDIEVAL FUE UN ORDEN MAS HUMANO Y JUSTO QUE EL ORDEN CAPITALISTA-LIBERAL. El testimonio de Marx no deja dudas sobre ello. La conocida posición del fundador del Comunismo da a este testimonio histórico un insospechable valor.

2. En especial, se deja al descubierto en dichos textos que las "instituciones" de la Cristiandad europea favorecían ese orden más humano, donde se desconocía (al menos en el grado en que se dio después) la dura explotación del hombre por el hombre. Concretamente, formaban parte de ese sistema los gremios, como asociaciones que por un lado impedían se desatara libremente el espíritu de lucro, contribuyendo por lo demás a armonizar positivamente los intereses en torno a bienes comunes, en una verdadera concordia en relación a algo positivo, y no en lucha, ni en mero armisticio que consistiera negativamente sólo en evitar esa lucha.

3. Marx distinguía claramente dos sistemas distintos de propiedad privada, y en el capítulo comentado lo hace explícitamente. Uno en que la propiedad privada no significa goce individual egoísta, sino responsabilidad social; en que el "propietario" está sometido a cargas; o en que el mismo se nos aparece (ante la mentalidad moderna de la propiedad egoísta) sólo como "nominal". Pues bajo las distintas "fachadas" del orden medieval se daba la relación estrecha del hombre con los bienes, con la tierra por ejemplo. Y todo esto en la realidad efectiva, no sólo ni principalmente en las normas de Derecho sino en el Derecho vivido. No librado (solamente) al impulso generoso o a la influencia (indudable, aunque, claro está, Marx lo silencia) de la Caridad Sobrenatural, sino constituido en exigencia permanente de justicia. O sea: realidad efectiva de un orden social que contribuía de alguna manera a que los hombres se trataran mejor entre sí, a pesar de sus propios defectos. El otro concepto o sistema de propiedad, que es el que explícitamente aquí critica, es lo que él llama, y nosotros también podemos llamar, la propiedad "capitalista", como un exclusivo "derecho" en sentido egoísta, como un poder moral al servicio de la satisfacción del interés particular y material desvinculado del bien común. (Y que puede conducir, o de hecho ha conducido, por su misma dinámica, a la destrucción de la propiedad del mayor número y a su concentración en pocas manos).

4. Aunque en esto estemos en malísima compañía, quienes están preocupados por la instauración de un orden natural y cristiano deben aceptar esta distinción que se impone al mismo Marx. En el fondo, estaremos en compañía de la auténtica Tradición Occidental. (Claro está que la mala compañía se pierde enseguida, cuando Marx se ve llevado a proclamar la irreversibilidad de la historia y, a pesar de todo lo dicho y que en parte hemos transcripto, es fiel al evolucionismo del progreso necesario según el cual, en definitiva, lo más viejo es siempre peor, y el mundo debe alabar la propiedad capitalista porque produce la socialización que hace posible el advenimiento de la sociedad comunista). A este respecto, por no distinguir aquellos dos sentidos de "propiedad privada", nos parece altamente criticable la exaltación indiscriminada y equívoca de "la propiedad privada" a secas y como principio elevado a categoría superior dentro de la llamada "Doctrina Social de la Iglesia" (3).

5. Si el proceso de apropiación capitalista se produjo merced a un proceso de gravísima injusticia, pareciera obvio que en la grave crisis social de nuestro tiempo se intente reparar la injusticia. Si se trató de graves actos injustos, y así los calificamos, es porque la libertad humana fue causa decisiva en ellos; y si los hombres fueron libres para hacer el mal, pareciera que no es imposible que, con la ayuda de Dios, tengan también la libertad para la corrección de aquello.

6. Si "pudo ser" un orden más justo y humano, no se ve por qué ha de pensarse sistemáticamente (objeción de marxistas, de liberales y de "otros") que la instauración de una mayor justicia en las relaciones económicas, sea, como suelen decir, "utópica".

7. Parece imponerse al mismo Marx (en este capítulo, al cual limitamos nuestro análisis, entiéndase bien) que la cuestión económica no radica en tener bienes, o en gozar de ellos; ni tampoco en una mecánica igualación de todos los hombres en la posesión de bienes numéricamente idénticos. Sino que consiste en que, dada la constitución espiritual-material del hombre, los bienes proporcionen a éste las bases necesarias para ser hombres realmente libres (4). Nos resulta curiosísima la exaltación del trabajador "autónomo" y de la "individualidad" del trabajador, que realiza Marx. Y claramente contradictoria con la prédica marxista en favor de la proletarización, masificación, desalienación, del hombre. No deja de ser interesante plantearse la pregunta: Si Marx así describió —y en muchos aspectos con acierto— la socledad capitalista, ¿qué análisis cabría hacer, aplicando su método, de las sociedades que dicen aplicar, y en mucho aplican, sus directivas? ¿Qué podría decir un fiel lector de este cap. XXIV del libro I de "El Capital" sobre el arraigo, la proletarización, la plusvalía, la "violenta expropiación", que efectúa en los países comunistas la camarilla de la "vanguardia del proletariado" con rango constitucional (es decir, claramente y verbalmente explicitado en sus mismas leyes)? La descripción que hace Marx de los males de la "acumulación primitiva", parece confirmar la idea de que el problema principal en que se sintetiza la crisis del hombre moderno es el "desarraigo" (5).

8. Otra conclusión interesante entendemos surge del análisis de este capítulo XXIV. Aunque estamos convencidos de que Marx y el Marxismo son enemigos esencialmente de la Religión, y de la Religión Católica en especialísimo lugar, lo cierto es que las principales críticas de Marx respecto a este proceso histórico de la acumulación pre-capitalista van directamente a la Reforma Protestante. Las críticas a los imperialismos colonialistas no van directamente contra los países católicos. Y los males que denuncia se registran cuando (y en la medida en que) la influencia de la Iglesia Católica socialmente decrece. Vaya esto por tantos sedicentes católicos que piden disculpas por los errores e injusticias de su Iglesia, que no les dio personería para esto, pero que tampoco cometió aquéllos. Se acepta así, sin más, y sin distinciones de ningún tipo, que "la Iglesia es aliada de los ricos" y "del Capitalismo". Cualesquiera fueren los errores de hombres de la Iglesia al respecto, que no ignoramos, al extremo de pensar que falta a veces una clara condena del Capitalismo liberal, aquello es, fundamentalmente, como Marx nos autoriza a pensar, un grueso error histórico, aparte la impiedad que ello puede significar, o un método solapado para bajo cubierta de "juicio histórico" atacar una doctrina.

Ejemplo de que la crítica al colonialismo imperialista no roza, por ejemplo, a España ni a Portugal, la da el hecho de que para Marx "la primera en desarrollar por completo el sistema colonial" haya sido Holanda (p. 553), cuyo apogeo Marx registra en 1648. (Obviamente, después del apogeo de la España Imperial x Católica).

No ocultamos el gratísimo placer de encontrar que algunos católicos con su complejo de "mea culpa" histórico, ni siquiera comparten su visión de "los signos de los tiempos" con Carlos Marx... Y recordar contra los que piden disculpas a los protestantes, que no sólo para Marx sucedieron así las cosas sino que para autores más autorizados (como v. gr. Chesterton) (6), la reforma protestante fue "la revolución de los ricos contra los pobres".

9. No pretendemos de ninguna manera hacer una "revisión" de Marx. Señalamos en él, entre otras, estas dos contradicciones:

a. Como lo han señalado tantos autores (Ibáñez Langlols, Calvez, etc.), Marx se ha "olvidado", curiosamente, de toda pretensión "científica-de-Ias-ciencias-naturales", al juzgar el proceso de la acumulación primitiva. Si hay una palabra que sintetiza su descripción de dicho proceso es ésta, aunque él no la utilice explícitamente a menudo: injusticia. Y toda indignación por la injusticia debe ser, es, un llamado a la justicia. Ello no se compadece con el análisis de la cuestión social como un proceso fatal, necesario, científico-de-las-ciencias-naturales. Si Marx hubiera sido coherente (no pudo serlo porque su tesis es falsa), hubiera debido omitir toda referencia a la "violencia", "robo", "rapiña", "usurpación", "pecado original" (I!!), en este proceso de "acumulación primitiva" y describirla como un eclipse de sol o la caída de un cuerpo natural,

b. Tampoco fue coherente en su "progresismo". En ese sentido, Marx es un hombre típico de la mentalidad moderna, ésa que vive hablando de tempestades pero sin dejar de sembrar vientos. No se puede, en efecto, elogiar "simpliciter" el progreso y bondad del Capitalismo después de haber reconocido sus injusticias y que ellas estaban en gran parte Impedidas en el orden de las instituciones medievales. Una de dos.

10. Es evidente que estos juicios históricos implican de hecho una contradicción con la creencia en el progreso necesario del hombre. Tal vez lo que explique la incoherencia sea la respuesta de Marx al "primer problema", al tema del Ultimo Fundamento de la Realidad. Marx suscribió de hecho y de palabra, explícitamente, el "non serviam" prometeico y el consecuente proyecto de hacer un "hombre nuevo", no sometido a ninguna ley superior al hombre, manipuleable libremente, puro "homo faber" que se construye y construye su mundo "autocreándose" (!!!).

Para llegar a construir de algún modo ese "hombre" evidentemente no se podía pensar en volver a arraigarlo, en introducirlo intelectual, vital, económica, geográfica, urbanísticamente, encarnándolo, en un orden adecuado. Sino en "proletarizarlo". De ahí que su grito de indignación quede destruido por su concepción de la sociedad capitalista como etapa necesaria para arribar al socialismo.

11. De todos modos, Marx nos ha dado, a pesar suyo y contra sus principales tesis, un elocuente testimonio en favor de la doctrina del Orden Natural y Cristiano, sea en su versión concreta y necesariamente imperfecta de la Cristiandad Europea inmediatamente anterior al Capitalismo, sea en sus proposiciones perennes, perennes por fundadas en la naturaleza del hombre.


HECTOR H. HERNANDEZ (h.)

Mikael año 7 N 19 1° Q 1979



1) Hemos consultado las diversas traducciones castellanas de la edición: la de Ed. Cartago,la del Fondo de Cultura Económica, y la realizada por Juan B. Justo, en 1918, sobre la 4 ed. alemana, ed. "Biblioteca Nueva", Bs. As., 1946. De esta última son las citas.
2) "Freeholders" = "dueño o propietario absoluto de una finca" (Diccionario Cuyas).
3) Para cambiar de compañía citemos a Santo Tomás, quien distinguía la "potestad de gestión y disposición" de los bienes, del uso o disfrute de los mismos. Aquélla pueda ser ("licitum est quod homo propria possideat") privada; pero de tal modo que "no debe tener el hombre las cosas exteriores como propias, sino como comunes..." ("non debet homo habere res exteriores ut proprias...") (Suma Teológica, 2-2,66, a.2, c). Y al Papa Pío XII, quien subordinaba claramente el derecho de propiedad al derecho al uso: "Todo hombre... tiene efectivamente el derecho natural y fundamental de usar de los bienes materiales de la tierra... Este derecho individual no puede suprimirse en modo alguno, ni aun por otros derechos ciertos y pacíficos sobre los bienes materiales. Sin duda el orden natural, que deriva de Dios, requiere también la propiedad privada" ("La Solemnita", mensaje en el 50? aniversario de la "Rerum Novarum", Doc. Pontificia, Documentos Sociales,BAC, Madrid, 1954, p. 864).
(4) Es pertinente citar la conocida tesis de Belloc, que plantea esta disyuntiva: o restauración de la propiedad en un verdadero Estado Distributivo, en un "número determinante " que dé el "tono" a la sociedad y preserve la libertad de los hombres, o restauración de la esclavitud. Cf. "La Restauración de la Propiedad", "La crisis de nuestra civilización", "El Estado Servil", entre otras obras.
(5) El Dr. Soaje Ramos enseña que la crisis del hombre moderno consiste en el desarraigo del hombre; desarraigo respecto de su tierra, de su familia, de su Patria, del Orden del Ser y de la Realidad, de su Dios y Creador, en último término.
6) Cf. Chesterton, "Pequeña Historia de Inglaterra", (2; ed., Col. Austral, trad. Alfonso Reyes, p. 127 y ss.). El cap. XI, que se refiere a la Reforma, se titula precisamente, " la rebelión de los ricos". Belloc, en "Europa y la fe " , decía: "Treinta años después de la muerte de Enrique los hacendados poseían, por la ruina de la religión, aproximadamente media Inglaterra" (trad. Lanús, 2; ed., Ed. Haz, Bs. As., 1953, p. 192) Cf. "La crisis de nuestra civilización", cap. IV: "Ultimas consecuencias de la Reforma: A. Crece el Proletariado y crece el Capitalismo", p. 126. Escribe Calderón Bouchet que Lutero " libró al espíritu occidental de la Iglesia Católica y esto, aunque parezca una conclusión algo pedestre, se compadecía con la inclinación de la alta burguesía para provocar un cambio en la moral, capaz de liberarla de esa ética para pobres que sostuvo siempre la Iglesia Romana" ("Lutero, los burgueses y los príncipes de este mundo", en "Mlkael", n°14, p. 38).




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