El 27 de Enero de 1945 el ejército
soviético liberó los campos de Auschwitz,
ubicados a 43 km de Cracovia en Polonia. Dentro del complejo, en Birkenau descubrieron
a unos 7.000 hambreados sobrevivientes al horror del principal campo de
exterminio nazi. Allí se aplicó “la solución final” en al menos 1.100.000 personas en tan sólo 3 años de macabro funcionamiento
(1941-1943).
Al final de este artículo, encontrarán un muy breve
resumen que, a modo introductorio, nos pondrá en contexto de algunas de estas
ideologías totalitarias surgidas en Europa tras la primer guerra y la crisis
económica de 1929.
En este caso, el nazismo fue tempranamente advertido
por su incompatibilidad con la fe cristiana en 1930, cuando el Arzobispo de
Maguncia excomulgó a los miembros del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán,
y en 1932, cuando la iglesia excomulgó a todos los dirigentes Nazis.
Sin embargo, en 1937 el papa Pio XI firmó un concordato
con Alemania “tendiendo una mano, para
evitar penas mayores” sin dejar de advertir y condenar en su encíclica Mit
brennender Sorge (Con viva preocupación) las desviaciones (desde un dios “nacional
y ario”) y las profanaciones (hasta la “manipulación de los niños” por la “educación”)
del III Reich.
Finalmente, será Pio XII quien en 1939 tome partido en
una red de resistencia para derrocar a Hitler (almirante Canaris y Josef Müller)
y en 1944 los aliente a ejecutar la operación Valquiria.
El nazismo, (al igual que sus otras dos contemporáneas ideologías
totalitarias del Comunismo y Fascismo), a partir de su raíz
Naturalista y Racionalista opuesta a Dios y al Derecho Natural, evolucionó
dentro de “su racionalismo” acomodando su "moral subjetiva" y
manipulando cuanta justificación “natural” se le ocurriera, hasta convertirse en una
perfecta máquina de matar.
Torciendo el significado de “medias verdades” y
abusando de las mentiras, bajo el eficiente aparato de propaganda de Joseph
Goebbels, se construyó “un relato racional” salvador del pueblo alemán y
justiciero para con sus enemigos. (“Miente,
miente, miente que algo quedará,…”, “Una mentira
repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad.” -cualquier parecido con algunos hechos locales
recientes, es pura casualidad-).
Hicieron creer al pueblo alemán que los “enemigos internos”,
culpables de todos los males alemanes, fueron los judíos, Y primero se los
marginó, se les quitaron sus bienes (“mal-habidos, recuperados para al pueblo
alemán”) y se los expulsó, pero finalmente, sin ningún tipo de remordimiento ni
contrición, se decidió su exterminio como “la solución final” al problema judío.
Adicionalmente, el relato incluía también un capítulo para los “enemigos externos” usurpadores de los
territorios germanos, y estos fueron cuantos los rodearon y/o "amenazaron el desarrollo
y la lógica expansión del pueblo alemán a través de los territorios necesarios
para vivir”.
En la historia tenemos innumerables ejemplos de
salvajes conquistas, persecuciones, genocidios y limpiezas étnicas (bárbaros, vikingos,
mongoles, belgas, turcos, chinos, rusos, y recientemente serbios) pero ninguna
se iguala en “escala y perfección”.
Por supuesto que no comparto “El Negacionismo del Holocausto”,
que no solo cuestiona la existencia de las ordenes de solución final, sino que analizan
la incompatibilidad del edificio crematorio con una cámara de gas, la altura de
las chimeneas, las puertas no herméticas y el tipo de gas utilizado (Mons. R. Williamson
-elpais.com-) y más aún, llegan a disparatadas interpretaciones "...para introducir un nuevo concepto de la teología
(el holocausto de los judíos) en el lugar de la Tradición Católica (Holocausto
de Cristo)” (Mons. R. Williamson -nonpossumus-vcr.blogspot.com-). Si, lamentablemente escuchamos
estas y muchas más barbaridades, pero la verdad es evidente.
Hace algunos años pudimos visitar
Birkenau y caminar entre las ruinas de las cámaras de gas, el ferrocarril y
los vagones (usados para transportarlos), e ingresar a las barracas donde
eran hacinados, pudimos observar los espacios minúsculos y las huellas del
sufrimiento, incluso algunos preservados dibujos infantiles que nos hicieron
estremecer duramente.
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Imposible no mortificarse al imaginar
tanto dolor en condiciones infrahumanas o no conmoverse al ver como los
visitantes se reúnen en rincones para orar por sus antepasados asesinados. A
todos nos “temblaron las rodillas” y sentimos una opresión asfixiante que
sólo se descomprimió con la primer lágrima.
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Vaya hoy mi recuerdo a las víctimas, y si me lo
permiten, quisiera hacerlo musicalmente.
https://youtu.be/g7H3tFHm51Q
¡Qué Dios nos ayude a “pensar la patria”!
Cap.15 del “El
Orden Natural” de nuestro mártir Carlos A. Sacheri
(asesinado el 22-12-1974, a los 41 años, por la
organización guerrillera ERP-22 de Agosto)
15. LA
IGLESIA FRENTE AL NAZISMO Y AL FASCISMO
Dentro de
las reacciones provocadas por la crisis de la ideología liberal y sus
lamentables repercusiones en el orden socio-económico, surgen dos corrientes
ideológicas en la primera mitad del siglo XX: el nazismo o nacionalsocialismo y el fascismo. Ambas proceden de
una circunstancia histórica común: la crisis europea que siguió a la guerra de
1914-18 y la crisis financiera internacional de 1929.
En Italia
surge Benito Mussolini, adalid del fascismo; en Alemania, Adolfo Hitler es el
líder del nazismo.
Ante el
carácter que cada uno de estos movimientos políticos fue adquiriendo, la
Iglesia Católica condeno en dos encíclicas del Papa Pio XI: Non abbiamo bisogno (1921) contra el
fascismo, y M it brennender Sorge (1937)
contra el nacional-socialismo.
Caracteres
comunes
Antes de
pasar a considerar los matices distintivos de ambas corrientes, conviene
señalar sus características comunes.
En primer
lugar, las dos ideologías son expresión del pensamiento socialista. Tanto Hitler como Mussolini militaron en el
socialismo antes de formar sus respectivos partidos. Sus tesis principales
reflejan claramente la inspiración socialista. De ahí que resulte un gran
contrasentido el oponer -como se hace con frecuencia- el comunismo al nazismo y
al fascismo, como ideologías contrarias, puesto que la raíz filosófica es común
a todas ellas: una concepción naturalista y materialista del hombre y' de la
sociedad, una hostilidad abierta contra la religión y la Iglesia, una
exaltación del Estado y una limitación drástica de las libertades esenciales
del hombre.
El nazismo
y el fascismo fueron dos movimientos de reacción surgidos de la clase media,
victima principal de la crisis mencionada. Esta reacción antiliberal recluto a
la pequeña burguesía, una parte del campesinado, los artesanos y un amplio
sector de profesionales. Frente a la pasividad del Estado liberal, que
prohijaba la anarquía, las dos corrientes pusieron énfasis en “gobiernos de
orden” , autoritarios, verticales, fuertemente estatizantes. Inspirados por el temor al caos y a la pobreza,
respondían al siguiente lema: “odiar al rico con la mitad de su corazón y al
hombre de abajo con todo su corazón” .
La esencia
del nazismo
Las tesis
principales del nazismo están contenidas en el libro Mein Kampf, de Adolfo Hitler, breviario del maquiavelismo
político. Exalta la grandeza de la nación alemana, llamada a presidir los
destinos del mundo. Cultiva el mito de la “raza superior” o raza aria, cuya
pureza ha de preservarse y aumentarse, mediante métodos eugenésicos. Esto dio
pie al antisemitismo, a la esterilización de mujeres judías, a la eliminación
de los deficientes, etc., mediante sucesivas leyes del III Reich.
El
nacional-socialismo exalto al máximo el poder estatal asignándole poderes
omnímodos en lo económico, lo político y lo cultural. La organización de los
sindicatos se convirtió en engranaje del Partido Nazi. Mediante proscripciones
y persecuciones se llegó al régimen de “partido único” . La educación de la
juventud fue regimentada a través de múltiples organizaciones como la Hitlerjugend, mecanismo de
reclutamiento y adoctrinamiento de los futuros líderes del Partido,
desconociendo los derechos de las familias, los grupos intermedios y la
Iglesia, en materia educativa.
Mediante
el empleo constante de una propaganda hábil,
se completo el proceso de masificación
del pueblo, creando una mentalidad mecanizada al servicio de una
concepción neopagana de la vida.
En el
plano internacional, el nazismo propicio una política agresiva, belicista y de dominación
mundial, so pretexto de asegurar a la nación alemana el “espacio vital”
indispensable.
Resulta
importante señalar que Hitler se consideraba a si mismo como “el auténtico
realizador del marxismo” (H. Rauschning, Hitler
m ’a dit, ed. Cooperation,! Paris, 1939, p. 112-13), adjudicándose
el mismo espíritu
subversivo y el mismo desprecio por la verdad objetiva.
La esencia
del fascismo
El
fascismo italiano constituyo una posición más moderada que el nazismo y
presenta con respecto a este diferencias importantes.
En primer
lugar, Mussolini combatió seriamente al comunismo y su estrategia
internacional,. En segundo lugar, el fascismo no incurrió en racismo ni en
actitudes de dominación mundial. Su nacionalismo se limitó a una reivindicación de los intereses
de Italia y a la recuperación de los territorios que le fueran quitados como
consecuencia de la primera guerra.
Ideológicamente,
su régimen se asentó “sobre la base de un ideario que explícitamente se
resuelve en una verdadera estadolatría pagana, en abierta contradicción tanto
con los derechos naturales de la familia, como con los derechos sobrenaturales
de la Iglesia” (PioXI).
Ese
naturalismo de inspiración socialista llevo a la exaltación del Estado: “Para
el fascismo todo está dentro del Estado y nada de humano o espiritual se halla
fuera del Estado y mucho menos tiene valor. En tal sentido el fascismo es
totalitario y el Estado fascista, síntesis y unidad de todos los valores,
interpreta, desarrolla y encierra en potencia toda la vida del pueblo” (Diario
La Nacion del 30-6-32).
En tal
perspectiva, el gobierno se adueñó de toda la educación, eliminando toda organización
de inspiración religiosa. Organizo “verticalmente” a los sindicatos en entes
corporativos, en contradicción abierta a la organización profesional
corporativa auspiciada por la doctrina social de la Iglesia, que se basa en el
principio de subsidiaridad y defiende la libre agremiación y la independencia
de las organizaciones profesionales del poder político (ver Pio XI, Quadragesimo Anno).
El juicio
de la Iglesia
La
incompatibilidad de las doctrinas expuestas con los principios básicos del
Cristianismo resulta manifiesta. En primer lugar, se contradice el concepto
cristiano del hombre como realidad espiritual, llamado a un fin trascendente y
reconocido en su dignidad de agente libre y responsable, sujeto de derechos
naturales inalienables. El totalitarismo fascista y nazi convierten al hombre
en engranaje del Estado omnipotente, única fuente de derechos.
La exaltación
totalitaria del Estado ha llevado a ambos sistemas a desconocer el principio de
subsidiaridad y los derechos y autonomías legitimas de los grupos intermedios
de la sociedad. Este desconocimiento se da en el plano económico, con el
intervencionismo del gobierno y la sujeción a el de los organismos sindicales y
empresarios. También se da en lo social, al desconocer los derechos propios de
las familias y de las diversas formas de asociación. Se verifica, asimismo, en
el plano político, al conducir a un régimen de partido único, distorsionando
toda autentica participación política de los grupos responsables.
Por último,
se comprueba en el plano de la cultura, mediante el monopolio escolar y la negación
de los legítimos derechos de la Iglesia, en una concepción laicista y neopagana
de la vida.
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