
El Judío en el misterio de la historia
El judío no es como los demás pueblos, que hoy nacen y mañana fenecen; que crean una civilización admirable restringida a un punto del tiempo y del espacio.
Recordemos los grandes imperios de los egipcios, de los asirios, de los persas, de los griegos y romanos. Su gloria fue gloria de un día.
El pueblo judío, porción minúscula enclavada en la encrucijada del Oriente y del Occidente, está hecho de pequeñez para llevar el misterio de Dios a través de los siglos. Y para llevar este misterio grabado en su carne.
No debe crear una civilización porque esto es humano, y a él está reservado lo divino. Es el pueblo teológico, que Dios crea para sí. Moisés nos refiere en el Génesis cómo el Señor Dios, 2.000 años A. C., llama al Patriarca Abrahán, que vivía en Ur de Caldea, en la Mesopotamia, y le dice:
- Sal de tu tierra, y de tu parentela; y de la casa de tu padre, y ven a la tierra que te mostraré.
- Y hacerte he en gran gente, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendito.
- Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan, y en ti serán benditos todos los linajes de la tierra. (Cap. 12).
El pueblo judío, hijo de Abrahán, tiene entonces su origen en Dios, porque Él lo selecciona del resto de la humanidad y porque a Él le promete su bendición en forma tal que en él serán benditos todos los linajes de la tierra.
Israel, entonces, es grande, y grande con grandeza teológica.
¿Pero esta grandeza de Israel estriba puramente en su descendencia carnal de Abrahán, en que este pueblo está formado en los lomos del Patriarca, o en cambio estriba en la fe que tiene Abrahán en la Promesa de Dios?
Esto es sumamente importante; porque si las bendiciones de Dios son para la descendencia carnal de Abrahán, para la pura descendencia carnal, entonces por el hecho de ser hijo de Abrahán, el pueblo judío será elegido y bendito entre todos los linajes de la tierra.
Si en cambio las bendiciones están reservadas a la fe en la Divina Promesa, la pura descendencia carnal no vale; es necesaria la descendencia de Abrahán por la fe en la Promesa, o sea una descendencia espiritual fundada en la fe.
ISMAEL E ISAAC
¿En qué estriba, entonces, la grandeza de Israel, según los divinos designios? Para mostrarlo Dios le da a Abrahán dos hijos. Uno, de su esclava Agar, que nace en forma corriente y natural, y recibe el nombre de Ismael. El otro que contra toda esperanza le pare su mujer Sara en la vejez, de acuerdo a la promesa de Dios, y que es llamado Isaac.
Con Isaac y con su descendencia después de él confirma Dios el pacto celebrado con Abrahán. A Ismael le otorga el Señor también una bendición puramente material, prometiéndole hacerle caudillo de un gran pueblo. De este Ismael descienden los actuales árabes, que tan reciamente se han opuesto a la entrada de los judíos en Palestina. Como Ismael, el hijo de la esclava, se burlase y persiguiese a Isaac, Abrahán, a instancia de Sara, su mujer, y de acuerdo a la orden de Dios, tuvo que echarlo de su casa. (Génesis, cap.21,-9-21).
¿Qué significado tienen estos dos hijos de Abrahán, Ismael e Isaac? San Pablo, el gran Apóstol de los Misterios de Dios, nos explica que en Ismael e Isaac están prefigurados dos pueblos. (San Pablo ad. Gal. 4, 22-31).
Ismael, que nace primero de Abrahán, como fruto natural de su esclava Agar, figura la Sinagoga de los judíos, que se gloría de venir de la carne de Abrahán. Isaac, en cambio, que nace milagrosamente de acuerdo a la promesa divina, de Sara la estéril, representa y figura a la Iglesia, que ha surgido, como Isaac, por la fe en la Promesa de Cristo.
No es, por tanto, la descendencia carnal de Abrahán lo que salva, sino su unión espiritual por la fe en Cristo.
El pueblo judío, formado en Abrahán, no es precisamente por su unión carnal con Abrahán, sino asemejándosele en la fe, creyendo en Cristo, como puede lograr su salud.
Todos los que se unen con Cristo forman la descendencia bienaventurada de Abrahán y de los Patriarcas, y son el objeto de las Divinas Promesas. La Iglesia es Sara hecha fecunda por la virtud de Dios. El espíritu vivifica, y la carne, en cambio, nada vale, decía más tarde Jesucristo. (S. Juan 6, 64).
¿Podría suceder que este pueblo, o parte de este pueblo, unido por lazos carnales con Abrahán, creyese que esta pura unión genealógica es la que justifica y salva?
Sí podría suceder, y sucedió... Y para prefigurarlo, comenta el Apóstol San Pablo, dispuso Dios que Abrahán tuviese dos hijos, uno de la esclava y otro de la libre. Mas el de la esclava nació según la carne; al contrario, el de la libre nació en virtud de la Promesa. Todo lo cual fue dicho por alegoría para significar que el hecho de una pura unión carnal con Abrahán está representado en Ismael, el hijo de la esclava, y la imitación de Abrahán por la fe en Jesucristo figurada en Isaac, el hijo de la Promesa.
De aquí que haya que distinguir entre los verdaderos israelitas porque imitaron su fe en Dios creyendo en Jesucristo, y éstos están figurados en Isaac, y los israelitas que descienden de Abrahán por la carne sin imitar su fe, y éstos están figurados en Ismael.
Ismael perseguía a Isaac. Y San Pablo, comentando, añade: Mas así como entonces el que había nacido según la carne perseguía al nacido según el espíritu, así sucede también ahora. (Gál.4.29).
Y aquí está expresada la necesidad teológica de que Ismael persiga a Isaac, la Sinagoga persiga a la Iglesia, los judíos que están unidos con Abrahán por sólo una unión carnal persigan a los cristianos, verdaderos israelitas, unidos por la fe en Cristo.
ESAÚ Y JACOB
El mismo misterio nos lo revelan los dos hijos que el Señor concedió al Patriarca Isaac: Esaú y Jacob.
Nos refiere el Génesis en el capítulo 95:
21. Hizo Isaac plegarias al Señor por su mujer, porque era estéril, y el Señor le oyó, dando a Rebeca virtud de concebir.
22. Pero chocaban entre sí, en el seno materno, los gemelos que concibió; lo que le hizo decir: Si esto me había de acontecer, ¿qué provecho he sacado yo de concebir? y fue a consultar al Señor.
23. El cual respondió diciendo: Dos naciones están en tu vientre y dos pueblos saldrán divididos en tu seno, y el uno sojuzgará al otro pueblo y el mayor ha de servir al menor.
24. Llegado ya el tiempo del parto, he aquí que se hallaron dos gemelos en su vientre(1).
25. El que salió primero era rubio y todo velludo, a manera de pellico, y fue llamado Esaú. Saliendo inmediatamente el otro, tenía asido con la mano el talón del pie del hermano, y por eso se le llamó Jacob.
San Pablo en su carta a los romanos, donde revela el misterio del pueblo judío, hace ver cómo Esaú, el mayor según la carne, es el pueblo judío, unido con Abrahán por puros lazos de sangre, y Jacob, el hermano menor, es la Iglesia (formada de judíos y gentiles), que porque está unida por la fe en Cristo, es preferida a Esaú. Y así se cumplen las palabras escritas: He amado más a Jacob y he aborrecido a Esaú. Y así la Iglesia vence a la Sinagoga, aunque la Sinagoga, como Esaú, mantiene vivo su odio y dice en su corazón: Yo mataré a mi hermano Jacob. (Gén. 27, 41)
GRANDEZA DEL PUEBLO JUDÍO
He recordado estas figuras de los antiguos Patriarcas no como evocación literaria, sino porque en el origen mismo del pueblo judío, en Abrahán y en Isaac, está figurada la grandeza y miseria de este pueblo y su oposición con la Iglesia.
El pueblo judío es el linaje teológico, escogido, consagrado, santificado para significar y traernos en su carne a Ese otro que había de venir, al Esperado de las naciones.
He aquí lo tremendo de ese pueblo: su carne está santificada y estigmatizada para traemos a Aquél que es la Verdad y la Vida; que es la Salud de los hombres.
Pero, ¿por qué esta carne es santa? ¿Porque es del linaje de Abrahán, o porque ha de traemos a Cristo? En otros términos: ¿Es Cristo quien santifica al linaje judío, o es el linaje judío el que santifica al Cristo?
He aquí, entonces, que Cristo, como había, predicho Isaías (ad. Rom. 9,33), ha sido puesto como piedra de tropiezo y de escándalo para este pueblo.
Porque si este pueblo, con la humildad de Abrahán, cree en el Cristo que santifica su linaje, está llamado a ser raíz y tronco de una frondosa Oliva que es la Iglesia de Jesucristo; si en cambio parte de este pueblo rechaza al Cristo fundado en la soberbia de su linaje, está llamado a ser la raíz y el tronco de una Vid silvestre que no produce sino frutos amargos de pecado.
Si lo primero, este pueblo será Isaac, Jacob, Abel; si lo segundo, este pueblo está llamado a desempeñar el papel de Ismael, Esaú, Caín.
Pero este linaje escogido siempre tendrá superioridad sobre los otros linajes de la tierra. Si acepta al Cristo será lo principal, lo mejor de la Iglesia.
Será la raíz y el tronco de esa Oliva que produce frutos para la vida eterna, como enseña el Apóstol. Si rechaza al Cristo será también lo principal, es a saber lo peor en el reino de la iniquidad.
El Apóstol San Pablo, que con orgullo se sentía israelita, subraya esta superioridad del judío en lo bueno y en lo malo cuando, escribiendo a los Romanos, dice (2, 9-10): Así que tribulación y angustia aguardan al alma de todo hombre que obra mal, del judío primero y después del griego. Mas la gloria y el honor y la paz serán de todo aquél que obra bien, del judío primero y después del griego. Grande es, pues, la superioridad de los judíos, enseña el mismo Apóstol, (Rom,3, 2) porque a ellos les fueron confiados los oráculos de Dios.
El judío es, entonces, primero en el orden de la bondad, en el misterio de la gracia. Judío, entonces, el tronco del árbol que es la Iglesia. Judíos o Israelitas, los Patriarcas; Judíos los Profetas; Judío, Bautista el Precursor; Judío, San José; Judía, la Madre de Dios; Judío, Nuestro Adorable Salvador, en quien son benditas todas las naciones. Judíos los Apóstoles y Evangelistas; Judío el Protomártir Esteban.
¡Qué pueblo, este pueblo teológico, hecho tronco del Árbol de la Iglesia!
Delante de esta Oliva, ¿qué valen los pueblos gentiles que no son más que pobre acebuche?
¿Qué el poderío de Roma y la ciencia de los griegos? Estulticia y necedad, los llama el Apóstol, porque absolutamente de nada sirven para la salud.
Los gentiles, con los griegos a la cabeza, si quieren entrar en la vía de salud tienen que entrar de limosna, aprovechando que algunos judíos serán rechazados para que ellos puedan ser injertados, y así dice el Apóstol que la caída de parte del pueblo judío: Ha venido a ser una ocasión de salud para los gentiles.
17. Si algunas ramas han sido cortadas, y si tú, pueblo gentil, que no eres más que un acebuche, has sido injertado en lugar de ellas y echo participante de la savia que sube de la raíz del olivo.
18. No tienes de qué gloriarte contra las ramas. Y si te glorías, sábete que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. (Rom. 11).
MISERIAS DEL PUEBLO JUDÍO
Pero cuanto mayor sea la grandeza de Israel, que ha sido predestinado en el Cristo, tanto mayor ha de ser su fidelidad a Cristo. ¡Miserable este pueblo si llega a rechazar a Aquél que es su salud! Entonces seguirá siendo el primero, pero el primero en la iniquidad. Y todo cuanto más inicuo y perverso produzca el mundo saldrá también de éste pueblo.
Judío fue Judas el traidor,. Judíos, Anás y Caifás. Judío el pueblo que se gozaba con la sangre del Salvador y que exclamaba: Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos. Judíos, los que apedrearon a San Esteban.
Judíos, los que dieron muerte al Apóstol Santiago de Jerusalén. Judíos, todos los que acechaban contra la predicación de los Apóstoles. El crimen más grande de todos los tiempos, la muerte del Hombre Dios, ha sido perpetrado por éste pueblo, que mereció por eso el nombre de "pérfido".
¿En qué está la raíz del pecado y de todos los errores judaicos?
En que parte de este pueblo creyó que las Promesas hechas a los judíos a causa de Cristo que debía nacer de ellos fueron hechas a su carne, a su genealogía. En otras palabras:
En lugar de advertir que si el pueblo judío era pueblo de predilección lo era por el Cristo, ellos, en su obcecación, creyeron que el Cristo recibió gloria de su descendencia genealógica.
Así no era de Cristo de quien venía la gloria, sino de la carne de Abrahán.
Por esto los fariseos, encarnación genuina de este espíritu de iniquidad, decían con orgullo para no aceptar a Jesucristo: Nosotros tenemos por Padre a Abrahán.
Su pecado consistió entonces, en carnalizar las divinas Promesas. De esta suerte, dieron valor de substancia a lo que no era más que figura.
Esperaron la salud de lo que no era sino un signo.
Y del Mesías, que era el esperado para traer al mundo la gracia y la verdad, hicieron ellos un dominador político, terrestre, que debía asegurar y perpetuar la grandeza de Israel sobre todas las naciones sujetadas como esclavas al imperio judaico.
CARNALIZACIÓN DEL PUEBLO JUDÍO
Es aleccionador indicar las etapas del proceso de carnalización obrado en el pueblo judío.
Siempre fue el israelita de condiciones naturales perversas, dominado por una gran soberbia y una gran avaricia.
Moisés advierte expresamente a los israelitas (Deut. 9,6):
Sabe, pues, que no por tus justicias te ha dado el Señor Dios tuyo esta excelente tierra en posesión, pues eres un pueblo de cerviz muy dura.
Y advierte más adelante (Deut. 9, 13-14):
13. Y me dijo de nuevo el Señor: Veo que este pueblo es de dura cerviz.
14. Déjame que lo desmenuce y que borre su nombre de debajo del cielo y te ponga sobre una gente que sea mayor y más fuerte que ésta.
Pero de modo particular este pueblo prevaricó y se carnalizó en la época de los Reyes, entregándose a mil deshonestidades e idolatrías, de suerte que en castigo fue primero desmembrado y llevado luego en cautivo a Babilonia por el rey Nabucodonosor, seiscientos años A.C.
Setenta años duró este cautiverio, al cabo de los cuales, vueltos los judíos a Palestina, se reconstituyeron en nación sobre las bases nuevas y más firmes que les dio Esdras, a quien los judíos consideran un legislador casi tan grande como Moisés.
De esta reorganización que dio Esdras al pueblo judío, arranca en realidad el judaísmo tal como era en tiempo de Jesucristo y como se perpetúa hasta nosotros.
Para caracterizar a los judíos, hemos de decir que el judío es un pueblo atado a un Libro, el Libro por excelencia, la Ley, la Thora. En realidad forman la Thora los 5 libros del Pentateuco que escribió Moisés. Pero los judíos sólo aceptan la Thora con las interpretaciones que los Rabinos han ido trasmitiendo de boca en boca como palabra de Dios superior a la del mismo Moisés, interpretaciones que han quedado consignadas y en cierto modo petrificadas en un voluminoso libro, llamado el Talmud, que es el código civil y religioso de los judíos.
EL JUDÍO Y LOS PUEBLOS CRISTIANOS
De los judíos viene la Salud. Pero la Salud aun para los judíos. La Salud no son los judíos ni es su Padre Abrahán. La Salud es Cristo. ¡Ay de este pueblo forjado y santificado para traer la Salud, para producir a Cristo, si cree que su carne es la Salud! Entonces en nombre de su "Carne" crucificará a Aquél que constituía su grandeza. y entonces este pueblo, hecho Grande por Aquél que sale de su linaje, se trocará en Miserable por el rechazo voluntario que hará de Cristo.
Es importante compenetrarnos de este Misterio de Grandeza y de Perfidia del judío. El judío que no se adhiere a Cristo es un "ser de iniquidad", es un "ser de perfidia", y no puede estar haciendo otra cosa en el curso de la historia que perseguir a Cristo. Aunque no lo quiera, es su destino. Porque la razón de ser de esta raza es el Cristo. O con Él o contra Él. De aquí la perfidia del judío carnal. Y carnal es todo judío que no se adhiere a Cristo. Luego digamos sencillamente: la perfidia del judío.
...Pero aunque los cristianos debamos amar al judío de acuerdo al precepto de Cristo de amar a nuestros mismos enemigos, no se sigue que no hayamos de reconocer la peligrosidad que hay en ellos y que no hayamos de precavernos contra ella. También debemos amar a los leprosos, y esto no impide que se los aísle para evitar la contaminación; debemos amar a los delincuentes, y esto no obsta a que se los encarcele para que no dañen a la sociedad.
...El judío ha de vivir en medio de los cristianos como testigo ciego de la verdad cristiana y como acicate que nos obligue a permanecer fieles a Jesucristo. Ni se lo debe exterminar, ni se lo debe frecuentar. No lo primero porque desempeña el papel teológico de Caín, que lleva el sello de Dios para que nadie lo extermine. No lo segundo porque es sumamente peligroso.
El judío podrá ser y es bueno dentro de su pueblo. Sus costumbres son generalmente intachables y laudables. Pero con respecto a otros pueblos, aunque viva dentro de ellos, es un enemigo hipócrita que está acechando en la sombra contra los que le brindan hospitalidad. Es un enemigo que acecha.
Así como un día enjuició a Cristo, lo insultó y escupió y le entregó a los gentiles para que fuese clavado en la cruz, así desde entonces su única razón de ser y su única preocupación es destruir al cristianismo...
EL TALMUD
Lo que importa saber es que el judío realiza esta su ley en virtud de su judaísmo, como quien cumple con una misión.
Porque esta ley contenida en el Talmud, que rige al judío, le manda, en efecto, despreciar y odiar a todos los pueblos, en especial a los cristianos, y no parar hasta dominarlos y sujetarlos como esclavos.
Veamos qué nos enseña sobre el Talmud Paulus L. B. Drach, el célebre rabino del siglo pasado convertido al cristianismo, en su famosa y rara obra De l'harmonie entre l'Eglise et la Synagogue, Paul Melier, Libraire-éditeurs, Paris, 1844.
Dice Drach que el Talmud designa el gran cuerpo de doctrina de los judíos, en el que trabajan sucesivamente, en épocas diferentes, los más acreditados ministros de Israel. Es el código completo, civil y religioso, de la sinagoga. Su objeto es explicar la ley de Moisés conforme al espíritu de la tradición verbal, y encierra las discusiones de los diversos doctores. Si el lector juicioso del Talmud puede afligirse a veces de las extrañas aberraciones en que puede caer el espíritu humano, si más de una vez las torpezas del cinismo rabínico obligan a cubrirse el rostro, si el fiel ha de conmoverse por las atroces e insensatas calumnias que el odio impío de los fariseos difunde sobre todos los objetos de su veneración religiosa, en cambio el teólogo cristiano puede recoger allí datos y tradiciones preciosas para la explicación de más de un texto oscuro del Nuevo Testamento y para convencer a nuestros adversarios de la antigüedad del Dogma Católico.
El Talmud contiene las tradiciones reales, que están confiadas a un cuerpo de setenta doctos, el sanhedrín, que era mirado como legítimo sucesor de Moisés. Allí se mezcla lo religioso con lo profano, sobre todo después que los judíos fueron llevados cautivos a Babilonia (586 a. C.).
La autoridad de los rabinos desplaza entonces a Moisés y los profetas. Las prescripciones para el acrecentamiento temporal del pueblo judío adquieren más importancia que los preceptos del mejoramiento religioso. Con estas enseñanzas rabínicas, que agravan los peores instintos del pueblo judío, se ha llegado a crear una mentalidad antisocial y criminal que hace de este pueblo un inadaptado entre todos los pueblos que le dan hospedaje.
El Talmud adquirió singular virulencia después de la aparición del cristianismo. Allí se estamparon las más insolentes y sacrílegas infamias contra Cristo y los cristianos. Esto determinó que los libros del Talmud fueran entregados a las llamas por orden de los Romanos Pontífices o de los príncipes cristianos. Fue entonces cuando un Sínodo judío, reunido en Polonia en 1631, ordenó suprimir cuanto se refiere a Cristo o a los cristianos, en los siguientes términos: "Por tales razones, os ordenamos que de ahora en adelante, cuando publicareis una nueva edición de estos libros, dejéis en blanco los pasajes donde se habla de Jesús de Nazareth, haciendo un circulo como éste O; y todo rabino, como cualquier otro maestro, tenga el cuidado de enseñar tales pasajes a sus fieles sólo verbalmente. De este modo los hombres de ciencia cristianos no tendrán nada que reprochamos al respecto, y podremos evitar que nos sobrevengan las más grandes calamidades y nos será posible vivir en paz"...
LAS ENSEÑANZAS DEL TALMUD REFERENTES A CRISTO Y A LOS CRISTIANOS
SOBRE CRISTO. Se le llama con desprecio: "este hombre", "un quídam", "hijo del carpintero", el "colgado". Se enseña que es hijo espúreo, de una mujer menstruada. Que tenía en sí el alma de Esaú, que era tonto, prestidigitador, seductor, idólatra, que fue crucificado, sepultado en el infierno, y que hasta ahora es un ídolo para sus secuaces. Como seductor e idólatra, no pudo enseñar otra cosa que el error y la herejía, y ésta irracional e imposible de cumplir.
SOBRE LOS CRISTIANOS. Son llamados Notsrim, Nazarenos, y se les aplica todos los nombres con los cuales se designa a los no judíos. Abada zara, es decir, cultivadores de la idolatría; acum, adoradores de las estrellas y de los planetas; Obdé Elilim, siervos de los ídolos; Mínim, herejes; Edom, idumeos; Goim, gentiles; Nokhrim, extranjeros, forasteros; Ammé Aarez, pueblos de la tierra, ignorantes; Apicorosim, epicúreos; Cutim, samaritanos...
LOS CRISTIANOS DEBEN SER DESTRUIDOS. A los discípulos de "aquel hombre", cuyo mismo nombre entre los judíos suena a "bórrese su nombre y su memoria", no se les puede desear otra cosa sino que perezcan todos, romanos, tiranos, los que llevan en cautiverio a los hijos de Israel, de suerte que los judíos puedan librarse de ésta su cuarta cautividad. Está obligado, por tanto, todo israelita a combatir con todas sus fuerzas aquel impío reino de Idumea, propagado por el orbe. Pero como no siempre y en todas partes y a todos es posible este exterminio de cristianos, manda el Talmud combatirlos al menos indirectamente, haciéndoles daño de todas las maneras y así disminuyendo su poder y preparando su ruina.
Abhodah Zarah 26 b:Los herejes y traidores y apóstatas deben ser tirados en un pozo de donde no puedan ser sacados.
• I) Son considerados como los mayores enemigos de los judíos aquellos que revelan los secretos del Talmud o causan daño pecuniario a los judíos aunque sea de poca importancia -Noseroth- traidores...
Sanhedrín 59 a: Dice R. Jochamam: el cristiano que escruta la ley es reo de muerte.
• II) Deben ser matados los judíos que reciben el bautismo.
Iove Dea 158, 2 Hagah: Los prevaricadores que se pasan a la parte de los cristianos y que se contaminan entre los cristianos...
• III) Deben ser matados los cristianos porque son tiranos, restos de los amalecitas, a los que manda destruir la ley antigua.
Zohar I, 219 b: Cierto es que nuestra cautividad debe durar hasta que sean borrados de la tierra los príncipes cristianos que adoran a los ídolos.
• IV) Deben ser matados todos los cristianos, sin exceptuar los mejores de entre ellos.
Abhodah Zarah 26 b. Tosephoth: El mejor entre los goim merece ser muerto.
• V) El judío que mata a un cristiano no peca, sino que ofrece un sacrificio aceptable.
Sepher Or Israel 177 b. Borra la vida del cristiano y mátale. Es agradable a la majestad divina como el que ofrece un don de incienso.
Ibid. Fol. 180. El israelita está obligado a poner todo su empeño en quitar las espinas de la viña. Esto es, en arrancar y en extirpar a los cristianos de la tierra; no se puede dar alegría mayor a Dios bendito que ésta que hacemos exterminando a los impíos y a los cristianos de este mundo.
• VI) Después de la destrucción del templo de Jerusalén no hay sacrificio más grande que el exterminio de los cristianos.
En el Zohar III, 227 b., dice el buen pastor: No hay otro sacrificio fuera del que consiste en quitar del medio la parte inmunda.
Mikdasch Melech en el Zohar f. 62, dice: El cabrón que mandaban el día de la expiación a Azaziel nos enseña que también nosotros debemos suprimir del mundo a los cristianos.
• VII) A los que matan a los cristianos se les promete el supremo lugar en el paraíso.
Zohar I, 38 b. y 39 a. En el cuarto palacio del paraíso están todos los que lloraban a Sión y a Jerusalén y todos los que han destruido los restos de las naciones idólatras... Y como la púrpura es el vestido honorífico y distintivo de Dios, así serán honrados y distinguidos todos los que habrán matado a los otros pueblos idólatras.
• VIII) No se deben hacer las paces con los cristianos, sino que hay que exterminarlos.
Hilkhoth Akum 10, 1. No hagan las paces con los idólatras; de suerte que les concedan permiso de adorar a los ídolos... sino que los aparten de su culto y los maten.
• IX) Todos los judíos están obligados a obrar concordemente para destruir a los traidores sus enemigos; si no con la acción directa, al menos con todos los medios.
Choschen Hammischpat, 388, 16: Todos los habitantes de la ciudad están obligados a resarcir los gastos hechos para matar al traidor, aun aquellos que pagan por otro concepto sus tributos.
Pesachim 49 b: Dice R. Eliezer: Es lícito estrangular al hombre idiota en la fiesta de la expiación, aun si caiga en día sábado.
Le dijeron sus discípulos: Rabbí, di más bien inmolar. A lo que les respondió:
De ningún modo; porque inmolando es necesario recitar ciertas preces, y estrangulando no son necesarias.
El Judío en el misterio de la historia
Padre Julio Meinvielle
De la Cábala al Progresismo
La Cábala es invención judía que se origina en la corrupción por los misterios paganos de la revelación dada por Dios al pueblo judío. Es la tradición divina pervertida por el hombre. No bien aparece el cristianismo, los judíos tratan de destruirlo. Destruirlo por fuera persiguiendo a Cristo y a los cristianos, destruirlo por fuera corrompiéndolo con la cábala. Y esta segunda destrucción produce el gnosticismo cristiano.
¿Porqué los judíos, y precisamente ellos, quieren destruir el cristianismo? Porque los judíos son los enemigos naturales del cristianismo. Y así como destruyeron el mensaje mosaico de la revelación divina, así también van a intentar destruir al cristianismo.
El gran pecado de los judíos ha sido envolver en las tradiciones de los hombres el mensaje evangélico.
Jesús les echaba esto en cara:
"Dejando de lado el precepto de Dios, os aferráis a la tradición humana"
Y les decía:
"En verdad que anuláis el precepto de Dios para establecer vuestra tradición"
Y la tradición de los judíos envolvía también un reino mesiánico terrestre y humano en lugar del reino de Dios, de la Iglesia sobre los pueblos. Un reino terrestre manejado por los judíos. Un reino terrestre de poder. Poder del dinero, poder político, poder religioso sobre las almas de los hombres. Poder totalitario de la misma calidad y dimensión que el poder del demonio sobre los pueblos. El poder de las tres tentaciones. El poder de los placeres. El poder del orgullo. El poder de la posesión de bienes.
De la Cábala al Progresismo
Padre Julio Meinvielle
Segunda Edic. Editorial Epheta 1994
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