Si la fuente de la que beben es el “Humanismo existencialista” despojado de los pensamientos moral y científico, si la mesa de la cual se alimentan son las “Emociones del Postmodernismo” deconstructoras de los poderes opresores de la familia, la tradición y la patria, y si el brindis es por la identidad sexual o de género con una copa rebosante de la perversión “Queer”, muchachos, ustedes son marxistas, y recuerden que la mayoría de estos tipos despreciaban a las religiones y se creían “ciudadanos del mundo”, es decir eran renegados y apátridas, y terminaron todos pervertidos, locos o suicidas.
Si a cada rato realizan un acto de nigromancia y “sacan un oprimido de fantasía” de la galera, desde “civilizaciones” indígenas exterminadas en hispanoamérica y/o “orgullosos traumados” trans en el ropero hasta “sufridas” gallinas ponedoras, y para cada caso fabulan una ideología y una lucha que justifique romper y/o quemar todo tras la quimera de resurgir de las cenizas con más derechos y empoderamiento de los indefensos, ustedes muchachos, son infanto-intelectuales que se autoperciben progresistas. Por favor, revisen que quizás, todas estas ideas no sean más que slogans publicitarios de un gran negocio de unos pocos “piratas”, y piensen que quizás, las pruebas científicas que certifiquen que solo eran rentados desvaríos lleguen tarde, y entonces, el daño ya estará hecho y ustedes habrán sido cómplices.
Si cada vez que gobiernan se jactan de ser Nac & Pop pero terminan sometiendo la Nación a las apetencias de un único líder absolutista, si les cuesta entender y tolerar el equilibrio de poderes, si rotulan de antipatria a quienes piensan diferente, si adoctrinan en lugar de educar, si reescriben la historia según sus caprichos en lugar de estudiarla y tratar de entender, si fomentan la justa distribución de la riqueza con una repartija entre amigotes, si desde el ‘73 que olvidaron la doctrina y sólo buscan el poder, muchachos, ustedes son peronistas. Y si bien sabemos que no les importa demasiado, porque para entonces ya habrán huido con la bolsa llena, por favor, recuerden que cada vez que se les fue la mano, nos dejaron sometidos a un gobierno de facto de botas con cabeza de tornillo.
Ahora bien, si a ustedes les sobran aptitudes para ser todo junto lo antedicho y adueñarse de cada una de esas banderas aún más que sus propios creadores, si son capaces de combatir al occidente cristiano con cada una de las perversiones modernistas y herejías progres y comulgar en el vaticano, si son capaces de lograr que los voten a pesar de habernos hundido en la miseria y a pesar de haberse enriquecido de forma escandalosa, si son capaces de parecer campeones de los derechos humanos mientras realmente los pisotean y comercian con ellos, si son capaces de creer que gozarán eternamente del poder y de una impúdica impunidad como el más acérrimo régimen fascista, entonces muchachos, ustedes son Kirchneristas. Y recuerden que luego de toda gran calamidad viene una segura recuperación y luego de cada revolución se desata una contra, y eso lo sabemos todos, incluidos ustedes, claro.
En cualquier momento alguien puede prender la luz y dejar en evidencia la podredumbre. Últimamente, ya han sufrido algunos destellos de “flashes periodísticos” mostrando los privilegios de la oligarquía gobernante y se les va acabando el tiempo, por eso se les ha ordenado acelerar e ir por todo, y todo es un Estado Socialista.
La “monarquía en el exilio” sabía perfectamente a quien elegía para ocupar el poder ejecutivo y no fue casualidad. Quien mejor que un cobarde que, por no enfrentar la verdad, condena a muchos a vivir en “la mentira de creerse ser lo que nunca serán”. Quien mejor que un “adjunto interino sin concurso” que se vende como profesor de la UBA. Quien mejor que otro abogadito “exitoso” que ejerció un par de añitos como conjuez y que comió “gracias a la socia” que luego traicionó. Quien mejor que “un veleta oportunista político” sin ninguna formación doctrinaria. Quien mejor que un idiota moral de puerto madero que se ufana de “mantener viva su vocación revolucionaria”. En definitiva, un auténtico Argento Progre, esnob y bruto como un arado.
Y la Nación deberá sufrir todas estas miserias, simplemente, para que los príncipes herederos disfruten de las arcas reales depositadas en Seychelles y para que no enjaulen a la bestia, claro.
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Hacia un Estado Socialista
Hace 8 meses decía en “La propiedad privada (12/2020)”:
Escuchar a Juan Grabois, indigna primero, y luego … causa mucha tristeza. Es la degradación del pensamiento personificada y la certeza de un pésimo porvenir.
Aplica la máxima del “Chesterton argentino”: “… es peor que ignorancia, es peor que mentira, es confusión.”
Hoy tenemos una situación asimilable, pero ahora referida a la empresa privada en general y al campo en particular.
El primero busca justificar la violación de la propiedad privada con una pésima interpretación de un derecho humano secundario, y el segundo, con otra pésima interpretación del principio de subsidiaridad, sólo logrará que la lacra gobernante reemplace a los laburantes con chupópteros afines.
Prometen terminar con el hambre y terminarán con la producción de alimentos, prometen desarrollar la economía y no tendrán a quien cobrar impuestos, prometen igualdad de oportunidades y sólo construyen un futuro para ellos, prometen derechos para las minorías y terminarán esclavizando a la mayoría, prometen, prometen, prometen y deben esconderse por inútiles ... con un estado socialista.
Los K se han caracterizado por bastardear los principios de justicia social, solo les interesa confundir y hacer negocio para perpetuarse en el poder y la rapiña, y esto Beliz lo sabe, y aun así, entra a la ladronera y arrastra a la Nación al caos.
“Zapatitos blancos” huyó “asqueado del nido de víboras” del gobierno de Carlitos, quiso jugar por afuera con Cavallo sin ningún éxito. Pero, como lo había puesto a Alberto de legislador de la ciudad y entró, este luego le devolvió el favor y lo llevó como ministro de Justicia de Néstor, que gobernaba “un nido de ...” (complete como más le plazca, todas las alimañas aplican). Y el sosias del “viejo Viscacha” lo terminó echando por meterse con la SIDE que era fundamental para su gobierno, pues le proveían “la boñiga ciudadana correctamente encarpetada” para los aprietes, y se comió 15 años de juicios.
Desde entonces trabajó para la OEA en USA, estudiando “el desarrollo regional”. Y conociendo a Alberto y a Cristina, ¿a qué volvió? ¿¡otro más que necesita asegurarle el porvenir a sus hijos y nietos!?
Dado este trabajo en la OEA cuenta con abundante información estadística que puede enganchar al espinel, y usando un diagnóstico más o menos correcto como carnada, arrastrarnos a una solución absurda que ya fracasó en el mundo.
¿Quién podría estar en desacuerdo con el título y con los primeros párrafos? ver la publicación que realizó en Infobae De planes a empleos, lo verdaderamente popular. Ahora bien, promediando la exposición, empiezan a asomarse ambigüedades que son un “manjar servido en bandeja de plata” para mamá buitre, quien rápidamente devorará y regurgitará las frases tergiversadas para que Maxi, Axel y los pibes para la revolución hagan la revolución.
Y como si fuera poco, tienen de mayordomo atendiendo la mesa, al Tío Idiota que firma cualquier cosa con tal que no lo reten, banquete preparado, a inventar cooperativas y engullir sin moderación empresas privadas y establecer un todopoderoso Estado Socialista.
(los destacados son de este post)
“Resulta fundamental incluir a las cooperativas de trabajo a través de programas de transferencias monetarias asociados al empleo. Las cooperativas brindan un marco ideal para la transformación, al incorporar en su propia naturaleza una ayuda mutua que va más allá de la asistencia económica, que incluye dimensiones educativas, sociales y culturales en un sistema democrático de responsabilidad compartida.”
“El refuerzo a las iniciativas agroecológicas vinculadas a una mejor nutrición y la construcción de viviendas son otros pilares fundamentales. La consigna de tierra, techo y trabajo -consagrada en la ley de integración socio-urbana de los barrios populares como real política de Estado-, tiene el desafío de conjugar los aportes presupuestarios con el dinamismo de su ejecución a través de la organización de los movimientos populares, cuyo aporte a la economía social ha sido consagrado recientemente con el reconocimiento de los estatutos de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular.”
Y como era de esperar, la emoción inundó el estercolero … a Grabois se le piantó un lagrimón, Axel no puede parar de pifiar tiempos verbales, los chicos de la Cámpora pagaron por adelantado la obra social privada, Maxi ya se prueba la corona, y los “varones” (sic) del conurbano levantaron vuelo en busca de “oportunidades”.
Les regalarán tierras fiscales y los plantines de perejil también, les darán exenciones impositivas y créditos muy blandos que nunca pagarán, les facilitarán las ventas con compras del estado donde “el diego” será doble (las dos puntas cobrarán), les bonificarán el agua, la luz, el gas, internet, y el papel higiénico también, les permitirán contratar para hacer el “trabajo duro de campo” sin relación de dependencia y sin cargas sociales, etc., etc., …durarán lo que puedan durar antes de “comerse” unos a otros, pero durante ese tiempo dañarán seriamente la economía real, y al final, como todos sabemos, estas cooperativas armadas artificialmente por el Estado y los punteros políticos, fracasarán.
Ninguna de las conocidas “expropiaciones judiciales” o ERT (empresas recuperadas por/para los trabajadores) funciona como, ni se parece, a una empresa que cumple con sus obligaciones fiscales y sociales. Todos nosotros tuvimos que pagar por una expropiación para que un puñado de obreros fanfarroneen que son empresarios, sin devolver jamás la inversión ni renunciar a los beneficios que se suponen extraordinarios. Cualquier privado que no pague ANSES o AFIP le rematan hasta los calzoncillos sin ninguna contemplación, y si no “paga” a los sindicatos, lo bloquean y no puede la laburar. Las cooperativas de “empresas recuperadas”, no, ellas no, ellas pueden hacer lo que quieran y nosotros debemos ser solidarios con los más necesitados. Fin. Bajen el telón.
Por favor, terminen con la mentira, no sean ridículos, ¿un grupo de obreros dirigidos por un puntero político tendrá éxito donde no pudieron empresarios con experiencia, gerentes profesionales, técnicos y trabajadores especializados? Bueno, estos fabuladores son los mismos que venden la idiotez de la medicina cubana, pero cuando necesitan una cirugía se operan por OSDE en el Hospital Austral (o viajan a USA o Canadá).
Le vendieron el alma al diablo y este pide más, los “derechos ganados” ya no alcanzan, ahora van por todo, van por el Estado Socialista ... El gobierno avanza en un plan para crear un millon de empleos y descomprimir el conurbano.
Creerle a los K es de suicidas, te hacen creer un patriota y mientras te hacen cantar el himno con una mano en el corazón, te roban los pantalones y te sodomizan. Pero creerle al Tío Idiota es de … idiotas.
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o ... Hacia un Estado Mafioso
Y es lógico, mal que les pese a los “marxistas culturales” y/o “socialistas científicos” y mal que “no” les pese porque nunca se darán cuenta, a los Argentos Progres, ustedes muchachos, lamentablemente, son y serán el instrumento descartable de los poderosos que, cuando cobren favores, nos someterán a un Estado Mafioso.
No hay que ser muy despierto, sólo hay que leer las noticias internacionales de los últimos 100 años, lo que empieza con una promesa del “Edén en la Tierra” para trabajadores o campesinos, termina con un estado absolutista manejado por burócratas mafiosos y enriquecidos, mientras los ciudadanos sufren miseria y hambre y están condenados al silencio sin libertad alguna. Y cuando la cosa no da para más abandonan el gobierno, pero se quedan con el poder, los burócratas totalitarios se reconvierten en empresarios, mafiosos, claro.
Todos los teóricos socialistas prometen no convertirse ni en Stalin ni en Castro. Pero la verdad es que eso nunca existió, para “expropiar los bienes” y “barrer a Dios bajo la alfombra” siempre emplearon la fuerza y más de 100 millones de muertos son bastante evidencia.
Hoy prefieren mostrarse más cercanos a un Trotski “edulcorado” y democrático o, en el colmo de la utopía, anárquico y sin Estado opresor. Pretenden vendernos otro Edén en la tierra, bastante parecido a la edad de las cavernas, pero ahora con cavernícolas veganos, claro.
El más fanático es Axel y habrá que aguantarlo cuando se decepcione. La verdad es que la revolución bolche es solo una mascarada parte del relato y no está en la cabeza de la Reina Madre ni en la de su Príncipe heredero.
El negocio oculto, es el mismo que usaron para comprarse media Patagonia y que también aplicaron sindicalistas devenidos en empresarios, se trata de “apretar y apretar” hasta fundir las empresas privadas que no les sean serviles, perjudicándolas con competencia desleal patrocinada por el estado, para luego comprarlas a precio a vil. Y si no aflojan, quizás se necesite hacerles algunas atentas llamadas telefónicas (ej.: C5N) o condolecerse por algún involuntario accidente (ej.: V.Gotti), pero al final, venderán. Los nombres de los corruptos son muy conocidos y están en nuestras plegarias, … para que vayan presos.
Y el Tío Idiota, que nunca vio los bolsos de Néstor, pero que vivía en Puerto Madero como si se hubiese encontrado alguno, y que idolatra a la reina déspota, que lo somete en público, él será el “idiota útil” que los perpetuará en el poder.
"La vida que queremos requiere de muchos períodos de Gobierno".
¡Qué Dios nos ayude a “pensar la patria”!
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Anexos.
La Doctrina Social de la Iglesia contiene principios relativos a la dignidad de las personas que son de aplicación universal y recomendaciones críticas según las realidades de cada región o nación.
El Liberalismo como ideología ha sido condenado infinidad de veces por negar a Dios y el Capitalismo “salvaje” sin límites ni regulaciones también. El Comunismo peor aún, ha sido condenado por ser “intrínsicamente perverso” y el Colectivismo por violar derechos humanos fundamentales. Y el estruendoso fracaso de los dos últimos no significa el triunfo irrestricto de los primeros, aún hay mucho por hacer.
Sin embargo, en la Europa de postguerra han surgido diversas formas de “Capitalismo de Mercado” que han tenido un éxito innegable en la “casi” eliminación de la pobreza. Seguramente aún quedan muchas, pero es cada vez más difícil encontrar personas sin educación, indigentes o explotadas laboralmente, razón por la cual el socialismo y la lucha de clases desaparecieron. Pero, no deja de ser capitalismo y dado su carácter “inmanente” tiende a enseñorearse y se excede creando una sociedad superficial y consumista.
En los países subdesarrollados de Sudamérica la realidad es totalmente diferente, y desde nuestra realidad de pobreza estructural, criticar al capitalismo por los males que conlleva es una idiotez supina. Por favor, déjennos llegar hasta donde ellos llegaron y después discutimos lo que sigue.
Pero dejemos hablar a los que saben …
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44. EL PRINCIPIO DE SUBSIDIARIDAD
Enunciado
La palabra subsidiaridad proviene del latín subsidium que significa “ayuda, apoyo, suplencia”. Derivadas del mismo son las expresiones actuales de subsidio, suplente, acción supletoria, acción subsidiaria, mediante las cuales se significa la acción que realiza alguien en ayuda, auxilio, de otro, para suplir o completar aquello que éste no puede hacer por sí solo.
Así decimos que la escuela “suple” la función educativa de los padres en la familia, pues completa y perfecciona la misma en aquello que los padres, por lo general, no pueden brindar a sus hijos en materia de instrucción. Del mismo modo hablamos de la acción supletoria que una provincia ejerce en apoyo a ciertas iniciativas de orden municipal, cuando la comuna no puede asumirlas plenamente con sus solos recursos. También hablamos de una pequeña empresa que es “subsidiaria” de otra mayor, pues esta última utiliza la contribución de la primera para la elaboración de un artículo complejo, que escapa a las posibilidades de aquélla. Por último, suele hablarse de que el Estado subsidia tal o cual actividad, otorgando fondos especiales para la ejecución de determinadas tareas (asistenciales, etc.) o para complementar la rentabilidad de ciertos bienes (por ej., los “precios-de sostén” para productos agrícolas).
El principio de subsidiaridad implica los ejemplos mencionados y muchos otros más, sintetizándolos en una fórmula de alcance universal, como podría ser la siguiente: toda actividad social es, por esencia, subsidiaria, debiendo servir de apoyo a los miembros de la sociedad, sin jamás absorberlos ni destruirlos. Este principio es aplicable a todas las actividades o funciones, desde las más materiales hasta las más espirituales.
En tal sentido encontramos una formulación más completa en dos documentos recientes: “... aquel principio que no puede ser suprimido ni alterado: así como es ilícito quitar a los particulares lo que con su propia iniciativa y propia industria pueden realizar, para encomendarlo a una comunidad, así también es injusto y, al mismo tiempo, de grave perjuicio y perturbación del recto orden social, abocar a una sociedad mayor y más elevada lo que pueden hacer y procurar asociaciones menores e inferiores. Toda intervención social debe, en consecuencia, prestar auxilio a los miembros del cuerpo social, nunca absorberlos ni destruirlos” (Quadragesimo Anno; id. Mater et Magistra).
Tres ideas
Tal como ha sido formulado el principio de subsidiaridad, podemos discernir tres ideas básicas que se complementan mutuamente y se equilibran:
1) Debe acordarse a los. individuos y a los grupos más reducidos todas las funciones y atribuciones que puedan ejercer por su propia iniciativa y competencia.
2) Los grupos de orden superior tienen por razón de ser y como única finalidad la de ayudar a los individuos y grupos inferiores supliéndolos en aquello que no puedan realizar por sí mismos. No deben reemplazarlos, ni absorberlos, ni destruirlos.
3) Un grupo de orden superior puede, y aún debe, reemplazar a uno inferior cuando manifiestamente este último no esté en condiciones de cumplir con su función específica. Dicha intervención deberá al mismo tiempo crear las condiciones que permitan al grupo inferior asumir sus funciones propias.
Las dos primeras ideas mantienen la verdad parcial de la doctrina liberal, en cuanto asegura a todo miembro del cuerpo social el debido margen de iniciativa y libertad. Pero asimismo, respeta una sana intervención del Estado o de los organismos más poderosos en la medida en que el bien de la sociedad así lo exija. Quedan, pues, salvados los aspectos a los cuales son particularmente sensibles el liberalismo y el socialismo respectivamente, pero armonizados en una síntesis superior que permite evitar los graves errores que vician a ambas doctrinas.
Fundamento
Podrá preguntarse: ¿por qué considerar al principio de subsidiaridad como un principio esencial de todo recto ordenamiento social? ¿Es acaso tan importante?
Para hallar la respuesta adecuada debemos reflexionar sobre el fundamento de este principio, que no es otro que la misma naturaleza del hombre. De ahí su carácter esencial. En efecto, se ha dicho anteriormente que la persona humana es un ser racional, libre y responsable (cf. cap. “La persona humana”). En la idea de subsidiaridad quedan directamente implicados los dos últimos caracteres: libertad y responsabilidad.
Cuando una sociedad niega en los hechos la vigencia de este principio, dando pie a un intervencionismo abusivo por parte del propio Estado y/o de los sectores más poderosos, los grupos más pequeños y las personas que lo constituyen se ven menoscabados en su capacidad de iniciativa, en su competencia y en su responsabilidad personal. La negación de la subsidiaridad anula prácticamente la condición de ser responsable que posee todo hombre, por cuanto al cercenar su iniciativa, su inventiva, etc., lo trata como si fuera un elemento pasivo que no tiene otra capacidad que la de recibir órdenes o las dádivas (y no derechos) que el grupo superior le otorgue.
En síntesis, la violación del principio de subsidiaridad acarrea inevitablemente la negación de la persona, pues al no reconocérsele el adecuado margen de: iniciativa y competencia propias, se la convierte en un ser irresponsable, coartado en su libertad. Es, por lo tanto, la esencia misma del ser humano la que está directamente en juego a través del concepto de subsidiaridad. De ahí la insistente recomendación pontificia de consolidar los grupos intermedios dentro del cuerpo social: “[es necesaria] una reestructuración de la convivencia social mediante la reconstrucción de grupos intermedios autónomos, de finalidad económica y profesional, no impuestos por el Estado sino creados espontáneamente por sus miembros” {Mater et Magistra). El mismo criterio rige para todos los órdenes de la vida social.
Grupos intermedios y Estado
La idea de acción subsidiaria rige no sólo para el Estado sino para todos los grupos intermedios más poderosos, en sus relaciones con los sectores inferiores. Pero, evidentemente, es el Estado quien debe velar específicamente para que la subsidiaridad tenga vigencia en todos los niveles, en su carácter de procurador del bien común nacional.
Para ello es menester que el orden jurídico público acuerde a los grupos sociales (municipios, empresas, etc.) una real autonomía y poder de decisión en los asuntos que les competen. Esto resulta muy urgente, dada la tendencia centralizadora de muchos Estados “democráticos”. Se impone una efectiva descentralización de funciones y poderes en beneficio del municipio, la provincia y la región. Lo cual supone una reforma del Estado y sus estructuras. Análogamente, en el orden económico urge fortalecer la iniciativa privada (capital y trabajo) en las empresas, pero propiciando la formación de asociaciones profesionales vigorosas. Y todo ello según lo dicho por G. Thibon: “El primer efecto de una institución sana es colocar el egoísmo individual al servicio del bien común y hacer coincidir, en todo lo posible, el interés privado con el deber social” (Diagnostics).
45. LA FUNCIÓN DEL ESTADO
El vaivén de las ideologías modernas ha terminado por dislocar en muchos casos el sentido y la finalidad propia de múltiples instituciones del orden social. Así vemos que la universidad, el sindicato, la empresa, el municipio y la misma familia, padecen hoy una crisis profunda que afecta su normal funcionamiento y el cumplimiento cabal de sus objetivos fundamentales: Lo mismo acontece en el plano político con el concepto del Estado. En momentos en que éste se ve llamado a desempeñar nuevas e importantes funciones dentro del cuerpo social, la crisis intelectual y moral de nuestro tiempo ha contribuido a desvirtuar el sentido de su responsabilidad esencial, cual es la de procurar el bien común. De ahí la urgente necesidad de recuperar una adecuada imagen de la autoridad política y de su función básica. De lo contrario, el desconocimiento de esta última continuará socavando la vida social en todas sus dimensiones.
La gran alternativa
Resulta imperioso redescubrir una distinción profunda entre dos actividades o roles que la mayoría de la gente, y aun los “expertos” en temas políticos, identifican falsamente: gobierno y administración. No solamente ambos quehaceres se distinguen entre sí, sino que, en cierta medida, se contraponen engendrando hábitos mentales diferentes. Su confusión ha tenido y tiene gravísimas consecuencias, por cuanto distorsiona el orden social, tanto en lo económico, como en lo político y lo cultural.
Hemos mencionado que el Estado o autoridad política, en su carácter de gestor o procurador del bien común debe gobernar, esto es, ejercer una actividad de supervisión y ordenamiento, de coordinación y arbitraje de la labor de cada grupo intermedio y de cada sector de la población, en lo que hace a sus respectivos ámbitos de acción y competencia. Tal es la función propia y específica del Estado.
A los particulares, por el contrario, les compete propiamente el administrar, esto es, asumir la ejecución y dirección concretas de las diferentes tareas a su cargo, no ya en sus líneas generales, sino en cada una de las etapas de su concreción. El Estado puede, por ejemplo, inducir a los empresarios y organismos de crédito de una región determinada a crear un ente de expansión regional, fomentando la acción de éste mediante medidas financieras, estímulos de diferente tipo, etc. Pero resultaría disparatado que el Estado pretendiera asumir por sí y directamente la administración de dicho organismo, para decidir a qué empresas habrá de ayudar o no, desentendiéndose de toda responsabilidad pecuniaria sobre las consecuencias de sus intervenciones. Lo que no logren las empresas por sí mismas, menos lo conseguirá el Estado-administrador.
Gobernar y administrar implican dos actitudes mentales y morales diferentes. En efecto, mientras el espíritu administrador trata de aplicar las reglas más simples y más generales en la organización de las distintas tareas, el espíritu de gobierno se propone favorecer al máximo ¡a diversidad de iniciativas, públicas o privadas, que puedan concurrir al bien común.
El administrador unifica, centraliza y simplifica al máximo. El gobernante diversifica, descentraliza y respeta todas las diferencias legítimas que la diversidad de situaciones complejas impone al buen sentido. Ambas actividades son legítimas y necesarias en sus respectivas esferas. Lo grave se da cuando el gobernante descuida sus tareas para transformarse progresivamente en administrador. En tal caso, el espíritu de administración se desvirtúa y, cual nuevo rey Midas, esteriliza y ahoga cuanto toca.
El Orden Natural, Carlos A. Sacheri
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(41) El marxismo ha criticado las sociedades burguesas y capitalistas, reprochándoles la mercantilización y la alienación de la existencia humana. Ciertamente, este reproche está basado sobre una concepción equivocada e inadecuada de la alienación, según la cual ésta depende únicamente de la esfera de las relaciones de producción y propiedad, esto es, atribuyéndole un fundamento materialista y negando, además, la legitimidad y la positividad de las relaciones de mercado incluso en su propio ámbito. El marxismo acaba afirmando así que sólo en una sociedad de tipo colectivista podría erradicarse la alienación. Ahora bien, la experiencia histórica de los países socialistas ha demostrado tristemente que el colectivismo no acaba con la alienación, sino que más bien la incrementa, al añadirle la penuria de las cosas necesarias y la ineficacia económica.
La experiencia histórica de Occidente, por su parte, demuestra que, si bien el análisis y el fundamento marxista de la alienación son falsas, sin embargo, la alienación, junto con la pérdida del sentido auténtico de la existencia, es una realidad incluso en las sociedades occidentales. En efecto, la alienación se verifica en el consumo, cuando el hombre se ve implicado en una red de satisfacciones falsas y superficiales, en vez de ser ayudado a experimentar su personalidad auténtica y concreta. La alienación se verifica también en el trabajo, cuando se organiza de manera tal que «maximaliza» solamente sus frutos y ganancias y no se preocupa de que el trabajador, mediante el propio trabajo, se realice como hombre, según que aumente su participación en una auténtica comunidad solidaria, o bien su aislamiento en un complejo de relaciones de exacerbada competencia y de recíproca exclusión, en la cual es considerado sólo como un medio y no como un fin.
Es necesario iluminar, desde la concepción cristiana, el concepto de alienación, descubriendo en él la inversión entre los medios y los fines: el hombre, cuando no reconoce el valor y la grandeza de la persona en sí mismo y en el otro, se priva de hecho de la posibilidad de gozar de la propia humanidad y de establecer una relación de solidaridad y comunión con los demás hombres, para lo cual fue creado por Dios. En efecto, es mediante la propia donación libre como el hombre se realiza auténticamente a sí mismo, y esta donación es posible gracias a la esencial «capacidad de trascendencia» de la persona humana. El hombre no puede darse a un proyecto solamente humano de la realidad, a un ideal abstracto, ni a falsas utopías. En cuanto persona, puede darse a otra persona o a otras personas y, por último, a Dios, que es el autor de su ser y el único que puede acoger plenamente su donación. Se aliena el hombre que rechaza trascenderse a sí mismo y vivir la experiencia de la autodonación y de la formación de una auténtica comunidad humana, orientada a su destino último que es Dios. Está alienada una sociedad que, en sus formas de organización social, de producción y consumo, hace más difícil la realización de esta donación y la formación de esa solidaridad interhumana.
En la sociedad occidental se ha superado la explotación, al menos en las formas analizadas y descritas por Marx. No se ha superado, en cambio, la alienación en las diversas formas de explotación, cuando los hombres se instrumentalizan mutuamente y, para satisfacer cada vez más refinadamente sus necesidades particulares y secundarias, se hacen sordos a las principales y auténticas, que deben regular incluso el modo de satisfacer otras necesidades. El hombre que se preocupa sólo o prevalentemente de tener y gozar, incapaz de dominar sus instintos y sus pasiones y de subordinarlas mediante la obediencia a la verdad, no puede ser libre. La obediencia a la verdad sobre Dios y sobre el hombre es la primera condición de la libertad, que le permite ordenar las propias necesidades, los propios deseos y el modo de satisfacerlos según una justa jerarquía de valores, de manera que la posesión de las cosas sea para él un medio de crecimiento. Un obstáculo a esto puede venir de la manipulación llevada a cabo por los medios de comunicación social, cuando imponen con la fuerza persuasiva de insistentes campañas, modas y corrientes de opinión, sin que sea posible someter a un examen crítico las premisas sobre las que se fundan.
(42) Volviendo ahora a la pregunta inicial, ¿se puede decir quizá que, después del fracaso del comunismo, el sistema vencedor sea el capitalismo, y que hacia él estén dirigidos los esfuerzos de los países que tratan de reconstruir su economía y su sociedad? ¿Es quizá éste el modelo que es necesario proponer a los países del Tercer Mundo, que buscan la vía del verdadero progreso económico y civil?
La respuesta obviamente es compleja. Si por «capitalismo» se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre creatividad humana en el sector de la economía, la respuesta ciertamente es positiva, aunque quizá sería más apropiado hablar de «economía de empresa», «economía de mercado», o simplemente de «economía libre». Pero si por «capitalismo» se entiende un sistema en el cual la libertad, en el ámbito económico, no está encuadrada en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de la libertad humana integral y la considere como una particular dimensión de la misma, cuyo centro es ético y religioso, entonces la respuesta es absolutamente negativa.
La solución marxista ha fracasado, pero permanecen en el mundo fenómenos de marginación y explotación, especialmente en el Tercer Mundo, así como fenómenos de alienación humana, especialmente en los países más avanzados; contra tales fenómenos se alza con firmeza la voz de la Iglesia. Ingentes muchedumbres viven aún en condiciones de gran miseria material y moral. El fracaso del sistema comunista en tantos países elimina ciertamente un obstáculo a la hora de afrontar de manera adecuada y realista estos problemas; pero eso no basta para resolverlos. Es más, existe el riesgo de que se difunda una ideología radical de tipo capitalista, que rechaza incluso el tomarlos en consideración, porque a priori considera condenado al fracaso todo intento de afrontarlos y, de forma fideísta, confía su solución al libre desarrollo de las fuerzas de mercado.
…
(48) … Otra incumbencia del Estado es la de vigilar y encauzar el ejercicio de los derechos humanos en el sector económico; pero en este campo la primera responsabilidad no es del Estado, sino de cada persona y de los diversos grupos y asociaciones en que se articula la sociedad. El Estado no podría asegurar directamente el derecho a un puesto de trabajo de todos los ciudadanos, sin estructurar rígidamente toda la vida económica y sofocar la libre iniciativa de los individuos. Lo cual, sin embargo, no significa que el Estado no tenga ninguna competencia en este ámbito, como han afirmado quienes propugnan la ausencia de reglas en la esfera económica. Es más, el Estado tiene el deber de secundar la actividad de las empresas, creando condiciones que aseguren oportunidades de trabajo, estimulándola donde sea insuficiente o sosteniéndola en momentos de crisis.
El Estado tiene, además, el derecho a intervenir, cuando situaciones particulares de monopolio creen rémoras u obstáculos al desarrollo. Pero, aparte de estas incumbencias de armonización y dirección del desarrollo, el Estado puede ejercer funciones de suplencia en situaciones excepcionales, cuando sectores sociales o sistemas de empresas, demasiado débiles o en vías de formación, sean inadecuados para su cometido. Tales intervenciones de suplencia, justificadas por razones urgentes que atañen al bien común, en la medida de lo posible deben ser limitadas temporalmente, para no privar establemente de sus competencias a dichos sectores y sistemas de empresas y para no ampliar excesivamente el ámbito de intervención estatal de
manera perjudicial para la libertad tanto económica como civil.
En los últimos años ha tenido lugar una vasta ampliación de ese tipo de intervención, que ha llegado a constituir en cierto modo un Estado de índole nueva: el «Estado del bienestar». Esta evolución se ha dado en algunos Estados para responder de manera más adecuada a muchas necesidades y carencias tratando de remediar formas de pobreza y de privación indignas de la persona humana. No obstante, no han faltado excesos y abusos que, especialmente en los años más recientes, han provocado duras críticas a ese Estado del bienestar, calificado como «Estado asistencial». Deficiencias y abusos del mismo derivan de una inadecuada comprensión de los deberes propios del Estado. En este ámbito también debe ser respetado el principio de subsidiariedad. Una estructura social de orden superior no debe interferir en la vida interna de un grupo social de orden inferior, privándola de sus competencias, sino que más bien debe sostenerla en caso de necesidad y ayudarla a coordinar su acción con la de los demás componentes sociales, con miras al bien común.
Al intervenir directamente y quitar responsabilidad a la sociedad, el Estado asistencial provoca la pérdida de energías humanas y el aumento exagerado de los aparatos públicos, dominados por lógicas burocráticas más que por la preocupación de servir a los usuarios, con enorme crecimiento de los gastos. ...
CENTESIMUS ANNUS, San Juan Pablo II
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