El virus socialista (03/2023)

 



Cuando queremos reflexionar, lo primero que hacemos es alejarnos del ruido.



Cercanos al 24 de marzo, mientras la izquierda hace exactamente lo contrario con su escandalosa y ruin propaganda y sus ruidosos escenarios circenses desde donde inocula su pócima venenosa mezclando mentiras, odio, resentimiento y perversión, algunos otros seguimos revisando causas y consecuencias de los hechos sin censura, para intentar entender. 


Por diferentes motivos, muchos fuimos arrastrados por los hechos que se nos vinieron encima, y muchos debimos involucrarnos, aunque haya sido en la periferia, y ni siquiera para eso estábamos preparados. A la distancia, pareciera que hicimos el recorrido de un ebrio intelectual que zigzaguea de una vereda a otra. Y sí, es lo que ocurre cuando empuja la irreflexiva juventud, y se manifiesta la falta de conocimiento y la soberbia intelectual del ignorante. En poquitos años, pasamos de aplaudir a la resistencia peronista a mirar con buenos ojos a los montoneros surgidos de la acción católica, para finalmente pedir que alguien ponga fin a tanta sangre derramada. Fuimos traicionados en la república por el populismo, en la Fe por los heterodoxos y herejes tercermundistas y en el amor a la patria por un proceso cobarde que manchó los uniformes. 



En el posteo previo, la pluma de Don Enrique Diaz Araujo nos alertaba sobre el neo-marxismo o socialismo utópico fourierista” o “freudismo fantasioso más marxismo heterodoxo”, engendro gramsciano desarrollado en la escuela de Frankfurt, responsable de la subversión de los ‘70 y padre del actual engendro seudo-democrático Marxismo Cultural, progresismo o socialismo del siglo XXI. 



En este, repasaremos el anarquismo que exportó terroristas desde la URSS hacia todo el mundo, a principios del siglo pasado. En España causó la Guerra Civil persiguiendo y asesinando a sangre fría a todo lo que olía a católico, y en Argentina causó unas cuantas muertes, pero me referiré solamente a las que fueron sinrazón o por amor al terrorismo. Estos hechos que para muchos pasaron desapercibidos, no cabe la menor duda que fueron el semillero de las “escuelas de terrorismo”.  



Y luego terminaré citando dos trabajos, uno de 1977 y otro del 2009, que explican porque el proceso no fue, ni lo que debería haber sido, ni lo que denuncian sus enemigos. Y, por ende, explican porque estamos como estamos. 



 

¡Qué Dios nos ayude a “pensar la patria”! 

  

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Dividiré esta nota en 3 partes: Antes, Durante y Después. 

 

PARTE 1°:  ANTES 

 

Extracto de CENTENARIOS CUIDADOSAMENTE SILENCIADOS 

 

Las Internacionales 
 
Dado que el socialismo actual ha edulcorado su posición política del presente como “socialdemócrata”, será necesario recordar que —al igual que su aliada electoral de antaño (1931) y hogaño (2009), la U.C.R.— ambos partidos son “Secciones Argentinas” de la II° Internacional marxista o IS (Internacional Socialista) fundada en París el 14 de julio de 1889, al cumplir cien años la cruenta Revolución Francesa. 

Los marxistas habían sido expulsados con sus mentores —Chahim Mordechai Ha-Levy (a) “Karl Marx” y Federiquito Engels— de la Internacional que estos benefactores de la humanidad habían fundado en Londres en noviembre de 1864, la AIT o Asociación Internacional de Trabajadores, que renegó del marxismo y se convirtió en anarquista bajo el influjo del ruso Mikhail Bakunín. 
 
En la Argentina venimos padeciendo de “Secciones” locales de las cuatro Internacionales desde 1870, más algunos sucedáneos “mistongos” como el “Foro de San Pablo”, el de “Porto Alegre” o “Foro Social Mundial” y el latrofaccioso Eje “bolivariano” (!) castrochavista “ALBA”. 
 
Cuando los subversivos del mundo se dividían en marxistas y bakuninistas, las dos respectivas Internacionales rivalizaban en perpetrar los atentados más impactantes y las revoluciones más sangrientas. No olvidemos que la Revolución Soviética tuvo como partido único oficial a la “Fracción de los Bolcheviques del Partido Socialdemócrata Ruso” (nombre que usó hasta la Segunda Guerra Mundial) y estuvo afiliado a la II° Internacional hasta que Lenin creó la III° o Komintern (Internacional Comunista). 
 
Con los anarquistas, estos marxistas cometieron las incalificables tropelías de la Guerra de España, durante la cual se fundó la IV° Internacional trotskista. Ninguna de estas asociaciones ilícitas (varias son “legales” pero nunca serán lícitas) ha dejado de tener su “Intelligentzia” sumisa y su mano de obra cipaya en la Argentina desde hace un siglo y medio. 
 

Atentados contra 4 presidentes 
 
Los magnicidios fallidos planeados por anarquistas comenzaron por el dirigido contra el presidente Faustino Valentín Quiroga Sarmiento y Albarracín, quien por aversión a su pariente y biografiado Facundo prefirió quitarse el primer apellido paterno y llamarse “Domingo Faustino Sarmiento”. 
 
El 23 de agosto de 1873, cuando iba en su coche por la calle Maipú llegando a Corrientes en Buenos Aires, fue blanco de tres italianos “carbonarios” a órdenes de un austríaco también anarquista y el asesinato fracasó al explotarle el arma al tirador —Francesco Guerri— volándole la mano, haciendo que otros dos terroristas tiraran tardíamente cuando el carruaje se estaba alejando. Éstos eran Pietro Guerri (hermano del mutilado) y Luigi Casimir (a) “Aníbal” y el “responsable” de la célula era Aquiles Segabrugo (a) “El Austríaco”. 
 
Los Guerri fueron apresados por el oficial de la escolta (luego Coronel) Floro Latorre: “Aníbal” fue capturado el 14 de septiembre en un muelle (disfrazado de marinero) y “El Austríaco” huyó a Montevideo, donde fue asesinado el 27 de ese mes.  

Otra tentativa fallida fue la de ultimar al presidente Manuel Quintana en Buenos Aires el 11 de agosto de 1905 por el anarquista catalán Salvador Enrique José Planas y Virella, debida a la mala calidad de las balas que disparó. Condenado a prisión hasta el 29 de abril de 1917, se fugó de la Penitenciaría Nacional con otros doce presos el 6 de enero de 1911. 
 
Uno de éstos, el mosaiquista salteño de 21 años Francisco Solano Regis (a) “Rojas” —quien dijo ser “comunista y anarquista”— arrojó a los pies del presidente José Figueroa Alcorta —el 28 de febrero de 1908 a las 18:30, cuando descendía de su coche frente a su casa en Tucumán 848, Buenos Aires— un envoltorio humeante con explosivos que pudo ser apagado con agua. Condenado a prisión hasta el 8 de marzo de 1929, cavó un túnel en Salguero y Juncal y por allí se fugó con Planas y otros once.  

A su vez, en uno de los festejos por el 9 de Julio de 1916, Centenario de la Independencia, un anarquista terrorista hizo fuego —sin éxito— contra el presidente Tcnl y Dr. Victorino de la Plaza. 
 
Porteñasos 
 
En cuanto a vandalismo urbano, éste no comenzó en mayo de 1969 con el “Correntinazo”, el “Rosariazo” y el “Cordobazo”, sino mucho antes. Ya el 13 de octubre de 1903, por promover y participar en tumultos e incidentes callejeros fueron detenidos los dirigentes socialistas (único partido marxista en aquel entonces) Enrique del Valle Iberlucea, Manuel Ugarte y Alfredo Lorenzo Palacios. 
 
Meses después, el 1° de mayo de 1904, los marxistas y los bakuninistas convinieron conmemorar el “Día del Trabajo” con marchas separadas que confluirían en la Plaza Colón de Buenos Aires, detrás de la Casa de Gobierno; el PS marxista desde la Plaza Constitución y los anarquistas desde la Plaza Roma, donde aún se encuentra la estatua sedente —y, según parece, nada sedante— de Giuseppe Mazzini, atacando a la Policía Montada asesinándole a un Agente y muriendo un activista en el bando agresor, además de numerosos heridos en ambos. 
 
Un lustro después (y en una sucesión de acciones coordinadas), comenzó en Buenos Aires la “Semana Roja” del 1° al 8 de mayo de 1909. Comenzó con tiroteos de varios miles de socialistas y anarquistas contra la Policía y transeúntes durante su manifestación conjunta desde la Plaza Lorea por la Avenida de Mayo, causando cinco muertos y cuarenta heridos; el 2 se declaró una huelga general; el 3, tiroteos cerca de la Morgue para llevarse sus muertos y asesinan al capataz de playa Pablo Coello en los Mataderos; el 4, tiroteos en Once y en Chacarita con más muertos y heridos; el 5, asesinan a “cuatro conscriptos y un vigilante”; el 6, enfrentamiento en Plaza Constitución entre tropas de Ejército y socialistas; el 7, al detonar una bomba oculta en una canasta hallada por el conductor de un tranvía en Corrientes y Carlos Pellegrini, muere asesinado el niño Esteban Garaycoechea y quedan numerosos heridos, y el 8, entre otros incidentes, asesinan en Las Heras y Montevideo a un lechero que no se plegó a la huelga. Los revoltosos anuncian que matarán al Jefe de Policía Cnl Ramón Falcón para vengarse, lo cual cumplieron antes de finalizar el año. 
 
Contra el centenario patrio 
 
Para alcanzar mayor resonancia perturbando los festejos del Centenario, marxistas y anarquistas encabezados por el “Grupo Ruso Israelita «Amigos del Obrero»” y los agremiados en la F.O.R.A. (Federación Obrera Regional Argentina, anarquista) convocan a una “huelga general insurreccional” entre el 18 y el 25 de mayo de 1910, amenazando a quienes trabajen, hagan circular transportes o luzcan colores patrios, causando muertos, heridos y la declaración del estado de sitio, con cientos de detenidos y deportados. Al mes siguiente, el 26 de junio de 1910, mientras se interpretaba el segundo acto de la ópera “Manón” de Massenet en el Teatro Colón de Buenos Aires, estalló en la fila 14 de la platea una bomba que causó numerosos heridos, colocada por los anarquistas judíos rusos David Romanoff e Isaac Molinoff, pudiendo evadirse el primero y siendo apresado el segundo. 
 
El Cnl José María Calaza, Jefe del Cuerpo de Bomberos allí presente, ordenó a la orquesta tocar el Himno Nacional que fue cantado por toda la concurrencia, mientras la Policía de Orden Social se lanzó a realizar unas cien detenciones. 
 

Ramón L. Falcón, de occiso prócer a represor escarnecido 
 
Cuando volvían a sus despachos en la Jefatura de Policía desde la Recoleta, donde habían asistido a un entierro, el 14 de noviembre de 1909, el Jefe de Policía Cnl Ramón Lorenzo Falcón y su secretario Alberto Juan Lartigau fueron asesinados por la bomba que les arrojó adentro de su carruaje el anarquista terrorista ruso e israelita Simón Radowitzky en la esquina de Callao y Quintana, Capital Federal; el cochero Isidoro Ferrari, asimismo, quedó gravemente herido. 
 
Innumerables homenajes se rindieron a las víctimas, incluyendo calles y paseos con sus nombres y la denominación de la Escuela de Cadetes de la actual Policía Federal Argentina. Su asesino participó en la excavación del túnel en la Penitenciaría para la fuga del 6 de enero de 1911, pero ese día tuvo que trabajar en la imprenta. Fue trasladado al Penal de Ushuaia, Tierra del Fuego, y logró fugar en un cúter el 7 de noviembre de 1918, pero fue recapturado a los 23 días. En 1930 fue indultado por Hipólito Yrigoyen y emigró a México, donde falleció durante la Segunda Guerra Mundial. 
 
El 1° de mayo de 2004 —centenario del primer “Porteñazo”— Naúm Normando Brisky (a) “Norman Briski” (del Consejo Superior de “Montoneros” desde el 20 de abril de 1977), en nombre de Celia Guevara de la Serna (hermana del “Che”) y mancomunadamente con el historiógrafo Osvaldo Jorge Bayer, acompañado por grupejos izquierdistas de todo pelaje cambiaron el nombre a la Plaza Ramón Falcón en Floresta, Capital Federal, por el del Che Guevara. Además, unas cuantas cuadras de la calle sobre la que se encuentra la mencionada plaza —denominada homónimamente Ramón Falcón— amanecieron rebautizadas de hecho con el nombre de su asesino. Substitución ilegal y aberrante que —de la Plaza, al menos— han hecho perdurar hasta el presente mediante la ocupación de ese paseo público usurpado desde entonces. 
 
A su vez, la diputada kirchnerista Silvia La Ruffa presentó en la Legislatura porteña el proyecto de cambiar el nombre a la calle Ramón Falcón —“un policía represivo”— por el del futbolista castrista Diego Maradona, “así matamos dos pájaros de un tiro” … 



Adolfo M. Muschietti Molina 

8 de septiembre de 2009 

 

 

PARTE 2°: DURANTE 

 

Mucho se ha escrito sobre los años de la dictadura y la represión ilegal, y mucho se ha censurado del ataque guerrillero sufrido por nuestra Nación. 


Sólo un pequeño resumen (a riesgo de ser injusto, sepan disculpar). 


Pasaré rápidamente las referencias a los intentos fallidos de Uturuncos en 1959 y Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) en 1964, ambos en el noroeste argentino, para entrar en la década del ‘70.  





El ERP antes de instalarse en el monte tucumano, atacó cuarteles militares y destacamentos policiales sin importar el gobierno de turno, luego se declaró "Fuerza Beligerante" con territorio, bandera y ejército propios, poniendo en riesgo la integridad territorial de la Nación.






Los Montoneros optaron por la guerra de guerrilla ciudadana, mucho más lucrativa y menos peligrosa, con secuestros, asesinatos y atentados, hicieron su aparición pública con el “juicio revolucionario” y fusilamiento de P. E. Aramburu, desataron la gran grieta dentro del peronismo y creyeron que Perón los apoyaría girando a la izquierda.   


Ambas organizaciones están sospechadas de haber “dialogado” con sus respectivas dictaduras, la primera con la dictadura previa al ‘73 para evitar el retorno de Perón, y la segunda con la posterior del ‘76 para aniquilar la “contraofensiva” y lo poco que quedaba en el país. Hubo muchos “diálogos”, algunos mantenidos incluso en el exilio (ej.: Luchino Revelli-Beaumont a cambio de detenidos en la ESMA). Es maravilloso “el diálogo” que fomenta la masonería (en este ejemplo, la P2), habla y apoya a todos por igual, todo vale y cualquiera es instrumento con tal que sirvan a su único objetivo verdadero: atacar a la Iglesia Católica.

 


Ambas recibieron instrucción militar para la guerra de guerrillas y financiamiento de Cuba, Checoslovaquia y Libia. Sólo los líderes extranjeros supieron de donde salía el dinero, nosotros sólo podemos sospecharlo, adivinen Uds. no es tan difícil. 



Ambas tuvieron su clímax con un Campora en rebeldía que, antes de asumirse marioneta, cometió el mayor error de su vida, y de la nuestra, y declaró una amnistía dejando libres a todos los “presos políticos”. Muchos guerrilleros sueltos que no sabían hacer otra cosa y que nadie podía controlar... 



Ambas dejaron en clara evidencia que luchaban para tomar el poder e instaurar una dictadura al estilo Castrista o Maoista bajo el slogan de la patria socialista. 


Mientras no hubo oposición política hacían lo que querían, asesinaban evitando el combate y sembraban el terror con bombas sin importar daños colaterales (mujeres y niños). Encontraron una forma redituable de vivir sin trabajar con la excusa de “hacer patria”, hicieron muchísimo dinero y a la menor represión, escaparon, se victimizaron en el exterior como “exiliados políticos” y abandonaron acá a su suerte a la tropa de jóvenes que sufrieron “la represión”. Muy pocos fueron combatientes. Nunca fueron héroes, si fueron traidores a la patria; nunca lucharon por el pueblo, sí lucharon por y para ellos y para los agentes extranjeros que les dieron soporte y entrenamiento.
 


A los meses del golpe de estado ‘76, ya no quedaba nadie. Lamentablemente, la justa, esperada y deseada represión se empañó con la cobarde tortura y desaparición de personas y con la contratación de grupos paramilitares. Como lo he dicho infinidad de veces, muchos terroristas merecían la pena de muerte por traición a la patria o simplemente porque no habría código penal suficiente para las salvajadas cometidas, pero debió ser en justo juicio o, al menos, bajo Ley Marcial o algo similar, debió haber siempre una sentencia firmada con nombre y apellido, y luego el justo fusilamiento. 


Cuántas mentiras e injusticias no se hubieran producido y la población no se hubiera enfrentado a sus Fuerzas Armadas, cuántas madres y abuelas no hubieran hecho ronda en la plaza de mayo y con profunda vergüenza y en silencio hubieran enterrado a sus deudos, cuánto dinero despilfarrado en indemnizar traidores nos hubiéramos ahorrado, cuántos héroes de historieta se hubieran quedado sin el relato panfletario, cuánta de toda esta basura no nos hubiera enfermado, cuanto relato progre-bolche y marxismo cultural no hubiera tenido sustento más que el delirio ideológico de sus enfermos sostenedores. 


Debemos estar agradecidos porque la dictadura evitó que se instalará la revolución anticristiana bajo una tiranía comunista, pero la Contra-Revolución, como muchos los solicitaron oportunamente, exigía una “Cruzada”, y se hizo mal, se desoyeron las voces de advertencia y se prefirió cumplir con la “Escuela de las Américas”, y hoy sufrimos las consecuencias. 

 

 

PARTE 3°: DESPUÉS ... Y AHORA 

 

 

Respuesta a la subversión marxista 

 
Cuando se corta la maleza en vez de desarraigarla, ésta vuelve a crecer en breve tiempo. Lo mismo sucede cuando se desarticula el aparato militar subversivo sin atacar las fuentes económicas o culturales que lo alimentan. Mueren los que tuvieron el coraje de empuñar las armas. Entre ellos había locos, aventureros o criminales, pero también jóvenes que canalizaron por caminos equivocados, hacia metas utópicas, su capacidad de lucha, de coraje, de asco y de sacrificio. Quedan en cambio a salvo los responsables principales, instigadores, mandantes y consejeros: el profesor universitario, el ensayista, el periodista fabricante de la “opinión”, el sacerdote tercermundista, la religiosa “concientizadora”, el político democrático… Ellos sabrán capear el temporal y preparar las tropas para el relevo. 


La subversión puede ser derrotada en el campo de combate, y triunfar políticamente.  


Implacable cuando triunfa, cuando se ve acorralada cambia de táctica y se moviliza para debilitar la presión de las fuerzas represivas. El jefe del F.L.N. argelino escribía en 1957: “Dado que el ejército hace suya la acción de la policía, no tenemos la misma protección legal que necesitamos para movernos. De manera que ruego a todos nuestros amigos que realicen toda la campaña que sea necesaria a fin de que la legalidad sea restablecida. En caso contrario estaremos perdidos 


La legalidad se transforma así en un arma de combate. De allí nacen las campañas por los “derechos humanos”, la libertad de los presos “políticos”, la amnistía, la supresión de las leyes de excepción, en cuyo favor se moviliza la opinión pública y la presión de los organismos internacionales. Objetivo último: la “institucionalización”, el “retorno a la normalidad”, las elecciones, es decir: el abandono del poder a los cómplices, a los imbéciles, a los “kerenskys”… 


La mentalidad burguesa y la miopía liberal tienden a identificar la subversión exclusivamente con manifestaciones violentas. Cuando se deciden a enfrentarla lo hacen en un combate estéril, que pretende eliminar los efectos sin tener en cuenta las causas que los provocan. Consideran la paz como ausencia de guerra y califican de subversivo a todo aquello que pueda alterar el “orden establecido”. Pero la paz es, en su definición clásica, la “tranquilidad del orden”, y no del orden aparente, sino el que se funda en la Verdad y la Justicia. La subversión no es la alteración más o menos violenta del “orden establecido”, sino del orden natural, y del orden querido por Dios en la Sociedad, lo que aparta a ésta de su finalidad, el Bien Común, entendido como el conjunto de condiciones que permiten al hombre realizar su destino natural y sobrenatural. Así las cosas, el “orden establecido” puede ser subversivo, falso, injusto, tiránico, y el Bien Común exigir su ruptura y la lucha (incluso armada) para la restauración del Orden verdadero. 


Hay quienes afirman que al marxismo no se lo combate con las armas, sino con la “justicia social”. Esto es sólo parcialmente verdadero, y cuando se reduce dicha justicia al terreno económico, nos encontramos frente a una especie de marxismo ingenuo e invertido… 


Pero los militantes de la subversión no surgen por lo general de los ambientes económicamente “sumergidos”, ni el marxismo es primordialmente una doctrina económica o un programa político. El marxismo es una cosmovisión total, es una religión invertida, que viene a dar una respuesta falsa pero coherente a los interrogantes fundamentales acerca del sentido de la vida. El marxismo no es un problema de estómagos vacíos, sino de cerebros y almas vacías. Por ello encuentra en los ambientes universitarios e intelectuales un eco que está lejos de provocar entre los obreros y “proletarios”. Por ello también nuestro “Occidente cristiano”, en proceso de apostasía y disgregación, donde reinan el materialismo práctico y el indiferentismo liberal, ciega para la fe, carente de doctrina y de verdad, resulta para el marxismo terreno fácil y fértil de conquista. Como lo señala Jean Oussetel marxismo es el único sistema coherente de la incoherencia”, es un punto lógico de llegada en el camino de la Revolución Anticristiana, es la civilización moderna que toma conciencia de su propia realidad. 


Como en las postrimerías del Imperio Romano, nos encontramos al fin de un ciclo terminal y decadente. Por fuera la invasión de los bárbaros, por dentro la corrupción la disgregación espiritual. Pero éstos son los “signos de los tiempos” que nos señalan la misión concreta que Dios exige de nosotros, y ésta no es la de encerrarnos en nostalgias estériles, o convertirnos en guardianes sin esperanza de ruinas ilustres, tropas auxiliares de un “orden” que ha dejado de ser cristiano. Es la de construir otro orden, fundado en los principios que tienen la perennidad y la frescura de la eterna verdad. Pues “si remedio ha de tener el mal que ahora padece la sociedad humana, este remedio no puede ser otro que la restauración de la vida e instituciones cristianas” y “cuando las sociedades se desmoronan, exige la rectitud que, si se quieren restaurar, vuelvan a los principios que les dieron el ser” (León XIII, Rerum Novarum) 


La magnitud de esta tarea está indicada en la célebre frase de Pio XII: “es todo un mundo el que hay que rehacer desde sus cimientos; hay que transformarlo de salvaje en humano y de humano en divino, es decir, conforme al corazón de Dios”. 


Pero estaríamos derrotados de entrada si aceptamos el mito marxista del determinismo histórico, vulgarizado en expresiones que han llegado a ser hoy moneda corriente: “el proceso irreversible”, “la marcha inexorable al socialismo del mundo o de la historia”, etc. Estas frases pertenecen al acervo de la guerra psicológica, y su eficacia es tremenda para derrotar anímicamente a un adversario que, al aceptarlas, se considera vencido de antemano. La historia no es un cauce ciego, no existe en ella nada que sea en verdad “inexorable”.  


Las revoluciones son el producto de minorías llenas de fe y de audacia, y pueden ser trastocadas por la voluntad férrea de otras minorías, capaces en un primer momento de resistir a la corriente, para remontarla luego… 
 

P. Alberto Ezcurra 

Visto en: “Freire y Marcuse: Los teóricos de la subversión”  

  1. Caturelli – E. Diaz Araujo. Ed. Mikael 1977 

 

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Extracto de 24 de marzo: Todo es Mentira 

 
 

Por enésima vez, ante propios y extraños, y sin asomo de hipérbole, ante la historia, repetiremos que fuimos impugnadores del Proceso, antes, durante y después de su estallido. En sendos tiempos y por motivos múltiples y bien distintos a los que esgrimen de consuno las izquierdas, los fariseos y el mundo. Opositores activos: eso fuimos; con registros documentales de nuestra solitaria toma de posición, y con gestos igualmente verificables, sean los protagonizados por quienes aún vivimos, o por quienes ya se han muerto. Pero es esta irrevocable congruencia la que nos otorga autoridad y libertad para decir lo que hoy se calla, en medio de la ruin vocinglería que pugna por condenar lo sucedido en el trigésimo tercer aniversario del 24 de marzo de 1976. 
 
Se calla la criminalidad marxista que tomó las formas irregulares pero previstas de la guerra revolucionaria, desatada contra nuestro país como parte de la estrategia internacional de la insurrección comunista. Fue esta ofensiva, primera en el tiempo; después y como consecuencia, la reacción de las Fuerzas Armadas; y si de buscar causas eficientes anteriores se tratara, para explicar aquella roja embestida terrorista, aquí entre nosotros, al menos, habría que volver los ojos hacia la quiebra intencional del bien común causada por casi siglo y medio de liberalismo político dominante. El Régimen, que es la democracia liberal en acción, destrozó a la Argentina. A grupas de tamaña ignominia y cultivados por caldo tan maloliente, los marxistas y demás compañeros de ruta asomaron sus depredadoras furias. La reacción de las Fuerzas Armadas era tan legítima como necesaria; y se requería, además, que fuera tan briosa en sus actos bélicos cuanto diáfana en la doctrina con que sustentar aquéllos. En su lugar sobrevino el Proceso, paródica versión castrense del mismo mal regiminoso. 
 
Existía y existe la recta doctrina de la guerra justa, y existieron soldados con porte de guerreros heroicos, caídos gloriosamente en combate unos, o sobreviviendo otros con sus cicatrices a cuestas, en el anonimato o la prisión. Si los altos mandos procesistas trocaron aquella doctrina por casuísticas inmorales, y si en pos de ellas algunos ultrajaron sus uniformes, ni lo uno ni lo otro, que execrable resultan, anulan la licitud de la lucha antisubversiva y el honor y la gratitud debidos a quienes se entregaron limpiamente a ella. Ni lo uno ni lo otro vuelven inocentes y paradigmáticos a los asesinos de la guerrilla, ahora en el disfrute pleno, rencoroso e impune del gobierno. Ni lo uno y lo otro nos autoriza a olvidar los gestos viriles de los que batallaron por Dios y por la Patria. 
 
[…] ¿O la Garré y el Kirchner, o los cien nombres vergonzosos de este gobierno homicida, tienen las manos limpias del delito de sedición contra la Argentina, de vejámenes y torturas contra aquellos que secuestraban o asesinaban, y de la cobardía innombrable de atacar como lo hacían, ayer al acecho, en emboscadas torvas, y en la actualidad con la sevicia de un poder despótico e infame? […] ¿O no agraviaron ellos la dignidad humana cuando mataron a mansalva a civiles y militares, sin exceptuar niños o personas indefensas? ¿O no agravian ellos la dignidad humana en los días que corren, con sus políticas explícitamente anticristianas a favor de la contranatura y de la ominosa cultura de la muerte? […] ¿O esta lacra montoneril y erpiana que gobierna, sicaria por antecedentes, resentida y burdelesca, mentirosa e indocta, ordinaria y procaz, hedonista y frívola, hecha para el latrocinio y la sodomía, representa acaso la encarnadura de los “valores morales que históricamente fueron la fortaleza de la sociedad argentina”? ¿O tenemos que volver a probar que jurídica y éticamente es a los guerrilleros a quienes se les aplica primero el concepto de crimen de lesa humanidad? ¿O es que se pretende instalar la sinrazón de que los siete años del Proceso fueron una epojé infernal en un devenir de períodos históricos angelicales e incruentos? 
 
[…] La memoria que ejercitan es una amnesia selectiva y tergiversadora, en virtud de la cual llaman hazañas a sus depravaciones. La invocada verdad es la falsificación intencional y sistemática de la historia, con peores ardides que los desplegados por la masonería decimonónica. Y la justicia es un tribunal compuesto por aborteros y mamarrachos contranatura. 
 
Ni democracia ni dictablandas. Ni cipayos de overol, de levita o de uniformes. Ni militares emasculados ni la hez izquierdista. Hecha con Chesterton la salvedad semántica, según la cual, la revolución es dar la vuelta entera y regresar al Orden, a treinta y tres años del 24 de marzo de 1976, seguimos repitiendo lo mismo que escribimos entonces, con juveniles brazos, en las paredes de Buenos Aires: No al golpe liberal; sí a la Revolución Nacionalista. 

 
Antonio Caponnetto 

24 de marzo de 2009 

 

 














 

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