Escribir reflexiones de entrecasa, sin corrector alguno, es sumamente peligroso; ¡pero me está gustando! (en este caso y por estar de vacaciones, me eximo del material de estudio).
Si pasamos por alto a nuestros hermanos descerebrados que son destructivos gracias a la metodología que han elegido y a la dirigencia corrupta que supo destruir la esperanza robándose nuestro trabajo, el resto de los argentinos somos un poco destructivos, si, es cierto, pero yo creo que de atolondrados nomás.
Los primeros aburren, descubren que sus mujeres los engañan y, en represalia, queman una bandera americana. No se les cae una idea. Protestan porque “criminalizamos los crímenes que cometen cuando protestan”. Son como los Moáis de la Isla de Pascua que nadie sabe cómo llegaron ahí, bueno, nosotros tampoco sabemos cómo llegaron a aquí, pero si sabemos que son mascarones de dura piedra y que los nuestros están llenos de ... odio (¡uf! … casi se me escapa).
Todo lo que proponen ya fracasó en decenas de países, y en todos ellos están, o contando los muertos de hambre y los asesinados por los comisarios populares o continúan en ese proceso. Los historiadores cifran en cien millones los muertos por la represión de los distintos regímenes comunistas (incluyendo el Holodomor ucraniano y 6 millones de muertos de hambre de un solo saque). Hasta aquí sólo las victimas de gobiernos comunistas, si sumamos las víctimas de “las revoluciones” y el margen de error de cálculo (¡ya expresado en millones!), yo creo que el democidio comunista es aún mucho mayor. ¡Y los de acá los aplauden y festejan sus conquistas! No pregunten porque los adjetivo de “descerebrados”.
Los segundos indignan, robó hasta el jardinero y lo justifican alegando que estaban “desarrollando una PYME nacional y popular”, y ahora, están desesperados por tener un “Zaffar”oni de bolsillo que les permita disfrutar un poco más de la rapiña.
Corrompieron una generación completa de dirigentes (en todos los frentes), deformaron cuanto concepto sano tiene la política empezando por la militancia y la camaradería, convirtieron a los ciudadanos en moneda de cambio y estuvieron muy cerca de acabar con la república. Podríamos mencionar unos terceros, subgrupo de estos, los imberbes “para la revolución”, pero no, porque en realidad son un grupo de mercenarios que cuando se le acabe “la guita afanada al gordito de la playstation”, desaparecen.
Ahora bien, la mayoría de los argentinos que, gracias a Dios, ya reaccionamos en 2015 ¿seremos realmente tan atolondrados como para permitir que destruyan la última oportunidad de convertirnos en un país en serio? (digo, “la última” al menos para mí, por la edad, ¿vió?).
Desde ya que Mauri no acabará con la pobreza (¡nadie cree eso!) y nos dejará un país endeudado y siguiendo fielmente las recetas del FMI (tienen tal bolonqui que, aunque quisieran, no podrían hacer más daño), pero nadie va morir en el camino y, en el peor de los casos, como ya sabemos a dónde nos llevan, en un par de años los cambiamos a ellos (Dios quiera logremos opositores con la altura necesaria para enfrentar realidades cada vez más complejas… ¡Hoy no tenemos opciones!).
Mientras tanto, podemos aprovechar a:
- recuperar las instituciones republicanas y federales y cimentar las bases (aunque no edifiquemos aún) para formar y posicionar a funcionarios y jueces idóneos (no incluyo legisladores porque sería utópico)
- juzgar y encerrar a los funcionarios y jueces corruptos (algunos merecen paredón -dirían los chochamus- porque “la corrupción mata”; pero no, dije sin muertos … ¡ufa!)
- juzgar y encerrar a todos los corruptos, incluidos los dirigentes de 2° línea, desde sindicalistas feudo-ladrones hasta empresarios coimeros, desde comerciantes evasores hasta banqueros usureros, incluyendo a los que dañan el medioambiente, a los que cortan las calles e impiden el tránsito y/o dañan propiedades ¡y a los que dan falso testimonio! (como los que inventaron una historieta macabra para que los descerebrados tomen lista en las aulas “- ¿Maldonado?”)
- construir cárceles (¡Uf!, si no, ¡dónde metemos a tantos!) y reformar el código civil y el servicio penitenciario (¡que laburen! no importa si pagan siquiera lo que consumen, sería reconfortante ¡solo el verlos laburar!)
- reducir un poco la inflación y que se creen algunas pocas fuentes genuinas de empleo (aunque sólo alcance para reemplazar la matriz actual de empleo estatal improductivo ¡otros que reconfortaría verlos laburar!)
- ordenar un poco la economía, equilibrando las cuentas públicas (córtenla con el endeudamiento, ¡por favor!), racionalizando y estabilizando los “precios relativos” (los commodities son eso mismo, productos similares valen lo mismo en cualquier lugar), re-focalizando los subsidios para quienes lo necesitan (¡estoy harto de bancar con mi salario a los vagos de siempre!), liberando cuanto mercado se puedan liberar, recuperando el autoabastecimiento y la independencia energética (con una matriz “variada”) y mejorando la infraestructura en general (más autopistas, rutas en buen estado, ríos navegables, ferrocarriles y ¡low cost por supuesto!).
- y hasta ahí nomás, con esto sólo ya sería suficiente ... ¡y yo los voto 20 veces más!
Luego, con el devenir, tendremos oportunidad de discutir
- ideologías (aunque ya estamos podridos y nunca nos sirvieron para nada; mejor filosofía, pero para eso necesitamos otros 20 siglos),
- modelos económicos (aún no entendí el de Mauri, si fuera liberal, no hubiera puesto más planes y hubiera bajado los impuestos y rifado las empresas estatales ¿?),
- modelos educativos laicos y religiosos, públicos y privados, técnicos y humanistas, ¡todos! ¡y cuanto más mejor! (pero para entonces, cambiemos a los actuales líderes docentes descerebrados. No aceptan una la recolección empírica de pruebas, mucho menos entenderán un modelo teórico. ¿O lo hacen de oportunistas?),
- modelos de justicia distributiva o justicia social, dirían los modernos, (aunque con lo arriba mencionado ya habríamos superado el estándar de los últimos 50 años)
- ¡hay tanto por pensar!
¡No permitamos que nos traten de brutos y atolondrados! No nos dejemos llevar por los agoreros que nos arrean a la calle a protestar. Primero debemos pensar que solución queremos para cada problema de nuestra realidad tan compleja. Basta de tantos miserables que hacen negocio con la miseria.
¡Y que Dios no ayude a pensar la Patria!
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