¡Y vamos otra vez con Gramsci! (02/2018)


Hace unos años, me comentaba un ex-militante, que lamentaba haber dedicado toda su vida al servicio de la política argentina. Empezó muy joven arriesgando su vida y vivió resistiendo dictaduras (desde la libertadora asesina hasta el cobarde y oprobioso proceso, las sufrió a todas). A veces, desde la clandestinidad, en soledad, quizás cargando en la conciencia algún muerto en combate; otras, soportando prisión, torturas y exilio. Ya de viejo, y recuperada la tan deseada democracia, no soportaba la traición de ver como “los políticos” (que del ’83 a la fecha, unos tras otros con mejorada eficiencia, hasta alcanzar la perfección durante “la década ganada”) se disputaban el poder para llegar y … ¡robar, robar y robar!



Sentí mucha vergüenza, agaché la cabeza y no supe que decir … debemos entender que, por acción u omisión, fuimos responsables de todo lo ocurrido, y qué si no cambiamos, repetiremos la historia.

Finalmente falleció, ya no sufre el triste espectáculo de nuestros decadentes partidos políticos y el de sus charlatanes parlamentarios:

·    Cambiemos, con un gran cero en “formación política”, cree que las ideologías y la política son lo mismo, y que, por ende, puede prescindir de ambas y simplemente “administrar” los bienes de la Nación. Entre Cambiemos y “el tren fantasma” que detallo a continuación, seguramente seguirá siendo gobierno unos cuantos años más, pero tendrá que aprender, a puro disgusto, que necesita de “la política” para defenderse de los ataques de “las ideologías”.
·   El peronismo fracturado que busca un líder con una imagen “carismática, renovadora y progresista” (porque hay que ser “progre”, ¿vio?) para recuperar los votos perdidos, se muestra descaradamente como una horda de forajidos sedientos de poder (¿cómo pudo quedar fuera del curro?). Aún no entendió que el verdadero progresismo no destruye ni derrumba nada, y solo se alcanza “progresando” desde bases doctrinarias sólidas, y que eso en buen lenguaje peronista significa “restaurar” los principios de justicia social que le dieron origen (y dejarse de joder con los sueños delirantes de “la divina juventud” revolucionaria -y asesina- de los 70 y con los muy peligrosos ignorantes infanto-intelectuales que aún la defienden).
· También tenemos a Alí Babá y los 40000 ladrones, pero esos no cuentan, todos deseamos que la justicia rápidamente los condene y “¡qué devuelvan la bolsa!” (ellos y todos los Nac&Pop que se enriquecieron dejando 30% de pobres) Monstruos desalmados que aún se regodean con la plata fruto de las carencias de los más necesitados.
·   La izquierda vernácula (que, como tantas otras cosas, ¡atrasa!) insiste en mostrarnos una cara “Adolescente”, que disfruta ganando la calle, pintando su odio y ahora también agrediendo y apedreando; infantil, retrógrada y delictiva; y una cara “Intelectual” que, anclada en Lenin y Trotski, no hace otra cosa que irradiar odio y reivindicar la lucha armada (¡en la que ya nadie cree!) y pretende imponernos un sistema que no existe contraponiéndose a otro que ya tampoco existe, o sea, un insulto a la inteligencia.
Al final de este artículo encontrarán invitaciones para estudiar algo del pensamiento de Gramsci que, habiendo comprendido que la revolución “jamás prenderá en nuestra civilización”, intentó ser superador. Y recién fue rescatado en los ’80 por el euro-comunismo y la social-democracia (y “lo trajo a estos pagos” el más cerrado Alfonsinismo jugando a ser “progre”).
No es más que otro método de ataque corrosivo a nuestra civilización, esta vez apuntando a la cultura, increíblemente criticado por nuestros descerebrados ¡por pacifista! Incluyo también evidencia que me exime de más comentarios, sin embargo, debo advertir que, si logran superar la “anestesiante” verborragia de estos charlatanes, puede resultar vomitivo en su esencia.
·  Y por supuesto también tenemos a los radicales (no alfonsinistas, ¿verdad?) que … ¿y los radicales? … ¡Haaa! cierto, están con cambiemos. (Disculpen “radichas”, no quise ofender).
· Podríamos seguir mencionando partidos, líneas internas, facciones, ONGs y grupos piqueteros, todos “progres” por supuesto, (¡que ahora también hacen “política” y pretenden representación parlamentaria! ¡mi Dios, qué país generoso!), y rápidamente sumaríamos más de un centenar de organizaciones, sólo a nivel nacional, que debieran representar a más de un centenar de ideas diferentes (¡Qué país rico en ideas! … ¿Será por eso que todos nos toman en joda?).

Pero ninguno, absolutamente ninguno está dando con la altura que la discusión política exige. Mucho menos para la discusión parlamentaria dónde esperamos que nuestros representantes sumen algún valor (y hasta nos enseñen) y algunas intervenciones son de degradantes, ofensivas al recinto.

Para discutir y hacer política se requiere primero de algunos años de estudio que nos permita descartar rápidamente a los charlatanes, advertirnos de los malvados y sólo “beber” de los sabios (llevo unos cuantos años y sigo estudiando), luego se necesita acumular algunos fracasos (de esos, si, ya tengo unos cuantos), y finalmente, se urge de la gracia de Dios para saber escuchar humildemente y aclarar el entendimiento, discernir y obrar en la caridad siempre priorizando el bien común y la trascendencia de nuestras almas. Los fracasos vienen solos, y la gracia, si Dios quiere. Por lo tanto, sólo podemos estudiar mucho, rezar un poco y permanecer despiertos.

Finalizando el verano y las vacaciones, los invito a

·         Ver y escuchar un interesante e introductorio coloquio de ideas

·         … o si prefieren mayor erudición, a ver y escuchar al catedrático  

·         … o si quieren deprimirse, veamos como la ignorancia se enseñorea en nuestras casas de estudios …

Aprendamos a reconocer los ataques a nuestra raigambre cultural antes de que sea tarde … es tiempo de reflexionar.

¡Qué Dios nos ayude a “pensar la patria”!




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