Mis últimos comentarios fueron:
“Empecemos por recuperar la educación y a nuestros educadores. Necesitamos
re-educar a los maestros y profesores en la fidelidad a los valores de nuestra tradición”.
La “enseñanza descarriada” se
observa a simple vista, en el traperío de los frentes de los colegios o en una
marcha docente, la cartelería y los slogans utilizados denotan “ausencia de educación”.
Históricamente, hemos regalado los títulos docentes y los efectos sobre los alumnos
ha sido el de una aplanadora. Pero en todo caso, esos serían signos del “fracaso
efectivo de la enseñanza”, y yo intento hablar de la perversión, la degradación
y el envenenamiento en la “formación” de nuestros educandos.
Manipulación de niños y adolescentes
para reclamar “derechos” que no son los de los niños exactamente, menosprecio manifiesto
por los valores, la jerarquía y la trascendencia, falta de respeto (y en muchos
casos, siembra del odio) a nuestras instituciones e investiduras, falta de vocación
y la reducción del trabajo a conceptos economicistas, desprecio por nuestra
cultura y el lenguaje, la deformación adrede o la interpretación ideologizada (no
científica) de la historia y la inculcación de valores ajenos a nuestra
raigambre, y etc., y etc., y podría seguir y seguir … todos ellos signos de
que algo huele a podrido.